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Obituarios<br />
defensa huérfanos, de la falta de<br />
oratoria, de la falta de respeto que le<br />
debemos al derecho, a la ley, del olvido<br />
de la mística con la que debemos<br />
buscar el camino de la justicia, por<br />
el anhelo de encontrar la verdad, le<br />
preocupaba la arbitrariedad y siempre<br />
decía que éramos nosotros, los<br />
abogados, los guardianes<br />
como confesores de las miserias<br />
del ser humano, los<br />
llamados a defender la verdad,<br />
la justicia y evitar la<br />
arbitrariedad y el abuso a<br />
cambio de una remuneración<br />
que en la mayoría de<br />
los casos no llega (o llega<br />
mal y tarde) y es que, pese<br />
a los años de ejercicio, se<br />
fue sin aprender a “cobrar<br />
un pleito”, a cobrar su trabajo.<br />
En más de una ocasión<br />
le comenté que más<br />
que un abogado parecía el<br />
buen samaritano, siempre<br />
estuvo en el turno de oficio<br />
penal y es que se volcaba<br />
con sus clientes, los DON<br />
SIN NADA. En cuanto a<br />
sus clientes, de oficio o no,<br />
en cualquier lugar, tomando<br />
la cerveza, contestaba<br />
a sus preguntas o le daba<br />
solución al tema que le habían<br />
planteado. Nunca los<br />
invitaba a pasar por su<br />
despacho, de lo que yo discrepaba<br />
porque era todo lo<br />
contrario, lo siento nunca<br />
soporté que no me respetasen mis<br />
horas de ocio.<br />
Los clientes, a veces los amigos<br />
e incluso la familia, no ven el trabajo<br />
duro que hacemos los abogados.<br />
Nosotros sí somos conscientes del<br />
esfuerzo que representa la defensa<br />
de sus intereses, y es que como hablamos<br />
en numerosas ocasiones,<br />
haciendo nuestras palabras de otros<br />
muchos abogados, “el cliente cuando<br />
nos ve en acción (en la vista, en la<br />
audiencia, en la negociación, etc…)<br />
no se plantea el trabajo que hay detrás<br />
de nuestra intervención, como<br />
tampoco se imaginan los desvelos y<br />
preocupaciones que su asunto nos<br />
acarrea, incluso discusiones con<br />
la familia, conscientes incluso de<br />
que pese a darlo todo, no recibamos<br />
nada. Pero eso también, hoy, desgraciadamente<br />
es el ejercicio de la<br />
abogacía lo que nos lleva a ser diferentes,<br />
a no ser perezosos, a dar<br />
al trabajo un pleno sentido humano<br />
y es que “el abogado es el hombre<br />
que defiende y en cuanto le es posible<br />
hace triunfar la justicia. Noble<br />
profesión la del abogado porque encarna,<br />
representa y defiende los sagrados<br />
valores que son intrínsecos<br />
al derecho como Ciencia: la justicia,<br />
la libertad, el orden, la democracia y<br />
la paz”.<br />
Así era Bernardo Falcón un ABO-<br />
GADO, con mayúsculas o, en palabras<br />
de Ángel Ossorio escritas en “El<br />
alma de la toga” “un sujeto contradictor,<br />
que siempre se halla en lucha<br />
contra otro y contra todos los poderes<br />
habidos y por haber…. siempre<br />
que según su leal saber y entender le<br />
asista la razón”.<br />
Bernardo era grande cuando<br />
escribía, su pluma, como un buen<br />
clásico a veces cervantina<br />
a veces quevediana, era afilada,<br />
burlona, bordaba la<br />
sátira con elegancia (lo que<br />
le faltaba, a veces, cuando<br />
hablaba). Sus “pullas” en<br />
ocasiones me hacían pasar<br />
un mal rato y posterior discusión,<br />
no me daba tiempo a<br />
llegar al “quite”, bien es verdad,<br />
que nunca me contestaba,<br />
se limitaba a escuchar mi<br />
reproche o queja y a decirme<br />
“ya me estas regañando, pareces<br />
mi padre”.<br />
Recuerdo cuando escribió<br />
“A propósito de la prisión<br />
provisional de los acusados<br />
sin corbata” subtitulado<br />
“Tesina jurídico-jocosa del<br />
Capitulo X del Título Y del<br />
Libro Z, de un texto refundido<br />
cualquiera -sirva como<br />
modelo pret-a-porter- “. (Revista<br />
Sala de Togas nº 29 de<br />
febrero de 1998), por cierto<br />
recomendable su lectura hoy<br />
al igual que entonces, allí<br />
como defensor y vocero de<br />
DON SIN NADA no esperaba<br />
que sus alegaciones fuesen<br />
atendidas, le quedaba el consuelo<br />
de que el instructor había leído su<br />
escrito o al menos eso creía. Se me<br />
viene a la mente cuando hace ya<br />
unos cuantos años, la Juez, hoy amiga,<br />
Doña Isabel Tobeña SantaMaría<br />
(Juzgado Roquetas Uno), nos vio en<br />
el pasillo de su juzgado e invitándonos<br />
a pasar a su despacho, estábamos<br />
a la espera de una petición<br />
de libertad, presentada tras una<br />
acusación de asesinato a nuestro<br />
cliente que comenzaba “tras atenta<br />
y previa lectura y reflexión sobre lo<br />
escrito” nos dijo: “Letrados, sepan<br />
Vds. que yo siempre leo sus escritos,<br />
todos los escritos.” Y él todo serio,<br />
le contestó. “Señoría, me alegro, no<br />
me cabía duda alguna, es su deber<br />
y obligación”. Aunque también es<br />
verdad que, entre los compañeros,<br />
56 Sala de Togas · Ilustre Colegio Provincial de Abogados de Almería Julio 2017