44 LA REVISTA IMO Las estrellas pueden emplearse como un reloj, para saber aproximadamente la hora o, por lo menos, para tener una conciencia más clara del paso del tiempo.
CIENCIA | VER Y SENTIR LAS ESTRELLAS como calendario y como brújula. Para los indios Onondaga que vivían en la actual Nueva York, cuando las Pléyades estaban más altas en el cielo, a mediados de febrero, era el momento adecuado para la siembra. En el antiguo Egipto, la estrella más importante era Sirio, ya que su primera aparición después de haber sido invisible durante meses, anticipaba la crecida anual del Nilo (causada por el deshielo en Etiopía). Los Inuit, para quienes el sol no se pone durante un largo período, controlaban la altura de esta estrella sobre el horizonte para detectar cuándo empezaba a declinar, anunciando cias al uso de las estrellas para medir el paso del tiempo. Por ejemplo, en uno de sus poemas, Safo de Lesbos decía: Se han puesto la luna y las Pléyades ya es media noche las horas avanzan pero yo duermo sola. Las Pléyades son un inconfundible cúmulo de jóvenes estrellas azules que brillan juntas. Pero como la tierra gira, las Pléyades parecen desplazarse por el cielo y acaban poniéndose bajo el horizonte, como el sol. Casi podemos imaginar a Safo revolruidos aterradores. A Don Quijote le pareció que aquella era una estupenda oportunidad para una nueva aventura, pero Sancho trató de disuadirle, o por lo menos de hacerle esperar hasta que fuera de día. Y para convencerle de que faltaba poco para el alba, le dijo: “a lo que a mí me muestra la ciencia que aprendí cuando era pastor, no debe de haber desde aquí al alba tres horas, porque la boca de la Bocina está encima de la cabeza, y hace la media noche en la línea del brazo izquierdo”. Lo de “la ciencia que aprendí cuando era pastor” probablemente sea una ironía de Cervantes, pero des- 45 LA REVISTA IMO Las Pléyades sobre una construcción agrícola en desuso. Trazas de estrellas junto al Teide, en Tenerife. los meses terriblemente duros de invierno. También pueden emplearse las estrellas como un reloj, para saber aproximadamente la hora, o por lo menos para tener una conciencia más clara del paso del tiempo. No hace tantos años, esto debió ser absolutamente normal, y es posible que en algún lugar del mundo haya quien todavía lo haga. En la literatura occidental abundan las referenviéndose en la soledad de la cama mientras las estrellas se movían con lentitud exasperante. Las Pléyades o cualquier otra estrella pueden darnos una idea del paso del tiempo pero algunas constelaciones sirven, casi literalmente, como la aguja horaria de un reloj. Cervantes cuenta en El Quijote que, en cierta ocasión, Don Quijote y Sancho Panza se encontraban andando de noche cuando oyeron unos de luego los pastores sabían leer la hora en las estrellas, o por lo menos, el tiempo que faltaba para que saliera el sol. La Bocina es la Osa Menor, que durante todo el año se puede ver desde España, en diferentes posiciones según el mes, y que cada día da una vuelta a la Estrella Polar. Con algo de práctica, si se observa regularmente, puede usarse para saber cuanto falta para el amanecer sin más que ver qué ángulo forma,