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Allá abajo (Crónicas Femeninas)

“Allá abajo (crónicas de adoctrinamiento femenino)” es una novela propuesta como una conversación entre amigas donde sus protagonistas irán exponiendo sus fantasmas, placeres y desplaceres que condicionan su vida íntima. A través de los capítulos se verán enfrentadas a situaciones que le harán replantearse su posición frente a su sexualidad y al conocimiento de su órgano genital. Todo parte de un hecho casi casual: Mónica, la protagonista, ante una propuesta de su pareja, se pregunta si debe depilarse por completo aquello que su madre llamaba sus “partes íntimas”. Es el puntapié inicial de esta deliciosa novela donde se exponen las charlas de un grupo de mujeres que, como muchas de su generación, recibieron como herencia mandatos sociales entre los que se incluye la ignorancia respecto a su anatomía genital, y la idea que tenían de estar conformes cumpliendo su rol, en un segundo plano. Cada una de las mujeres de esta historia transitará un camino hacia el autoconocimiento sexual y la libertad en el terreno del placer erótico, alejándose de prejuicios, y posicionándose en el centro de la escena. Conflictos, “rollos” e inhibiciones, creados en un marco educativo y social dominado por tabúes, y aquellas libertades que ha conquistado el antes llamado “sexo débil”; se desarrollan y exponen a través del relato de las protagonistas. De manera clara y contundente, por medio de experiencias propias y ajenas, intentarán modificar su presente desnudando su pasado.

“Allá abajo (crónicas de adoctrinamiento femenino)” es una novela propuesta como una conversación entre amigas donde sus protagonistas irán exponiendo sus fantasmas, placeres y desplaceres que condicionan su vida íntima. A través de los capítulos se verán enfrentadas a situaciones que le harán replantearse su posición frente a su sexualidad y al conocimiento de su órgano genital. Todo parte de un hecho casi casual: Mónica, la protagonista, ante una propuesta de su pareja, se pregunta si debe depilarse por completo aquello que su madre llamaba sus “partes íntimas”. Es el puntapié inicial de esta deliciosa novela donde se exponen las charlas de un grupo de mujeres que, como muchas de su generación, recibieron como herencia mandatos sociales entre los que se incluye la ignorancia respecto a su anatomía genital, y la idea que tenían de estar conformes cumpliendo su rol, en un segundo plano. Cada una de las mujeres de esta historia transitará un camino hacia el autoconocimiento sexual y la libertad en el terreno del placer erótico, alejándose de prejuicios, y posicionándose en el centro de la escena. Conflictos, “rollos” e inhibiciones, creados en un marco educativo y social dominado por tabúes, y aquellas libertades que ha conquistado el antes llamado “sexo débil”; se desarrollan y exponen a través del relato de las protagonistas. De manera clara y contundente, por medio de experiencias propias y ajenas, intentarán modificar su presente desnudando su pasado.

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El vagón del subte venía a tope, mis bolsas no eran muy bien vistas por<br />

los que me rodeaban, salvo por el tipo que estaba detrás de mí y apoyándomela;<br />

uno que, con pedirle si por favor podía alejarse un poco, se perdió en la lejanía.<br />

Se fue poniendo una cara como de perro al que se lo están cogiendo. Típico...,<br />

pajeros hay a montones.<br />

Ya frente a la puerta de casa y en medio de la búsqueda de las putas<br />

llaves, que jamás están donde las pongo, fue que escuché sonar el teléfono.<br />

Al encontrarlas (obviamente) se cayeron de mis manos. Cuando conseguí<br />

trasponer la puerta, el contestador automático se activó: “Te comunicaste con<br />

la mansión de Mónica y Joaquín. En este momento estamos en el ala oeste y no<br />

llegaremos a tiempo para contestar. Por favor decinos quién sos y cómo podemos<br />

comunicarnos con vos”.<br />

Tengo que cambiar esa boludez de una vez por todas. Sueno ridícula.<br />

Pensé.<br />

—“Mónica, no es nada malo, pero en cuanto puedas comunicáte<br />

conmigo”.<br />

Andreita, esa voz lapidaria no sonaba convincente. No obstante, de<br />

ser algo realmente urgente, se hubiese comunicado a mi celular; por lo tanto<br />

tenía el suficiente margen de tiempo como para acomodar las cosas y hacer las<br />

preliminares de la cena. De esa manera, luego podríamos charlar tranquilas.<br />

Con el pijama puesto, guardé las cajas con las botas en el placard y la<br />

cartera en el buche. “Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar” es mi<br />

lema.<br />

Ya en la cocina, dispuse todo para cocinar: unas incisiones en la carne,<br />

dentro de éstas coloqué ajo, zanahoria y algo de panceta. Después calenté la<br />

sartén con aceite de oliva, sal y pimienta dentro de ella; coloqué la carne y una<br />

vez sellada la retiré, en el mismo aceite puse a dorar cebolla, ajo y más panceta.<br />

Todo fue a parar a una fuente, a la que le agregué vino tinto, luego al horno por<br />

dos horas. Pelé y corté medio kilo de papas y a cocinarlas por veinte minutos, el<br />

tiempo que entendí como suficiente para hablar con Andrea.<br />

—Hola, ¿Andrea?<br />

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