Marisol Luna

DAVID-Luego de ser escogido por Dios para reinar
sobre su pueblo, teniendo todo un ejército de
mujeres a su servicio como concubinas, decide de
tomar para sí la mujer prohibida, la de uno de sus
oficiales. Para poder justificar sus pasiones
desordenadas y conseguir la aceptación del pueblo
ante sus hechos, debía desaparecer al estorbo, al
marido. La necesidad de conseguir algo que
anhelaba lo arrastra a la mentira, a “fusilar” al
estorbo de manera indirecta y luego, las
consecuencias. Un hijo muerto, la desaprobación de
Dios ante los hechos y su mentira revelada con el
consecuente castigo. Afortunadamente sus
decisiones no fueron del todo negativas: su
arrepentimiento le hizo merecedor del honor de
reinar por el resto de sus días, en medio de sus
batallas y luchas familiares (hasta su propia sangr e
procuró su muerte alguna vez sin éxito), pero con el
alma temerosa de Dios conmovió los cielos y su
decisión de cambiar su destino para bien le trajo
paz al final de sus días.
SAULO DE TARSO (PABLO) - Su terquedad y
obstinación retrasaron su propia Bendición y
Ministerio. Tuvo que ser tumbado de un caballo
para que reconociera a Dios en las pequeñas
grandes cosas de la vida. Hasta que no aclaró su
“VISION” del propósito de Dios en su vida no pudo
“echar alas y volar en el espíritu”. Mataron un
cuerpo, pero su alma ya había evolucionado y
trascendido su espíritu a las banalidades del mundo
y este cascarón y estuche llamado cuerpo.
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