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Y mientras aparta a la mujer,<br />
levanta la manta que cubre la cuna y<br />
enseña al auditorio, un hermoso<br />
lobezno que agita sus pequeñas<br />
patas, mientras de su boca<br />
entreabierta escapan, en vez de los<br />
suaves aullidos propios de cualquier<br />
cría pura, los inconfundibles ladridos<br />
de la traición.<br />
Yunieski Betancourt Dipotet (Cuba)<br />
Tradición<br />
La tradición me persigue, como a<br />
mi padre, y a mi abuelo, y a mi<br />
bisabuelo… y así hasta el primer<br />
varón de la familia que fue<br />
maldecido con ella. Me la contaron<br />
apenas llegué a la pubertad e iba a<br />
comenzar a sufrir las<br />
transformaciones. Hicieron bien,<br />
porque de haberla padecido sin saber<br />
los motivos que la provocaban no sé<br />
si lo hubiera soportado.<br />
Mi padre, sentado junto a mí, en<br />
mitad de un calvero, bajo el sol del<br />
atardecer, me narró el encuentro con<br />
el monstruo que infectó a nuestro<br />
ancestro, y de cómo éste le mordió y<br />
envenenó su sangre de una forma<br />
diabólica. A partir de ese momento,<br />
en las noches de luna llena se<br />
convirtió en una bestia ahíta de<br />
sangre y amante de la destrucción. A<br />
partir de entonces también fue<br />
perseguida por el resto de habitantes<br />
del mundo, que pretendían<br />
exterminarlo sin piedad si le<br />
atrapaban. La maldición, como todas<br />
las de este tipo, se heredaba.<br />
Ese era nuestro destino, a nuestro<br />
pesar. Aullé a la noche que caía, y<br />
que traería la primera luna llena y mi<br />
primera metamorfosis, y mi padre<br />
me acompañó en la queja.<br />
Enseñamos nuestros colmillos a la<br />
blanca faz que llenaba el<br />
firmamento, y comenzamos a sentir<br />
el cambio. Dejábamos de ser lobos…<br />
Esa noche, yo lo acompañaría en su<br />
marzo- abril, 2012 # 117 Revista Digital miNatura 43