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los efectos devastadores <strong>del</strong> cannabis en la memoria<br />
cognitiva.<br />
—Ese, Wiscon, cómo está la vaina —le dijo Ratael.<br />
—Jejejejeje —le respondió Wiscon entre dientes.<br />
—¿Y el Hospital, Wiscon? —le pregunté yo.<br />
—Bien, jejejejejeje.<br />
—¿Y las jevas?<br />
—¿Por qué? —cuando Wiscon cerraba los puños<br />
a los costados, había que cambiar de tema.<br />
—Por nada, por nada. ¿Y el entrenamiento? —<br />
preguntó Ratael.<br />
Y bueno, tenía que venir el mamafruta de Asuracenturix<br />
a provocar, a joder el parque, como siempre<br />
que el humo <strong>del</strong> monte le pellizcaba los pulmones:<br />
—¿Y se puede saber para qué se está entrenando<br />
este gordo cabeza de güevo? ¿Para el campeonato<br />
mundial de Sumo?—. Asura decía «sumu», «güevu»,<br />
ya ustedes saben cómo hablan los chilenos, pero a<br />
nadie le dio gracia esta vez, porque Wiscon se le<br />
echó encima y empezó a ahorcarlo con sus manos<br />
de hierro, extrañamente limpias, de uñas cortadas, y<br />
a pegarle la cabeza contra el piso de mosaicos; nos<br />
costó una bola que lo soltara, Ratael lo abrazaba<br />
por detrás y le decía «ya Wiscon, para, deja la vaina»<br />
pero sonreía el muy cabrón, como preparándose<br />
para declarar en la PTJ si es que alguna vez encon-<br />
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