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das: A Hercilia le dice que estaba en un hospital<br />
de campaña recibiendo heridos. Lo mismo: cuídate,<br />
cuídate, esto es horrible. Cara de culo de Irene e<br />
ida al baño a lavarse hasta que yo la rescatara y la<br />
regresara a nuestra concha, nuestro refugio antiaéreo.<br />
A mi mamá, la pobre vieja ni se había enterado,<br />
me pidió un récipe de valium, no había dormido en<br />
toda la noche. Luego te lo llevo, adiós. Incluso di<br />
unas declaraciones para la radio desde mi celular,<br />
no recuerdo bien pero creo que hablé de fracturas<br />
abiertas y la forma correcta de inmovilizar heridas<br />
con lo primero que se tenga a mano. Hablaba en<br />
murmullos, entre jadeos, porque Irene, encogida<br />
como un caracol, me lo trabajaba con la lengua, se<br />
lo tragaba, hacía gorgoritos, lo ensalivaba con dedicación.<br />
Me despedí <strong>del</strong> locutor antes de que tuviera<br />
tiempo de darme las gracias, me escuché por la radio<br />
y casi creí en la veracidad de mis palabras.<br />
En la tarde, a la hora que más odio, decidí que<br />
era el momento de irme. Irene me pidió que me<br />
quedara, que durmiera allí esa noche, que le daba<br />
miedo quedarse sola. Y de mi miedo nadie se ocupa,<br />
pensé.<br />
—Casio, eres un cobarde. Los amores cobardes…<br />
—Irene, por Dios, a tu edad y citando al cubano<br />
ese.<br />
Bastó y sobró para que empezara a insultarme<br />
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