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que nadan <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la edad <strong>de</strong> cuatro años y <strong>de</strong> los calambres que<br />

reclamaban sus cuidados. Si uno <strong>de</strong> nosotros toma la palabra,<br />

cualquier otro pue<strong>de</strong> fácilmente terminar la historia empezada.<br />

Cada anécdota la conocemos con anticipación; sólo <strong>el</strong> narrador<br />

la festeja riendo, completamente solo, juzgándose muy ocurrente.<br />

Los diversos lecheros, almaceneros y carniceros <strong>de</strong> ambas amas<br />

<strong>de</strong> casa tienen una larga barba en nuestras mentes, a tal punto su<br />

recuerdo es venerado o vituperado a la mesa. Nada <strong>de</strong> todo cuanto<br />

ha sido puesto y repuesto sobre <strong>el</strong> tapete, en <strong>el</strong> anexo, pue<strong>de</strong><br />

mantenerse joven y fresco. Es imposible.<br />

Podría acostumbrarme, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo, si al menos los<br />

mayores se abstuvieran <strong>de</strong> repetir incansablemente los r<strong>el</strong>atos que<br />

conocen por Koophuis o por Miep y Henk, añadiéndoles a veces<br />

<strong>de</strong>talles <strong>de</strong> su propia imaginación, <strong>de</strong> manera que me p<strong>el</strong>lizco <strong>el</strong><br />

brazo bajo la mesa para no interrumpir y poner sobre <strong>el</strong> camino<br />

recto al entusiasta narrador. Las muchachitas educadas, tales como<br />

<strong>Ana</strong>, no tienen bajo ningún pretexto <strong>el</strong> <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> corregir a los<br />

mayores, sean cuales fueren sus errores, sus embustes o sus<br />

invenciones.<br />

Un tema predilecto <strong>de</strong> Koophuis y Henk es <strong>el</strong> <strong>de</strong> los que se<br />

ocultan, así como <strong>el</strong> <strong>de</strong> los movimientos clan<strong>de</strong>stinos. No ignoran<br />

que todo cuanto concierne a nuestros semejantes y sus escondites<br />

nos interesa <strong>de</strong> modo prodigioso, que nos afligimos sinceramente<br />

cuando son atrapados, y saltamos <strong>de</strong> alegría cuando sabemos que<br />

un prisionero se ha escapado.<br />

El tema <strong>de</strong> las personas que se ocultan se ha tornado una<br />

costumbre tan cotidiana como antes <strong>el</strong> hábito <strong>de</strong> poner las<br />

pantuflas <strong>de</strong> papá <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la estufa. Son muchas las<br />

organizaciones como la «Holanda Libre», que ur<strong>de</strong>n falsos<br />

documentos <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntidad, suministran dinero a las personas<br />

ocultas, preparan refugios, proveen <strong>de</strong> trabajo clan<strong>de</strong>stino a los<br />

jóvenes. Quienes allí trabajan realizan una acción <strong>de</strong>sinteresada,<br />

ayudan y permiten vivir a otros poniendo muchas veces en p<strong>el</strong>igro<br />

su propia vida. El mejor ejemplo lo tengo aquí: <strong>el</strong> <strong>de</strong> nuestros<br />

© Pehuén Editores, 2001.<br />

)85(<br />

EL DIARIO DE ANA FRANK<br />

protectores, que nos han sacado ad<strong>el</strong>ante hasta ahora, y que,<br />

espero, lograrán su objetivo hasta <strong>el</strong> final, porque <strong>de</strong>ben resignarse<br />

a sufrir la misma suerte que nosotros en caso <strong>de</strong> <strong>de</strong>nuncia. Nunca<br />

hacen alusión o se han quejado <strong>de</strong> la carga que, indudablemente,<br />

representamos para <strong>el</strong>los.<br />

Todos los días suben a nuestra casa, hablan <strong>de</strong> negocios y <strong>de</strong><br />

política con los hombres, <strong>de</strong> aprovisionamiento y <strong>de</strong> los fastidios<br />

<strong>de</strong> la guerra con las damas, <strong>de</strong> libros y <strong>de</strong> periódicos con los<br />

niños. En todo lo que les es posible, se muestran joviales, traen<br />

flores y regalos para los cumpleaños y días <strong>de</strong> fiesta, y están siempre<br />

dispuestos a sernos útiles. Jamás olvidaremos <strong>el</strong> valor heroico <strong>de</strong><br />

quienes luchan contra los alemanes; pero existe también <strong>el</strong> valor<br />

<strong>de</strong> nuestros protectores, que nos <strong>de</strong>muestran tanto cariño y<br />

benevolencia.<br />

Se hacen correr los rumores más absurdos, pero, sin embargo,<br />

los hay que son verídicos. Esta semana, por ejemplo, <strong>el</strong> señor<br />

Koophuis nos ha contado que en la Gu<strong>el</strong>dre hubo un partido <strong>de</strong><br />

fútbol, uno <strong>de</strong> los equipos se componía exclusivamente <strong>de</strong><br />

hombres que actuaban en la resistencia y <strong>el</strong> otro <strong>de</strong> miembros <strong>de</strong><br />

la policía. En Hilversum se realizó una nueva distribución <strong>de</strong><br />

tarjetas <strong>de</strong> racionamiento, haciendo acudir a quienes protegen a<br />

los que se encuentran ocultos a cierta hora para recoger sus tarjetas,<br />

que se hallaban sobre una mesita, discretamente apartadas. Hay<br />

que tener agallas para hacer eso en la nariz y en las barbas <strong>de</strong> los<br />

nazis.<br />

Tuya,<br />

ANA<br />

Jueves 3 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1944

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