Cordero de Dios. La sustitución como mecanismo de Dios. El fin de los sacrificios
Análisis de la sustitución como mecanismo que ha realizado Dios, a través de la historia casi reciente de la humanidad, para lograr reencauzarla llevándola al camino del amor al prójimo, alejándola de falsas espiritualidades y errores en las concepciones de la divinidad. Reemplazos necesarios para sustituir lo errado, lo malo, lo peligroso -de supuestas espiritualidades-, por lo bueno, lo sano, lo edificante, lo amoroso. Sustituyendo, reemplazando, el odio por el amor, y la muerte por la vida.
Análisis de la sustitución como mecanismo que ha realizado Dios, a través de la historia casi reciente de la humanidad, para lograr reencauzarla llevándola al camino del amor al prójimo, alejándola de falsas espiritualidades y errores en las concepciones de la divinidad. Reemplazos necesarios para sustituir lo errado, lo malo, lo peligroso -de supuestas espiritualidades-, por lo bueno, lo sano, lo edificante, lo amoroso. Sustituyendo, reemplazando, el odio por el amor, y la muerte por la vida.
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lestiales, aquellos que se habían transformado en
malignos y que no se comportaban como debían.
Y Él les resuelve sus problemas, como a chicos, explicando
además a los discípulos que les faltaba fe,
que con un poco más de fe ellos lo hubiesen podido
solucionar. Les llama la atención sobre el poder
que tiene la humanidad sobre la Creación, un
poder que Dios les ha dado y que sin embargo no
hacen uso por su falta de fe, de perseverancia en el
camino correcto. Jesús le está diciendo que no es
necesario estar en esas condiciones, pasar por esas
vicisitudes, que con fe todo es posible.
Jesús termina completamente con los sacrificios
cruentos, transformándose Él mismo en el cordero
de Dios, el último cordero, y a partir de allí la
sustitución se ve completada. Pasamos del sacrificio
humano en época de Adán y Eva a la Eucaristía
luego de Jesús. De matar a un hombre, mujer
o niño con la supuesta intención de agradar a los
dioses, a compartir un pan en recuerdo del amor
del único. De carne y sangre de los sacrificios, a
pan y vino incruentos. Al amor al prójimo, que es
lo que en verdad agrada a Dios.
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