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Aquel a quien tocó en suerte la
maldición de la licantropía casi daba
saltos de alegría, pues al menos
había suficiente literatura sobre el
particular, de modo que sabía a qué
debía hacer frente. El tal doctor
Jekyll, con el que apenas tuve tiempo
de intercambiar unas palabras, no
terminó de comprender en qué
consistiría su mutación, pero la
aceptó de buen grado, sabiendo
encajar el golpe. No sé por qué
extraño motivo me dejaron para el
final, de modo que cuando me dieron
lo mío, no quedó nadie a quien
preguntarle por lo que aquel ser
acababa de decir; ¿nadie le dijo
nunca que las vocales se le
escapaban entre esos dientes
desmesurados?
Michael Jackson
Hoy he despertado con la extraña
sensación de que se ha
experimentado un cambio en mí, y
siento cierto temor. Nunca me
gustaron las metamorfosis.
Juan José Tapia (España)
Perseverancia
Una noche más, tal y como ansiaba
cada novilunio, trató de abrir la
puerta reforzada para echarse a las
calles en busca de cena, pero como
siempre resultó imposible de forzar.
El lector de huellas dactilares que
hacía las veces de cerradura no
estaba diseñado para sus dedos
escamados, sino para los de su “otro
yo”, el que se levantaría la mañana
siguiente.
Muy a pesar del rugido de su
“Cuidado Michael Jackson se te va a llevar”, La Estrella de David (2011)
El verdadero drama de Michael Jackson [aquella tragedia que jamás fue capaz de
confesar; y que repetidas veces intentó hacer saber al mundo, de manera velada, mediante
metáforas videográficas] fue su naturaleza licantrópica. Cuyo ritmo de transformación era
tan pausado que se desarrolló a lo largo de las décadas. Sí, era lento; pero implacable:
Colectivo juan de madre
marzo- abril, 2012 # 117 Revista Digital miNatura 64