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los humanos son nuestra comida.<br />
Pero no te preocupes, un poco de<br />
terapia y otro poco de medicación y<br />
te pondrás bien. Pronto podrás<br />
disfrutar de un buen humano lechal<br />
con tu marido.<br />
Pere J. Martínez (España)<br />
Héroe fatal<br />
Entrada la noche, Nemesio entra a<br />
la pulpería con la cara, manos y<br />
camisa llenas de sangre. Los<br />
paisanos no sacan las miradas de sus<br />
cartas, siguen con su partida de mus,<br />
guarecidos debajo de la capa espesa<br />
del humo de los cigarros. El pulpero<br />
pone en la barra un trago de caña y<br />
se mete en la cocina.<br />
Nemesio se acerca al vaso, marca<br />
sus huellas ensangrentadas sobre el<br />
cristal y se lo lleva a los labios, traga<br />
de un saque. El pulpero reaparece ni<br />
bien el vaso vuelve a golpear contra<br />
la madera de algarrobo y repone el<br />
trago. Nemesio repite la acción de<br />
tomarse la caña, de un solo trago, el<br />
pulpero de meterse en la cocina y<br />
reaparecer al sonar el vaso vacío. Y<br />
se reitera hasta que se termina la<br />
segunda botella de caña y Nemesio<br />
se desploma sobre el piso de<br />
tierra. Automáticamente, la partida<br />
de mus y los feligreses (con su<br />
indiferencia a cuestas) se van<br />
corriendo de la Pulpería. El Pulpero<br />
reaparece con trapo y balde. Se<br />
acerca a Nemesio, moja el paño con<br />
el agua del balde y le limpia cara,<br />
manos, brazos y pecho. Luego le<br />
quita la camisa y la mete adentro del<br />
balde, donde el trapo flota sobre un<br />
agua enrojecida. El pulpero se mete<br />
en la cocina y reaparece con una<br />
cuchilla de monte. A paso lento, se<br />
acerca a Nemesio y le corta el cuello.<br />
El pulpero no mira la sangre que<br />
mana y vuelve a ensuciar la piel de<br />
Nemesio porque no quieta los ojos<br />
de la empuñadura que su mano<br />
sostiene con firmeza. El Pulpero, tras<br />
un grito mordido, lamenta el ahogo<br />
punzante que ahora siente en su<br />
pecho.<br />
Al día siguiente, el diario local<br />
llega para sacar la foto que mostrará<br />
al héroe que cazó a El Lobizón. En<br />
esa foto se verá a El Pulpero sentado<br />
en el suelo, con la espalda apoyada<br />
en la parte baja de la barra, la cabeza<br />
algo ladeada a la derecha, los ojos<br />
entreabiertos y la mano aferrada a la<br />
empuñadura de la cuchilla de monte<br />
que, en la madrugada, se clavó en el<br />
corazón. A sus pies yace Nemesio,<br />
su séptimo hijo varón. La sangre de<br />
ambos, fundida sobre el piso de<br />
tierra, está seca.<br />
Juan Guinot (Argentina)<br />
marzo- abril, 2012 # 117 Revista Digital miNatura 78