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Boletín 301 - Diócesis de San Juan de los Lagos

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a sus discípu<strong>los</strong> en cada uno <strong>de</strong> estos anuncios?<br />

Ahora, observa 8, 34-38; 9, 33-40 y 10, 35-45:<br />

¿De qué trata cada uno <strong>de</strong> el<strong>los</strong>? ¿Tienen alguna<br />

relación con <strong>los</strong> anuncios <strong>de</strong> la pasión?<br />

¿Será mera casualidad que precisamente entre<br />

el relato <strong>de</strong>l ciego <strong>de</strong> Betsaida (8, 22-26) y el <strong>de</strong><br />

Jericó (10, 46-52) estén <strong>los</strong> anuncios <strong>de</strong> la pasión<br />

y las exigencias para ser un verda<strong>de</strong>ro discípulo?<br />

Leamos ahora el texto <strong>de</strong>l segundo ciego (10,<br />

46-52):<br />

¿Adón<strong>de</strong> llegan? ¿Quiénes acompañaban a<br />

Jesús? ¿Cómo se llamaba el ciego? ¿Dón<strong>de</strong> estaba<br />

sentado? ¿Con qué título se dirige el ciego a<br />

Jesús? ¿Cómo reacciona el ciego ante quienes lo<br />

repren<strong>de</strong>n para que se calle? ¿Qué pi<strong>de</strong> Jesús?<br />

¿Qué le dicen al ciego? Describe las tres acciones<br />

<strong>de</strong>l ciego (v. 50). ¿Qué pregunta Jesús y qué pi<strong>de</strong><br />

el ciego? ¿Qué le dice Jesús? ¿Por dón<strong>de</strong> seguía<br />

a Jesús el ex-ciego?<br />

Después <strong>de</strong> haber leído atentamente <strong>los</strong> dos<br />

relatos <strong>de</strong> <strong>los</strong> ciegos tengamos en cuenta, en<br />

primer lugar, que el evangelista <strong>los</strong> relaciona<br />

con el proceso <strong>de</strong> fe <strong>de</strong> <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong>. El<strong>los</strong>, a<br />

quienes Jesús ha reprochado que teniendo ojos<br />

no ven y teniendo oídos no oyen (8,18; también<br />

v. 21), <strong>de</strong>berán disponerse, con la ayuda <strong>de</strong> otros<br />

y con la insistente intervención <strong>de</strong> Jesús, para<br />

ver con claridad (vv. 22.24-25). Sin embargo, no<br />

es suficiente con ver; para el evangelio <strong>de</strong> Marcos<br />

es necesario asumir ciertos comportamientos<br />

que manifiesten que realmente se ve con<br />

claridad. Por eso, sólo cuando el discípulo está<br />

dispuesto a asumir estas exigencias (10,50),<br />

a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> recobrar la vista, pue<strong>de</strong> seguirlo por<br />

el camino (v. 52). Des<strong>de</strong> esta perspectiva, para el<br />

evangelio <strong>de</strong> Marcos, estar ciego es ser incapaz<br />

<strong>de</strong> seguir a Jesús, o al menos, <strong>de</strong> seguirlo a<strong>de</strong>cuadamente.<br />

En segundo lugar, Marcos ha querido presentar<br />

dos relatos <strong>de</strong> curación para complementar su<br />

mensaje. En el primer caso, resalta que el ciego<br />

no se vale por sí mismo para encontrarse con<br />

Jesús, y necesita <strong>de</strong> otras personas (8,22); a<strong>de</strong>más,<br />

aunque el recién curado ve perfectamente<br />

Jesús lo envía a su casa y le pi<strong>de</strong> que ni siquiera<br />

Bol-<strong>301</strong><br />

MES DE LA BIBLIA<br />

entre al pueblo. La prohibición no es porque se<br />

quiera dar a enten<strong>de</strong>r que la casa <strong>de</strong>l ex-ciego está<br />

fuera <strong>de</strong>l pueblo sino porque se <strong>de</strong>sea enfatizar el<br />

contraste entre lo privado (la casa) y lo público (el<br />

pueblo); <strong>de</strong> este modo, le está pidiendo que no dé<br />

a conocer lo sucedido. Esta prohibición tiene<br />

relación inmediata con la que hace a <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong><br />

<strong>de</strong> que a nadie hablen acerca <strong>de</strong> él (v. 30; 9,9).<br />

Y es que, con mucha probabilidad, este tipo <strong>de</strong><br />

prohibiciones no son porque Jesús quiera mantener<br />

el secreto <strong>de</strong> su i<strong>de</strong>ntidad sino porque <strong>los</strong><br />

discípu<strong>los</strong>, al no compren<strong>de</strong>rlo a<strong>de</strong>cuadamente,<br />

dirán cosas a su antojo acerca <strong>de</strong> Él.<br />

En el segundo relato (10, 46-52), por el contrario,<br />

el ciego no es ayudado sino impedido -al<br />

menos en un primer momento- por algunos <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

que acompañan a Jesús (10,48). Se enfatiza también<br />

la iniciativa <strong>de</strong>l ciego que, si bien no i<strong>de</strong>ntifica<br />

totalmente a Jesús, lo reconoce suficientemente<br />

para seguirlo por el camino, es <strong>de</strong>cir, para<br />

convertirse en su discípulo. A<strong>de</strong>más, aparece un<br />

elemento indispensable: la fe (v. 52). En contraste<br />

con el ciego <strong>de</strong> Betsaida que sólo es curado, el<br />

<strong>de</strong> Jericó tiene una fe que lo salva y que hace<br />

posible que vea. Con razón para po<strong>de</strong>r acercarse<br />

a Jesús arrojó el manto, dio un brinco y se acercó<br />

a Él (v. 50); <strong>de</strong>talles que pue<strong>de</strong>n estar señalando<br />

simbólicamente exigencias <strong>de</strong>l discipulado.<br />

En tercer lugar, <strong>de</strong>bemos consi<strong>de</strong>rar que el<br />

evangelista ha introducido en medio <strong>de</strong> <strong>los</strong> dos<br />

relatos una amplia sección (8, 27-10,45) en la que<br />

enfatiza ciertos temas que podrían estar relacionados<br />

con la ceguera y la vista, la fe, la comprensión<br />

a<strong>de</strong>cuada <strong>de</strong> Jesús y el seguimiento. Los<br />

discípu<strong>los</strong> están “como ciegos” pues se imaginan<br />

a Jesús a su modo (8, 31-34) y tienen actitu<strong>de</strong>s que<br />

contradicen la misión <strong>de</strong> Jesús y, como consecuencia,<br />

la <strong>de</strong> el<strong>los</strong>; así, por ejemplo, a Pedro no<br />

le parece que Jesús tenga que sufrir y lo repren<strong>de</strong><br />

(vv. 31-32); mientras Jesús les enseña en qué<br />

consiste su misión como Mesías (9, 30-31) <strong>los</strong><br />

discípu<strong>los</strong> no sólo están sin enten<strong>de</strong>r, sino que<br />

a<strong>de</strong>más tienen miedo preguntarle (v. 32) y discuten<br />

sobre quién es el mayor (vv. 33-34); el grado<br />

<strong>de</strong> ceguera <strong>de</strong> <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> llega al máximo<br />

cuando, mientras Jesús les anuncia por tercera<br />

pág. 39

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