Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Acallo mi conciencia con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> es menos<br />
sensible que mamá; porque <strong>el</strong>la, fatalmente, llevaría mis injurias<br />
en su corazón.<br />
Tuya,<br />
ANA<br />
© Pehuén Editores, 2001.<br />
Miércoles 5 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1944<br />
Querida Kitty:<br />
Hoy voy a contarte dos cosas. Será largo. Pero es<br />
absolutamente necesario que hable <strong>de</strong> esto con alguien, y nadie<br />
más que tú, que yo sepa, pue<strong>de</strong> guardar silencio, ocurra lo que<br />
ocurra.<br />
Primero se trata <strong>de</strong> mamá. Me he quejado mucho <strong>de</strong> <strong>el</strong>la,<br />
porque ahora hago cuanto puedo por <strong>de</strong>mostrarle una mayor<br />
amabilidad. De repente, acabo <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir lo que le falta. Mamá<br />
nos ha dicho <strong>el</strong>la misma que nos consi<strong>de</strong>ra como amigas suyas<br />
más que como hijas. Es muy bonito, no digo que no; sin embargo,<br />
una amiga no pue<strong>de</strong> reemplazar a una madre. Necesito ver en mi<br />
madre un ejemplo que pueda seguir, quiero po<strong>de</strong>r respetarla.<br />
Algo me dice que Margot no piensa en absoluto como yo, y<br />
que nunca compren<strong>de</strong>ría lo que acabo <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirte. En cuanto a<br />
papá, él evita toda conversación concerniente a mamá.<br />
En mi opinión una madre <strong>de</strong>be ser una mujer cuya primera<br />
cualidad sea <strong>el</strong> tacto, sobre todo frente a hijas <strong>de</strong> nuestra edad, y<br />
que no obre como mamá, que se burla <strong>de</strong> mí cuando lloro, no<br />
por dolor físico, sino por otro motivo.<br />
Hay una cosa, quizás insignificante, pero que nunca le he<br />
perdonado. Hace mucho tiempo, antes <strong>de</strong> venir al anexo, tuve<br />
que ir un día al <strong>de</strong>ntista. Mamá y Margot me acompañaron, y<br />
estuvieron <strong>de</strong> acuerdo en que llevara mi bicicleta. Al salir las tres<br />
d<strong>el</strong> <strong>de</strong>ntista, mamá y Margot me dijeron que iban al centro para<br />
)77(<br />
EL DIARIO DE ANA FRANK<br />
ver o comprar algo, ya no recuerdo exactamente. Quise seguirlas,<br />
pero me <strong>de</strong>spidieron, porque iba en bicicleta. Me sentí tan furiosa,<br />
que las lágrimas me subieron a los ojos, lo que las hizo soltar la<br />
carcajada. Entonces, yo lo vi todo rojo, y les saqué la lengua, así,<br />
en plena calle. Una viejecita que pasaba por allí en ese instante me<br />
miró muy asombrada. Volví a casa, y <strong>de</strong>bí llorar largo rato. Es<br />
curioso, pero la herida que mamá me causó en aqu<strong>el</strong> momento<br />
me sigue doliendo todavía cuando lo pienso.<br />
Va a serme difícil hablarte <strong>de</strong> la segunda cosa, porque se trata<br />
<strong>de</strong> mí misma.<br />
Ayer leí un artículo <strong>de</strong> la doctora Sis Heyster, a propósito <strong>de</strong><br />
la manía <strong>de</strong> ruborizarse. Este artículo parece dirigirse a mí sola.<br />
Aunque no enrojezco con tanta facilidad, me parece que las otras<br />
cosas <strong>de</strong> que habla se aplican perfectamente a mí. He aquí, poco<br />
más o menos, lo que escribe: una muchacha durante los años <strong>de</strong><br />
pubertad, se repliega en sí misma y empieza a reflexionar sobre<br />
los milagros que se producen en su cuerpo.<br />
Yo también noto esta sensación; por eso, en estos últimos<br />
tiempos, me siento cohibida d<strong>el</strong>ante <strong>de</strong> Margot y <strong>de</strong> mis padres.<br />
En cambio, aunque sea más tímida que yo, Margot no <strong>de</strong>muestra<br />
la menor inhibición.<br />
Lo que me suce<strong>de</strong> me parece maravilloso; no sólo las<br />
transformaciones visibles <strong>de</strong> mi cuerpo, sino lo que se verifica en<br />
mi interior. Aun cuando yo nunca hable a nadie <strong>de</strong> mí misma, ni<br />
<strong>de</strong> todas estas cosas, pienso en <strong>el</strong>las y las refiero aquí.<br />
Cada vez que estoy indispuesta -sólo me ha sucedido tres<br />
veces- tengo la sensación <strong>de</strong> llevar en mi un secreto muy tierno, a<br />
<strong>de</strong>specho d<strong>el</strong> dolor, <strong>de</strong> la laxitud y <strong>de</strong> la suciedad; es porque, a<br />
pesar <strong>de</strong> los pequeños fastidios <strong>de</strong> esos pocos días, me regocijo<br />
en cierto modo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>el</strong> momento en que voy a sentir ese secreto<br />
una vez más.<br />
Sis Heyster dice también en su artículo que las muchachas <strong>de</strong><br />
esta edad no están muy seguras <strong>de</strong> sí mismas, pero no tardarán en<br />
reconocerse mujeres, con sus i<strong>de</strong>as, sus pensamientos y sus hábitos