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RevistaDigitalmiNatura117

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Creacionismo declara –no sin cierta<br />

demagogia- su hegemonía como<br />

padre de todos los elementos y seres<br />

de la Tierra; entre ellos, claro, el<br />

hombre es el Ser supremo. De ese<br />

modo, dice el principio de Creación,<br />

nació necesitado del báculo de un<br />

Dios que encauce sus incertidumbres<br />

hacia las certidumbres manifiestas<br />

del alma.<br />

A priori, así aprovecha el<br />

axioma para cerrar la puerta, no sin<br />

portazo una vez más, a cualquier<br />

posibilidad de conversión entre<br />

hombre y bestia. Preguntado por las<br />

coordenadas que llevan a la génesis<br />

creacionista de la humanidad, la<br />

inconsistente omnipotencia nimbada<br />

de fantasía viene a querer salvar la<br />

situación.<br />

Dándole vuelta a la moneda, el<br />

Evolucionismo – que es, no lo<br />

olvidemos, el principio más<br />

contemplado entre los escépticos<br />

racionalistas- defiende a capa y<br />

espada el origen animal del hombre<br />

(nos guste o no, una mirada<br />

revisionista a los umbrales de la<br />

humanidad apostilla su innegable<br />

procedencia salvaje). Y matiza que<br />

tal instinto anida en él, imperando o<br />

pudiendo imperar muchas veces. Al<br />

cotejar pacíficamente dichos<br />

postulados, el acuerdo es simbiótico.<br />

Después de debatir durante un<br />

tiempo prudencial, dando por bueno<br />

que al hombre lo engendró la bestia,<br />

la bestia se hizo hombre y en el<br />

hombre hay una bestia, la conclusión<br />

–no puede ser otra- es que hombre y<br />

bestia son dos caras de la misma<br />

moneda; frente a frente,<br />

Creacionismo y Evolucionismo se<br />

dan la mano.<br />

Por otra parte una acertada<br />

clasificación divide a la licantropía<br />

en mitológica y clínica. Sobre sus<br />

cabezas planea la magia hechicera<br />

reforzada de oráculos, chamanes<br />

apoyados del auxilio ergonómico de<br />

pitonisas pregonando falsas<br />

consignas y sortilegios y prácticas<br />

tribales cultivadas y dispersas entre<br />

los páramos de los cuatro puntos<br />

cardinales del planeta. Si bien es<br />

cierto que la cultura y civilización de<br />

la citada disciplina hunden sus raíces<br />

en creencias mitológicas, no lo es<br />

menos que ni esta ni el binomio<br />

magia-hechicería, por no señalar a la<br />

tan llevada y traída parapsicología<br />

han sido capaces de poner con<br />

claridad y orden hechos tangibles<br />

sobre la mesa. Algo, que demuestre<br />

la existencia irrefutable del hombre<br />

lobo. Como tampoco se ha podido<br />

verificar hasta el momento que las<br />

famosas caras de Bélmez en la<br />

provincia de Jaén constituyan como<br />

se dijo el fenómeno poltergeist más<br />

notorio del siglo XX en España.<br />

Ni los más leales afectos a la<br />

ufología consiguen explicar la<br />

abducción de forma creíble o el<br />

avistamiento de ovnis surcando el<br />

cielo, ni los círculos en los cultivos<br />

de maíz y trigo aparecidos en el<br />

Reino Unido por primera vez tienen<br />

procedencia paranormal o<br />

extraterrestre. Incierto es además,<br />

marzo- abril, 2012 # 117 Revista Digital miNatura 87

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