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—Siempre usáis las mismas<br />
excusas para cometer los más viles<br />
actos. —dice el no-hombre alzando<br />
un enorme brazo y admirando sus<br />
nuevas manos. Su voz ha cambiado y<br />
tiene un tono ronco y grave.<br />
—Te echaré de menos, hermano.<br />
—dice el intercomunicador entre<br />
sollozos.<br />
—Te esperaré fuera. Te quiero<br />
hermano, pero debo reunirme con<br />
ella.<br />
La pantalla termina su cuenta atrás<br />
y parpadea en rojo. Una compuerta<br />
se abre y una infinidad de olores<br />
inunda la pequeña esclusa. El nohombre<br />
sale al exterior, al frio y la<br />
nieve. Él no siente frio, solo percibe<br />
felicidad e inmensas ganas de vivir.<br />
El viento le trae el aroma de su<br />
esposa y un aullido bello y feroz sale<br />
de su garganta e inunda el bosque<br />
cercano. Se escucha otro aullido más<br />
agudo. Es ella contestándole en la<br />
lejanía.<br />
Víctor M. Valenzuela (España)<br />
No confiar ni en los<br />
scouts<br />
Deambuló dos días en la montaña.<br />
Cansado, con hambre y frío, lo<br />
encontró una patrulla de boy-scouts,<br />
en cuyo estandarte se leía “los<br />
lobos”.<br />
―¡Benditos sean! ¡Gracias al cielo<br />
me encontraron! Ya estaba<br />
perdiendo toda esperanza.<br />
Uno de ellos respondió, mientras le<br />
crecían rápidamente los colmillos<br />
―En realidad ya la perdió, señor.<br />
No somos scouts, somos hombreslobos,<br />
o niños-lobos, si le parece<br />
mejor, y usted es nuestra comida.<br />
Tenga la amabilidad de desvestirse<br />
así empezamos nuestra carnicería.<br />
Daniel Frini (Argentina)<br />
El chico nuevo de la<br />
clase<br />
Desde que vi al nuevo estudiante<br />
entrar al salón de clases me enamoré<br />
de él, fue amor a primera vista, me<br />
pareció tan varonil con su barba<br />
cerrada, pelo en pecho y su melena<br />
abundante; todos me dicen que es un<br />
chico muy extraño, retraído y<br />
antisocial que mejor me aleje de él,<br />
más no pienso dejar pasar ninguna<br />
oportunidad para acercármele y<br />
conocerlo.<br />
Cuando lo encontré saliendo de la<br />
biblioteca de la Universidad fingí<br />
topar con él accidentalmente y<br />
derrumbé todos los libros que<br />
llevaba, José Juan como todo un<br />
caballero se dio a la tarea de<br />
ayudarme a recoger todas mis<br />
pertenencias y a disculparse por su<br />
descuido; después me invitó a tomar<br />
un refresco en la cafetería del<br />
campus y todo comenzó.<br />
En solo tres semanas me invitó al<br />
cine, a un concierto, a bailar y a<br />
marzo- abril, 2012 # 117 Revista Digital miNatura 50
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