Marisol Luna

De las personas a nuestro alrededor se aprende, de la vida
que viven, de lo que nos ayudan o estorban en la nuestra, de
sus victorias y errores, de las grandes batallas que libramos
con ellos o a veces hasta por ellos. Si alguna vez ha pensado
que su vida no tiene meta ni propósito, piense en esto: cada
experiencia tiene un motivo y sentido. Lo voy a ilustrar con
mis propias experiencias para usar el mejor de los ejemplos,
lo que YO he vivido y aprendido.
En cierta ocasión, yo me encontraba en ese proceso de toma
de decisiones donde ya había determinado salir de las
ataduras de mi guerra personal donde los más dañados eran
los que amaba. Una vida y un matrimonio como una pesada
carga que lastimaba a los que la arrastraban conmigo (mis
hijos).
Luego de conseguir trabajo y demostrar exitosamente que
era importante para la empresa ya que “me necesitaban por
muchas razones” decidí que era el momento de buscar mi
meta: salir de la relación y la vida que tenía. Pero el destino
que me esperaba sería una verdadera escuela, señores.
Me propuse unas metas que ayudarían al desenlace final
como preparación para mi independencia: Comprar un carro
nuevo fue el paso posterior al trabajo permanente y firme.
Compré un carro nuevo. Y con una nueva cuenta (perdón,
una nueva carga) encima emprendí mi plan de retirada y
cuando precisamente empiezo el proceso, ME DESPIDEN DE
MI TRABAJO PORQUE CERRABAN OPERACIONES.
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