Cordero de Dios. La sustitución como mecanismo de Dios. El fin de los sacrificios
Análisis de la sustitución como mecanismo que ha realizado Dios, a través de la historia casi reciente de la humanidad, para lograr reencauzarla llevándola al camino del amor al prójimo, alejándola de falsas espiritualidades y errores en las concepciones de la divinidad. Reemplazos necesarios para sustituir lo errado, lo malo, lo peligroso -de supuestas espiritualidades-, por lo bueno, lo sano, lo edificante, lo amoroso. Sustituyendo, reemplazando, el odio por el amor, y la muerte por la vida.
Análisis de la sustitución como mecanismo que ha realizado Dios, a través de la historia casi reciente de la humanidad, para lograr reencauzarla llevándola al camino del amor al prójimo, alejándola de falsas espiritualidades y errores en las concepciones de la divinidad. Reemplazos necesarios para sustituir lo errado, lo malo, lo peligroso -de supuestas espiritualidades-, por lo bueno, lo sano, lo edificante, lo amoroso. Sustituyendo, reemplazando, el odio por el amor, y la muerte por la vida.
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crificio –entonces- por lo menos comámoslo. Dios
modifica la ecuación, permite el sacrificio animal,
por lo cual matar animales no es pecado, y permite
que los comamos, con lo cual comer animales
tampoco es pecado. Pasamos del pecado, tropiezo,
de matar, aunque sea a animales, a un evento positivo
que es la ofrenda a Dios y otro nulo qué es la
simple alimentación. Entonces el sacrificio humano
va desapareciendo y diluyéndose.
Con Abram aparece otro inicio de sustitución,
la circuncisión. Otra práctica cultural de los pueblos,
típica de la antigüedad; no solo circuncidar
sino muchos ritos de iniciación que lesionaban el
cuerpo. Ritos cruentos, innecesarios y que Dios
incorpora al pueblo elegido para luego eliminarlos
transformándolo en el lavado de los pecados, y el
nuevo nacimiento, por el que el cristiano nace a su
nueva vida: el bautismo. Así que vamos de un corte
corporal con sangre involucrada a unas gotas de
agua en la frente, o como máximo una sambullida,
dependiendo de la facción cristiana.
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Leamos a Abram: