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Allá abajo (Crónicas Femeninas)

“Allá abajo (crónicas de adoctrinamiento femenino)” es una novela propuesta como una conversación entre amigas donde sus protagonistas irán exponiendo sus fantasmas, placeres y desplaceres que condicionan su vida íntima. A través de los capítulos se verán enfrentadas a situaciones que le harán replantearse su posición frente a su sexualidad y al conocimiento de su órgano genital. Todo parte de un hecho casi casual: Mónica, la protagonista, ante una propuesta de su pareja, se pregunta si debe depilarse por completo aquello que su madre llamaba sus “partes íntimas”. Es el puntapié inicial de esta deliciosa novela donde se exponen las charlas de un grupo de mujeres que, como muchas de su generación, recibieron como herencia mandatos sociales entre los que se incluye la ignorancia respecto a su anatomía genital, y la idea que tenían de estar conformes cumpliendo su rol, en un segundo plano. Cada una de las mujeres de esta historia transitará un camino hacia el autoconocimiento sexual y la libertad en el terreno del placer erótico, alejándose de prejuicios, y posicionándose en el centro de la escena. Conflictos, “rollos” e inhibiciones, creados en un marco educativo y social dominado por tabúes, y aquellas libertades que ha conquistado el antes llamado “sexo débil”; se desarrollan y exponen a través del relato de las protagonistas. De manera clara y contundente, por medio de experiencias propias y ajenas, intentarán modificar su presente desnudando su pasado.

“Allá abajo (crónicas de adoctrinamiento femenino)” es una novela propuesta como una conversación entre amigas donde sus protagonistas irán exponiendo sus fantasmas, placeres y desplaceres que condicionan su vida íntima. A través de los capítulos se verán enfrentadas a situaciones que le harán replantearse su posición frente a su sexualidad y al conocimiento de su órgano genital. Todo parte de un hecho casi casual: Mónica, la protagonista, ante una propuesta de su pareja, se pregunta si debe depilarse por completo aquello que su madre llamaba sus “partes íntimas”. Es el puntapié inicial de esta deliciosa novela donde se exponen las charlas de un grupo de mujeres que, como muchas de su generación, recibieron como herencia mandatos sociales entre los que se incluye la ignorancia respecto a su anatomía genital, y la idea que tenían de estar conformes cumpliendo su rol, en un segundo plano. Cada una de las mujeres de esta historia transitará un camino hacia el autoconocimiento sexual y la libertad en el terreno del placer erótico, alejándose de prejuicios, y posicionándose en el centro de la escena. Conflictos, “rollos” e inhibiciones, creados en un marco educativo y social dominado por tabúes, y aquellas libertades que ha conquistado el antes llamado “sexo débil”; se desarrollan y exponen a través del relato de las protagonistas. De manera clara y contundente, por medio de experiencias propias y ajenas, intentarán modificar su presente desnudando su pasado.

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—Bien, si no es muy urgente, te indico desde dónde puedes hablar.<br />

—En la próxima media hora ¿puede ser? —le pregunté.<br />

—Cuarenta y cinco minutos ¿está bien? —respondió.<br />

—Sí… seguimos en horario.<br />

—Bien, iremos por la rivera de enfrente —dijo Franco, mientras apuraba<br />

el ritmo de su bicicleta<br />

Habremos pedaleado media hora más aproximadamente, no sin antes<br />

hacer algún que otro alto donde me indicaba un punto de interés contándome,<br />

según su versión, los oscuros sucesos ahí acaecidos. Luego llegamos a un<br />

barrio antiquísimo con calles adoquinadas, sin veredas. Los frentes de las casas<br />

mostraban orgullosos follajes verdes, semejando jardines colgantes. El ingreso<br />

a las viviendas era escoltado por grandes botijas de barro repletas de flores.<br />

La vista al cielo era interrumpida por ropa puesta a secar, colgada de sogas<br />

que atravesaban la calle. Bares diseminados por doquier. Todo esto coronado<br />

por coches, motocicletas y peatones que pugnaban por ganar un espacio para<br />

continuar su marcha en la única vía disponible para todos. Mientras intentaba<br />

asimilar y guardar esta imagen en mi mente (sumado a algunas fotografías que<br />

tomé) fue que Franco me dijo que habíamos llegado a destino.<br />

—Aquí podrás hablar por teléfono —dijo, señalando un portón de<br />

madera que apenas parecía sostenerse sobre sus bisagras.<br />

—Okey —dije yo, sin entender demasiado.<br />

Franco empujó una puerta que permitía el acceso sin necesidad de<br />

abrir el portón. Me indicó que pasara, no sin antes hacer mención a que tuviera<br />

cuidado con el marco, porque podía tropezar.<br />

—Pasa, yo entro las bicicletas —indicó él.<br />

Al ingresar me encontré bajo un techo, curvo, de ladrillos. Este se<br />

extendía unos seis o siete metros, aproximadamente, hacia adentro. Luego un<br />

camino empedrado que asemejaba una calle interna y a cielo abierto. A cada<br />

lado del pequeño pasaje se veían puertas que daban a distintas viviendas, cuatro<br />

precisamente.<br />

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