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Allá abajo (Crónicas Femeninas)

“Allá abajo (crónicas de adoctrinamiento femenino)” es una novela propuesta como una conversación entre amigas donde sus protagonistas irán exponiendo sus fantasmas, placeres y desplaceres que condicionan su vida íntima. A través de los capítulos se verán enfrentadas a situaciones que le harán replantearse su posición frente a su sexualidad y al conocimiento de su órgano genital. Todo parte de un hecho casi casual: Mónica, la protagonista, ante una propuesta de su pareja, se pregunta si debe depilarse por completo aquello que su madre llamaba sus “partes íntimas”. Es el puntapié inicial de esta deliciosa novela donde se exponen las charlas de un grupo de mujeres que, como muchas de su generación, recibieron como herencia mandatos sociales entre los que se incluye la ignorancia respecto a su anatomía genital, y la idea que tenían de estar conformes cumpliendo su rol, en un segundo plano. Cada una de las mujeres de esta historia transitará un camino hacia el autoconocimiento sexual y la libertad en el terreno del placer erótico, alejándose de prejuicios, y posicionándose en el centro de la escena. Conflictos, “rollos” e inhibiciones, creados en un marco educativo y social dominado por tabúes, y aquellas libertades que ha conquistado el antes llamado “sexo débil”; se desarrollan y exponen a través del relato de las protagonistas. De manera clara y contundente, por medio de experiencias propias y ajenas, intentarán modificar su presente desnudando su pasado.

“Allá abajo (crónicas de adoctrinamiento femenino)” es una novela propuesta como una conversación entre amigas donde sus protagonistas irán exponiendo sus fantasmas, placeres y desplaceres que condicionan su vida íntima. A través de los capítulos se verán enfrentadas a situaciones que le harán replantearse su posición frente a su sexualidad y al conocimiento de su órgano genital. Todo parte de un hecho casi casual: Mónica, la protagonista, ante una propuesta de su pareja, se pregunta si debe depilarse por completo aquello que su madre llamaba sus “partes íntimas”. Es el puntapié inicial de esta deliciosa novela donde se exponen las charlas de un grupo de mujeres que, como muchas de su generación, recibieron como herencia mandatos sociales entre los que se incluye la ignorancia respecto a su anatomía genital, y la idea que tenían de estar conformes cumpliendo su rol, en un segundo plano. Cada una de las mujeres de esta historia transitará un camino hacia el autoconocimiento sexual y la libertad en el terreno del placer erótico, alejándose de prejuicios, y posicionándose en el centro de la escena. Conflictos, “rollos” e inhibiciones, creados en un marco educativo y social dominado por tabúes, y aquellas libertades que ha conquistado el antes llamado “sexo débil”; se desarrollan y exponen a través del relato de las protagonistas. De manera clara y contundente, por medio de experiencias propias y ajenas, intentarán modificar su presente desnudando su pasado.

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mayor a Nueva York, en busca de “hacerse la América” tan soñada, pero las<br />

cosas no resultaron como lo imaginaban por lo que decidieron volver a Italia,<br />

pero Franco previamente recorrería por un par de meses el fin del mundo.<br />

—En ese entonces localicé una familia con nuestro apellido en Buenos<br />

Aires y otra en Santiago de Chile. Quizá eran parientes —dijo Franco.<br />

A cada relato le imprimía una pasión que me era imposible desdeñar,<br />

una mezcla de realidad y fantasía propia de una mente adolescente, fresca, sin<br />

prejuicios. Su familia en Roma se reunía, invariablemente, todos los domingos<br />

en su casa (fue cuando me enteré de que aún vivía con sus padres) y nadie podía<br />

faltar a esa reunión sacra.<br />

Salimos del restaurante y me propuso degustar un helado. La gelateria<br />

se encontraba a pocos pasos de la famosa fontana. Me advirtió que quienes<br />

atendían eran un tanto hoscos, que la crema helada la servían en vasitos de<br />

cartón, dado que sostenían que el cucurucho arruina el sabor (tesis que me<br />

pareció aceptable), pero que el helado que comería no volvería a probarlo en<br />

otro lugar del mundo. No sé si en el planeta hay un helado igual, seguro que sí,<br />

pero lo que degusté cubrió mis expectativas con creces.<br />

—Imagino que debes estar cansada.<br />

—Sí, un tanto, pero no todos los días estoy en Roma.<br />

—Entiendo, pero para un mejor disfrute hay que tener la mente<br />

despejada, para eso es necesario que el cuerpo se sienta descansado y a gusto.<br />

—”Que el cuerpo se sienta a gusto”… Tienes razón, buena observación<br />

—contesté.<br />

El resto del camino fue (tomados de la mano) tan o más ameno que<br />

hasta ese momento. Por cada rincón extraño que pasábamos descolgaba una<br />

historia de amor o venganza.<br />

Sin darnos cuenta llegamos a la puerta del edificio donde pondría yo a<br />

descansar mi cuerpo.<br />

—Me gustaría verte esta noche —dijo Franco.<br />

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