Marisol Luna

CAPITULO 8
“AMORES QUE MATAN”
Cuando llegué al matrimonio a la corta edad de 17 años y en
primer año de universidad, lo hice porque el matrimonio
llegó a mí de forma tempestuosa, no porque yo lo busqué.
Todo lo que buscaba en la vida dentro del concepto eran dos
cosas: paz y amor pero ni era el momento ni la persona
correcta o deseada.
Paz, es el sentimiento de protección, de saber que hay
alguien ahí cuando lo necesites, sin condiciones ni reparos y
aunque no lo necesites, que no te acusa de nada, te
comprende, te apoya, no te culpa y te acepta como eres.
¿Bonito, verdad?
Esa no fue mi realidad. SORPRESA, a veces la vida nos golpea
donde más nos duele: fue demasiado bonito para ser real.
Por muchos años esperé con paciencia, confié en mis
habilidades de convencimiento y esperé un imposible. Hoy
tristemente tengo que admitir que mi experimento de súper
fuerza mental y modificación de conducta hacia el padre de
mis hijos no sirvió, pero eso no significa que fracasó, porque
aprendí que yo no puedo cambiar a nadie y que solo cambia
el que desea cambiar.
Pero Dios nunca me dejó sola a través de 18 largos y difíciles
años que incluyeron altas y bajas, violencia y maltrato,
depresión, desánimo, lucha constante, coraje e impotencia,
momentos de baja autoestima, frustración y al final, la
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