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OPINIÓN<br />

Abel Josué Berbell García<br />

Col. 2008<br />

La tentación de<br />

huir en tiempos<br />

modernos<br />

Y entonces reflexiono acerca de estas ansias homicidas<br />

que desde hace algún tiempo me persiguen<br />

para quedarme luego sin saber qué decir o sabiendo qué hacer<br />

(pero no cómo,<br />

intentando encontrar algún camino, dar salida a la rabia<br />

y poner a sabiendas mi granito de arena frente a tanta miseria,<br />

frente a tan muchas muertes como el orden que vivo me depara.<br />

Pablo del Águila 1<br />

No hace mucho he leído en un periódico local 2<br />

el siguiente titular: “Almería recuerda a las<br />

víctimas de la patera y pide un cambio de<br />

políticas”. En la bajada del titular se<br />

recoge: “Drama humanitario: unas<br />

200 personas secundan la convocatoria<br />

tras la muerte de 49 personas en un<br />

naufragio”. En el interior de la noticia,<br />

a modo de copete, se extracta una parte<br />

del manifiesto allí recitado o declamado,<br />

con el siguiente tenor: “son 49<br />

personas en esta ocasión, pero no es el<br />

número lo que hace que nos rebelemos.<br />

Una sola vida amenazada es suficiente<br />

para provocar la indignación y exigir<br />

a quien corresponde las condiciones<br />

mínimas de movilidad sin riesgo (...)<br />

basta ya, necesitamos hablar de personas.”<br />

No voy a escribir sobre la tragedia de la transmigración<br />

3 , por tratarse de un tema imposible de abor-<br />

1 Pablo del Águila, Granada 1946. Magnífico poeta de vida breve.<br />

Se suicidó, recién cumplidos los 22 años, la Nochebuena de 1968.<br />

2 Voz de Almería, 7-7-2017, pág. 5.<br />

3 Los emigrantes quieren vivir en su tierra. Pero si no pueden buscarán<br />

-a pesar de todos los impedimentos- un lugar temporal donde<br />

vivir. Si van directos a ese lugar (como fueron muchos españoles a<br />

Alemania, Francia, Suiza, o Argentina, Venezuela, Cuba, etc.) son<br />

migrantes. Pero cuando se ven, como pasa ahora, en medio de un<br />

viaje casi imposible, son transmigrantes: personas que han abandonado<br />

su hogar, y recorren por tierra y mar continentes enteros,<br />

jugándose literalmente la vida, hasta que algún país los reciba de<br />

forma definitiva. Sin embargo, quedan atrapados en las fronteras<br />

Quiero<br />

mejor<br />

reflexionar algo<br />

sobre la taxonomía<br />

de nuestra huida, la que<br />

nos ha llevado a nuestra<br />

actual sentina ideológica,<br />

a fabricar noticias<br />

sobre tragedias para<br />

vivir de ellas<br />

dar aquí y por respeto a los miles de fallecidos hasta<br />

la fecha y los cientos de miles que siguen intentando<br />

cruzar el mar, que merecen una preferente atención<br />

social y una real dedicación política, económica y social<br />

de Naciones Unidas, de la Comisión Europea, del<br />

estupendo Congreso Americano, del G-8 o del G-20,<br />

del Club Bilderberg y de todas las putrefactas “Cumbres”<br />

que simulan cambiar algo para no cambiar<br />

nada. Pero sí voy a intentar reflexionar sobre cómo o<br />

por qué hemos llegado hasta aquí.<br />

Precisaré que me parece aterrador el contenido de<br />

la noticia, no sólo ya por el pírrico número de asistentes<br />

sino porque no creo que el problema de la tragedia<br />

necesite “rebelión”, sencillamente necesita sentido<br />

común y una actitud humana de la que estamos muy<br />

alejados como para ponerla seriamente en funcionamiento<br />

o reactivarla. Llamativa es la frase “a quien<br />

corresponde”, como cuando se envía una misiva genérica<br />

con la fórmula estilística: “A la atención de…”; “A<br />

quién concierna...” Esta es la cuestión: la perspectiva<br />

impersonal en la que nos hemos instalado.<br />

De manera que aprovecharé la fúnebre nadería periodística<br />

para hablar de otras cosas, no de la titánica<br />

huida en patera de mártires votivos de una vida mejor<br />

que sólo alcanzan un sombrío destino. Tampoco de<br />

esas mismas vidas malogradas cuyo sufrimiento resulta<br />

imposible expresar a través del lenguaje común,<br />

pues se trata de un dolor inefable, que<br />

no se puede hablar o comprender desde<br />

un intelecto alejado del desgarramiento<br />

de la vivencia real.<br />

Quiero mejor reflexionar algo sobre<br />

la taxonomía de nuestra huida,<br />

la que nos ha llevado a nuestra actual<br />

sentina ideológica, a fabricar noticias<br />

sobre tragedias para vivir de ellas. No<br />

hay que estar al cabo del secreto y de<br />

la calle para captar que la sociedad en<br />

general alcanza cotas de una individualidad<br />

que mata y cualquier intento<br />

de aglutinamiento sólo sirve para<br />

currículum personales y la industria “textil” (del<br />

texto, se entiende) que crece de manera ingente en<br />

las redes sociales, twitteros, blogueros y análogos.<br />

Partiendo de que el presidente de EEUU ha ganado<br />

sus elecciones desde Twitter, no es de extrañar que<br />

los guardianes del canon sean personajes de cultura<br />

auditiva (entiéndanme, que han aprendido más<br />

escuchando que estudiando) que con cierta capacidad<br />

retórica, una brillante conversación informal<br />

aliñada con cierta actividad cultural, sin obra que la<br />

respalde, se convierten en maestros tertulianos al<br />

tiempo que edecanes del poder, porque ellos que lo<br />

han vivido todo, saben cómo ocurrió tal o cual asuneuropeas<br />

y campos de refugiados.<br />

Julio 2017 Ilustre Colegio Provincial de Abogados de Almería · Sala de Togas<br />

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