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A partir de los 35
años, los exámenes
preventivos deben
ser una constante.
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feMIneIDaD aSeguraDa
No cabe duda de que “histerectomía”
es la palabra que ninguna paciente
tratada por cáncer de cuello uterino
desea escuchar. El útero es uno de los
órganos más relacionados con la femineidad
y el rol materno, por lo que
afrontar su extirpación puede resultar
bastante traumático. “A pesar de
que la mayoría de las histerectomías
se practica en pacientes con edades
entre los cuarenta y cincuenta años,
no está en absoluto descartada para
mujeres mucho más jóvenes (que no
han alcanzado la menopausia). En
este caso, la operación podría involucrar
el retiro de ambos ovarios, lo que
generaría el inicio de una menopausia
temprana e inmediata”, señala la
doctora Paredes.
De esta manera, es usual que muchas
mujeres equiparen la histerectomía
con el final de una etapa plena
en el aspecto sexual y fértil. Seamos
claros: esta idea no tiene asidero porque,
si bien la extirpación de tejidos
ováricos puede reducir el deseo y la
lubricación vaginal, los métodos para
tratar estos inconvenientes son numerosos
en la actualidad y efectivos
en un gran porcentaje.
De otro lado, los pensamientos
negativos alrededor de la histerectomía
y otros tratamientos arrastran
cuadros de ansiedad, depresión e
ira. No obstante, a decir de la doctora
Paredes, “diversas investigaciones
han evidenciado que la intervención
quirúrgica no causa necesariamente
el malestar, sino el estado emocional
previo a la operación y las dudas
sobre su éxito". En ese sentido, para
alejar suposiciones equivocadas e
ideas desalentadoras, es recomendable
que la paciente tenga un conocimiento
detallado del progreso de su
enfermedad.
Mantenerse informada de los pormenores
de su tratamiento podría ser
su mejor herramienta de protección y
ayuda. “Al permitirse aprender sobre
su estado de salud, la paciente percibe
un mayor control no solo sobre su
diagnóstico y tratamiento, sino sobre
su vida en general. Muestra mayor
interés, incrementa sus actividades,
participa en las decisiones importantes
y se interesa en su restablecimiento”,
señala la especialista.
En resumen, las duras circunstancias
que rodean a este tipo de
cáncer pueden sobrellevarse. La
enfermedad no amerita bajar los
brazos ni despedirse de una calidad
de vida óptima, y tampoco perderse
en el terreno de la desconfianza
y inseguridad. La doctora Paredes
lo dice así: “Las pacientes deben recordar
que, por contar con un diagnostico
oncológico o atravesar una
histerectomía, no dejan de ser mujeres
maravillosas llenas de riqueza
emocional, con la fortaleza propia de
nuestro género”•
la familia,
el meJor soporte
Enfrentar el cáncer y su tratamiento
es un duro proceso que no solo involucra
a la persona afectada, sino
a todo su entorno. En ese sentido,
la familia se convierte en un apoyo
básico, sobre todo cuando se ha
llevado a cabo una cirugía mayor.
“En el caso de una histerectomía,
el círculo familiar tiene uno de los
roles protagónicos en la recuperación
de la paciente, ya que puede
convertirse en un recurso facilitador
o entorpecedor del proceso.
Una familia que cuida y acompaña
permite que la persona no solo se
sienta reconfortada, sino también
fortalecida para reponerse. Por
el contrario, los familiares que
sobreprotegen y subestiman las
habilidades de quien padece la
enfermedad solo ocasionan problemas
adicionales”, manifiesta la
doctora Paredes.
Se hace evidente, entonces, que la
familia se convierte en el principal
sostén durante los tiempos de
adaptación y recuperación. Este
soporte se traduce en una asistencia
permanente a la paciente para
que pueda sobrellevar su cirugía
sin sentirse afectada emocionalmente
por postergar o delegar
muchas de sus responsabilidades.
Cabe resaltar que, si bien las pacientes
histerectomizadas presentan
una recuperación rápida, por
lo general necesitan ayuda para
llevar a cabo sus tareas diarias. Por
ejemplo, un ama de casa requerirá
de una persona que pueda darle
una mano con las labores caseras,
incluyendo la atención de los hijos.