Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
El programa <strong>de</strong> los trabajadores, la emisión holan<strong>de</strong>sa <strong>de</strong><br />
ultramar, <strong>Frank</strong> Phillips o Su Majestad la Reina Guillermina, a<br />
cada uno le llega su turno, no se olvidan <strong>de</strong> nadie. Y cuando no<br />
están a la mesa o acostados, se amontonan alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la radio<br />
para hablar <strong>de</strong> comestibles, insomnios y política.<br />
¡Oh, es interminable! Se trata <strong>de</strong> no volverse como <strong>el</strong>los. ¡Ojo<br />
con la vejez! No obstante, los viejos <strong>de</strong> aquí no tienen gran cosa<br />
que temer.<br />
Te doy como ejemplo una escena durante <strong>el</strong> discurso <strong>de</strong><br />
Winston Churchill, querido por todos nosotros.<br />
Domingo por la noche, a las nueve. La tetera está sobre la<br />
mesa, y los invitados hacen su entrada. Duss<strong>el</strong> se instala a la<br />
izquierda <strong>de</strong> la radio, <strong>el</strong> señor Van Daan d<strong>el</strong>ante y Peter al otro<br />
lado d<strong>el</strong> receptor. Mamá al lado d<strong>el</strong> señor, y la señora <strong>de</strong>trás. En<br />
la mesa, Pim, flanqueado por Margot y por mí misma. Los<br />
caballeros contienen la respiración. A Peter se le cierran los ojos<br />
por <strong>el</strong> esfuerzo por compren<strong>de</strong>rlo todo. Mamá está vestida con<br />
un largo batón negro; haciendo caso omiso d<strong>el</strong> discurso, rugen<br />
los aviones en ruta hacia <strong>el</strong> Ruhr* y hacen estremecer a la señora;<br />
Margot y yo estamos tiernamente unidas por Mouschi, dormido<br />
sobre una rodilla <strong>de</strong> cada una <strong>de</strong> nosotras; y papá sobre su té.<br />
Margot tiene puestos los rizadores; yo estoy en camisón,<br />
<strong>de</strong>masiado corto y <strong>de</strong>masiado estrecho para mí.<br />
Al vernos, se diría. «¡Qué familia tan unida, qué intimidad,<br />
qué paz!». Por una vez es verdad. Pero noto con terror que llega<br />
<strong>el</strong> final d<strong>el</strong> discurso. Los mayores apenas si pue<strong>de</strong>n esperarlo,<br />
tiemblan <strong>de</strong> impaciencia, en su anh<strong>el</strong>o <strong>de</strong> discutir tal o cual<br />
pormenor. Grr, grr, grr... Una corriente <strong>de</strong> provocaciones, aún<br />
imperceptible; a la que seguirá la discusión, y la discordia.<br />
Tuya,<br />
ANA<br />
* Corazón industrial <strong>de</strong> Alemania. (N. d<strong>el</strong> T.).<br />
© Pehuén Editores, 2001.<br />
Martes 28 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1944<br />
)108(<br />
EL DIARIO DE ANA FRANK<br />
Mi muy querida Kitty:<br />
Podría escribir <strong>de</strong> política páginas y páginas, pero tengo<br />
muchas otras cosas que contarte. Hoy, mamá me ha hecho notar<br />
que mis visitas a los pisos superiores eran <strong>de</strong>masiado frecuentes;<br />
según <strong>el</strong>la, yo estaría poniendo c<strong>el</strong>osa a la señora Van Daan. Otra<br />
cosa Peter ha invitado a Margot a unirse a nosotros. ¿Por cortesía?<br />
¿O le interesa <strong>de</strong> veras? Lo ignoro. He ido, pues a preguntarle a<br />
papá si le parecía que <strong>de</strong>bía preocuparme por los posibles c<strong>el</strong>os<br />
<strong>de</strong> la señora; a él le ha parecido que no. Entonces, ¿qué? Mamá<br />
está enfadada y probablemente c<strong>el</strong>osa, <strong>el</strong>la también. Papá no<br />
envidia nuestras v<strong>el</strong>adas amistosas; le alegra ver que Peter y yo<br />
nos enten<strong>de</strong>mos tan bien. Margot quiere a Peter igualmente, pero<br />
se siente <strong>de</strong> más, sabiendo que cuando hay tres no se dicen las<br />
mismas cosas que entre dos.<br />
Mamá cree que Peter está enamorado <strong>de</strong> mí. Yo no pido<br />
nada mejor, francamente, en tal caso, estaríamos iguales y<br />
podríamos llegar a conocernos más íntimamente. Admito que,<br />
en compañía <strong>de</strong> los otros, nos lanzamos más <strong>de</strong> una mirada furtiva,<br />
y que a veces él se fija en mis hoyu<strong>el</strong>os, pero yo no puedo<br />
remediarlo, ¿verdad?<br />
Aquí me tienes en una situación difícil. Mamá está contra mí,<br />
y papá prefiere no intervenir en la lucha que se ha suscitado entre<br />
mamá y yo. Ella está triste, porque me quiere mucho; yo no estoy<br />
triste en absoluto, porque sé que <strong>el</strong>la lo está por falta <strong>de</strong><br />
comprensión. Y Peter... No quiero renunciar a Peter, que es tan<br />
adorable y a quien admiro tanto. Lo existente entre nosotros<br />
podría transformarse en algo muy hermoso. ¿Por qué esos viejos<br />
preten<strong>de</strong>n meter la nariz? Por fortuna estoy habituada a disimular<br />
mis sentimientos, y logro admirablemente ocultarles que estoy<br />
loca por él. ¿Y él, hablará <strong>de</strong> eso alguna vez? ¿Sentiré algún día su<br />
mejilla contra la mía, como sentí la d<strong>el</strong> otro Peter en mi sueño?<br />
¡Oh, Peter y Peter! ¡Vosotros sois <strong>el</strong> mismo Peter! Ellos no nos<br />
compren<strong>de</strong>n, nunca sospecharán que no basta con estar solos,