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—Pero no era de eso de lo que íbamos a hablar,<br />
Ratael. Decíamos, camaradas, compañeros…<br />
—¿Y se puede saber por qué usted cada vez que<br />
habla lo hace como si estuviera en una asamblea de<br />
<strong>del</strong>egados, güevón? —me interrumpió Asura. Sinceramente,<br />
con tanto chileno bueno que asesinó Pinochet,<br />
y Asuracenturix ni se había enterado que en<br />
Chile había una dictadura, pero es que ni un día de<br />
cana pagó antes de venirse a jodernos la paciencia<br />
en este pobre rincón <strong>del</strong> trópico.<br />
—Cállate, chileno de mierda, o te echo al Wiscon<br />
para que termine el trabajo en tu cuello —salió<br />
en mi auxilio Ratael.<br />
Esa era la mejor hora de la tarde en el pasillo<br />
<strong>del</strong> Anatómico, bajo la placa de Marvin, un pendejo<br />
que se resbaló justo allí y las balas de la Guardia<br />
Nacional lo dejaron tieso cuando allanaron la universidad<br />
en el 71. «A la memoria de Marvin Marín<br />
Sánchez». Eso fue lo único que quedó <strong>del</strong> pobre<br />
Marvin, eso y la flecha para encontrarnos cada tarde,<br />
las guacamayas con su rumba y nosotros a rendirle<br />
culto a la cannabis.<br />
—Decíamos, antes de ser interrumpidos, camaradas,<br />
compañeros, pueblo universitario…<br />
—Coño, no te pases —me atajó Ratael.<br />
—Ok. Perdón, hermano. Lo que quería preguntar<br />
es cómo es posible que ese borracho cabrón haya<br />
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