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Allá abajo (Crónicas Femeninas)

“Allá abajo (crónicas de adoctrinamiento femenino)” es una novela propuesta como una conversación entre amigas donde sus protagonistas irán exponiendo sus fantasmas, placeres y desplaceres que condicionan su vida íntima. A través de los capítulos se verán enfrentadas a situaciones que le harán replantearse su posición frente a su sexualidad y al conocimiento de su órgano genital. Todo parte de un hecho casi casual: Mónica, la protagonista, ante una propuesta de su pareja, se pregunta si debe depilarse por completo aquello que su madre llamaba sus “partes íntimas”. Es el puntapié inicial de esta deliciosa novela donde se exponen las charlas de un grupo de mujeres que, como muchas de su generación, recibieron como herencia mandatos sociales entre los que se incluye la ignorancia respecto a su anatomía genital, y la idea que tenían de estar conformes cumpliendo su rol, en un segundo plano. Cada una de las mujeres de esta historia transitará un camino hacia el autoconocimiento sexual y la libertad en el terreno del placer erótico, alejándose de prejuicios, y posicionándose en el centro de la escena. Conflictos, “rollos” e inhibiciones, creados en un marco educativo y social dominado por tabúes, y aquellas libertades que ha conquistado el antes llamado “sexo débil”; se desarrollan y exponen a través del relato de las protagonistas. De manera clara y contundente, por medio de experiencias propias y ajenas, intentarán modificar su presente desnudando su pasado.

“Allá abajo (crónicas de adoctrinamiento femenino)” es una novela propuesta como una conversación entre amigas donde sus protagonistas irán exponiendo sus fantasmas, placeres y desplaceres que condicionan su vida íntima. A través de los capítulos se verán enfrentadas a situaciones que le harán replantearse su posición frente a su sexualidad y al conocimiento de su órgano genital. Todo parte de un hecho casi casual: Mónica, la protagonista, ante una propuesta de su pareja, se pregunta si debe depilarse por completo aquello que su madre llamaba sus “partes íntimas”. Es el puntapié inicial de esta deliciosa novela donde se exponen las charlas de un grupo de mujeres que, como muchas de su generación, recibieron como herencia mandatos sociales entre los que se incluye la ignorancia respecto a su anatomía genital, y la idea que tenían de estar conformes cumpliendo su rol, en un segundo plano. Cada una de las mujeres de esta historia transitará un camino hacia el autoconocimiento sexual y la libertad en el terreno del placer erótico, alejándose de prejuicios, y posicionándose en el centro de la escena. Conflictos, “rollos” e inhibiciones, creados en un marco educativo y social dominado por tabúes, y aquellas libertades que ha conquistado el antes llamado “sexo débil”; se desarrollan y exponen a través del relato de las protagonistas. De manera clara y contundente, por medio de experiencias propias y ajenas, intentarán modificar su presente desnudando su pasado.

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—Si alguna vez te la miraste con detenimiento. No para ver el origen de<br />

la picazón o buscar erradicar un pelo rebelde.<br />

—No en realidad, pero ahora que lo mencionás se me viene a la mente<br />

un recuerdo que me da un poco de vergüenza.<br />

—Contá… dále.<br />

—Yo tenía unos diez años más o menos.<br />

—¿Diez años?... pedofilia.<br />

—No, boluda, nada de eso… ¿te cuento o no?<br />

—Sí, dále.<br />

—Estando un primo mío en casa de mis padres, comenzamos con el<br />

famoso juego del doctor. Él era el profesional y yo la paciente. Recuerdo que nos<br />

desnudamos sin remilgos, la idea era que él mostrara lo suyo y yo lo mío…<br />

—Creo que todas, alguna vez, jugamos a eso.<br />

—Sí, seguro…, en ese entonces su pito era pequeño pero asomaban ya<br />

algunos pelos y mi raja era una línea perfecta y lampiña. “No tenés pelos”, me<br />

dijo él. “A mí nunca me van a salir esos pelos horribles” —le contesté. Castigo<br />

divino sobre mí, me han crecido pelos a más no poder.<br />

El repicar del teléfono cortó de cuajo la conversación. Constesté:<br />

—Sí señora, la ruta del vino está contemplada en nuestros servicios…<br />

Ya a pleno en nuestro tr<strong>abajo</strong>, respondiendo e-mails, llamando por<br />

teléfono a los guías para terminar de coordinar las tareas de cada uno para<br />

cuando arribasen los próximos turistas, fue que el tema, que ya comenzaba a<br />

tener tintes de obsesión para mí, quedó en suspenso. A las cinco de la tarde<br />

Andrea anunció su retirada.<br />

—Lo único que queda pendiente de mi parte es coordinar con el<br />

transporte para que vaya a buscar a los canadienses el próximo lunes.<br />

—Despreocupáte… me encargo yo.<br />

—Okey, gracias… ¡Mua!, besos… nos vemos mañana.<br />

A decir verdad, en ese momento, continuar con la rutina del tr<strong>abajo</strong> no<br />

me seducía ni un poco.<br />

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