Marisol Luna

Y me quedo con un carro, cuentas nuevas, tres hijos que
mantener, una casa y sus deudas en medio de un violento y
por demás doloroso divorcio y sin recursos ni ayuda posible
de nadie. Pero Dios no me abandonó. Dios hace a veces que
las cosas más duras o tristes te traigan bendición.
En medio de una situación producida por un incidente de
violencia doméstica del que fui objeto en medio del divorcio
empecé a utilizar mi tiempo libre por el desempleo para
“emplearlo” en algo más útil. Dar consuelo, apoyo y ayuda a
más de 100 compañeros que quedaron sin trabajo, haciendo
de mi humilde hogar un centro de ayuda y apoyo
coordinando entrevistas de empleo para ellos, haciendo
resumes en mi computadora sin cobrar a nadie un centavo,
radicando Mociones a los Tribunales para notificar el
desempleo de algún padre que pagaba pensión y hasta
llamando a las Agencias de Cobro para que retrasaran los
embargos de propiedad de los que una vez poncharon su
tarjeta conmigo en un “trabajo seguro” .
Con el tiempo todos se ubicaron en diferentes trabajos y yo
seguía tocando puertas y NADA aparecía para mí. Durante
año y medio busqué, toqué puertas, hice acercamientos y fui
a tantas reuniones que perdí la cuenta y todas sin éxito.
Parecía que todo estaba en mi contra, y para colmo no
lograba desprenderme de la carga del divorcio y la tensión
del mal sabor de los días en Tribunal. Se preguntarán cómo
sobreviví: les cuento que en medio de esta circunstancia lo
único que no pasó fue que Dios me abandonara. GRACIAS A
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