48 13 Revista digital, 3ra. épocasilbatos y palabrasEl guardagujasJuan José ArreolaEl forastero llegó sin aliento a la estación <strong>de</strong>sierta. Sugran valija, que nadie quiso cargar, le había fatigadoen extremo. Se enjugó el rostro con un pañuelo, y conla mano en visera miró <strong>los</strong> rieles que se perdían en elhorizonte. Desalentado y pensativo consultó su reloj: lahora justa en que el tren <strong>de</strong>bía partir.Alguien, salido <strong>de</strong> quién sabe dón<strong>de</strong>, le dio una palmadamuy suave. Al volverse el forastero se halló anteun viejecillo <strong>de</strong> vago aspecto ferrocarrilero. Llevabaen la mano una linterna roja, pero tan pequeña, queparecía <strong>de</strong> juguete. Miró sonriendo al viajero, que lepreguntó con ansiedad:-Usted perdone, ¿ha salido ya el tren?-¿Lleva usted poco tiempo en este país?-Necesito salir inmediatamente. Debo hallarme enT. mañana mismo.-Se ve que usted ignora las cosas por completo. Loque <strong>de</strong>be hacer ahora mismo es buscar alojamientoen la fonda para viajeros -y señaló un extraño edificioceniciento que más bien parecía un presidio.-Pero yo no quiero alojarme, sino salir en el tren.-Alquile usted un cuarto inmediatamente, si es quelo hay. En caso <strong>de</strong> que pueda conseguirlo, contrátelopor mes, le resultará más barato y recibirá mejoratención.-¿Está usted loco? Yo <strong>de</strong>bo llegar a T. mañanamismo.-Francamente, <strong>de</strong>bería abandonarlo a su suerte.Sin embargo, le daré unos informes.-Por favor...-Este país es famoso por sus ferrocarriles, comousted sabe. Hasta ahora no ha sido posible organizar<strong>los</strong><strong>de</strong>bidamente, pero se han hecho gran<strong>de</strong>s cosas enlo que se refiere a la publicación <strong>de</strong> itinerarios y a laexpedición <strong>de</strong> boletos. Las guías ferroviarias abarcany enlazan todas las poblaciones <strong>de</strong> la nación; se expen<strong>de</strong>nboletos hasta para las al<strong>de</strong>as más pequeñasy remotas. Falta solamente que <strong>los</strong> convoyes cumplanlas indicaciones contenidas en las guías y que pasenefectivamente por las estaciones. Los habitantes <strong>de</strong>l
13 Revista digital, 3ra. época49silbatos y palabraspaís así lo esperan; mientras tanto, aceptan las irregularida<strong>de</strong>s<strong>de</strong>l servicio y su patriotismo les impi<strong>de</strong> cualquiermanifestación <strong>de</strong> <strong>de</strong>sagrado.-Pero, ¿hay un tren que pasa por esta ciudad?-Afirmarlo equivaldría a cometer una inexactitud.Como usted pue<strong>de</strong> darse cuenta, <strong>los</strong> rieles existen,aunque un tanto averiados. En algunas poblacionesestán sencillamente indicados en el suelo mediantedos rayas. Dadas las condiciones actuales, ningún trentiene la obligación <strong>de</strong> pasar por aquí, pero nada impi<strong>de</strong>que eso pueda suce<strong>de</strong>r. Yo he visto pasar muchos trenesen mi vida y conocí algunos viajeros que pudieronabordar<strong>los</strong>. Si usted espera convenientemente, tal vezyo mismo tenga el honor <strong>de</strong> ayudarle a subir a un hermosoy confortable vagón.-¿Me llevará ese tren a T.?-¿Y por qué se empeña usted en que ha <strong>de</strong> serprecisamente a T.? Debería darse por satisfecho sipudiera abordarlo. Una vez en el tren, su vida tomaráefectivamente un rumbo. ¿Qué importa si ese rumbono es el <strong>de</strong> T.?-Es que yo tengo un boleto en regla para ir a T. Lógicamente,<strong>de</strong>bo ser conducido a ese lugar, ¿no es así?-Cualquiera diría que usted tiene razón. En la fondapara viajeros podrá usted hablar con personas quehan tomado sus precauciones, adquiriendo gran<strong>de</strong>scantida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> boletos. Por regla general, las gentesprevisoras compran pasajes para todos <strong>los</strong> puntos <strong>de</strong>lpaís. Hay quien ha gastado en boletos una verda<strong>de</strong>rafortuna...-Yo creí que para ir a T. me bastaba un boleto. Mírelousted...-El próximo tramo <strong>de</strong> <strong>los</strong> ferrocarriles nacionales vaa ser construido con el dinero <strong>de</strong> una sola persona queacaba <strong>de</strong> gastar su inmenso capital en pasajes <strong>de</strong> iday vuelta para un trayecto ferroviario, cuyos planos, queincluyen extensos túneles y puentes, ni siquiera hansido aprobados por <strong>los</strong> ingenieros <strong>de</strong> la empresa.-Pero el tren que pasa por T., ¿ya se encuentra enservicio?-Y no sólo ése. En realidad, hay muchísimos trenesen la nación, y <strong>los</strong> viajeros pue<strong>de</strong>n utilizar<strong>los</strong> con relativafrecuencia, pero tomando en cuenta que no se trata<strong>de</strong> un servicio formal y <strong>de</strong>finitivo. En otras palabras, alsubir a un tren, nadie espera ser conducido al sitio que<strong>de</strong>sea.-¿Cómo es eso?-En su afán <strong>de</strong> servir a <strong>los</strong> ciudadanos, la empresa<strong>de</strong>be recurrir a ciertas medidas <strong>de</strong>sesperadas. Hacecircular trenes por lugares intransitables. Esos convoyesexpedicionarios emplean a veces varios añosen su trayecto, y la vida <strong>de</strong> <strong>los</strong> viajeros sufre algunastransformaciones importantes. Los fallecimientos noson raros en tales casos, pero la empresa, que todolo ha previsto, aña<strong>de</strong> a esos trenes un vagón capillaardiente y un vagón cementerio. Es motivo <strong>de</strong> orgullopara <strong>los</strong> conductores <strong>de</strong>positar el cadáver <strong>de</strong> un viajerolujosamente embalsamado en <strong>los</strong> an<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> laestación que prescribe su boleto. En ocasiones, estostrenes forzados recorren trayectos en que falta uno <strong>de</strong><strong>los</strong> rieles. Todo un lado <strong>de</strong> <strong>los</strong> vagones se estremecelamentablemente con <strong>los</strong> golpes que dan las ruedassobre <strong>los</strong> durmientes. Los viajeros <strong>de</strong> primera -es otra<strong>de</strong> las previsiones <strong>de</strong> la empresa- se colocan <strong>de</strong>l ladoen que hay riel. Los <strong>de</strong> segunda pa<strong>de</strong>cen <strong>los</strong> golpescon resignación. Pero hay otros tramos en que faltanambos rieles, allí <strong>los</strong> viajeros sufren por igual, hastaque el tren queda totalmente <strong>de</strong>struido.-¡<strong>San</strong>to Dios!-Mire usted: la al<strong>de</strong>a <strong>de</strong> F. surgió a causa <strong>de</strong> uno <strong>de</strong>esos acci<strong>de</strong>ntes. El tren fue a dar en un terreno impracticable.Lijadas por la arena, las ruedas se gastaronhasta <strong>los</strong> ejes. Los viajeros pasaron tanto tiempo, que<strong>de</strong> las obligadas conversaciones triviales surgieronamista<strong>de</strong>s estrechas. Algunas <strong>de</strong> esas amista<strong>de</strong>s setransformaron pronto en idilios, y el resultado ha sidoF., una al<strong>de</strong>a progresista llena <strong>de</strong> niños traviesos quejuegan con <strong>los</strong> vestigios enmohecidos <strong>de</strong>l tren.-¡Dios mío, yo no estoy hecho para tales aventuras!-Necesita usted ir templando su ánimo; tal vez llegueusted a convertirse en héroe. No crea que faltanocasiones para que <strong>los</strong> viajeros <strong>de</strong>muestren su valory sus capacida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> sacrificio. Recientemente, doscientospasajeros anónimos escribieron una <strong>de</strong> laspáginas más gloriosas en nuestros anales ferroviarios.Suce<strong>de</strong> que en un viaje <strong>de</strong> prueba, el maquinista advirtióa tiempo una grave omisión <strong>de</strong> <strong>los</strong> constructores <strong>de</strong>la línea. En la ruta faltaba el puente que <strong>de</strong>bía salvarun abismo. Pues bien, el maquinista, en vez <strong>de</strong> ponermarcha atrás, arengó a <strong>los</strong> pasajeros y obtuvo <strong>de</strong>el<strong>los</strong> el esfuerzo necesario para seguir a<strong>de</strong>lante. Bajosu enérgica dirección, el tren fue <strong>de</strong>sarmado pieza porpieza y conducido en hombros al otro lado <strong>de</strong>l abismo,que todavía reservaba la sorpresa <strong>de</strong> contener ensu fondo un río cauda<strong>los</strong>o. El resultado <strong>de</strong> la hazañafue tan satisfactorio que la empresa renunció <strong>de</strong>finitivamentea la construcción <strong>de</strong>l puente, conformándosecon hacer un atractivo <strong>de</strong>scuento en las tarifas <strong>de</strong><strong>los</strong> pasajeros que se atreven a afrontar esa molestiasuplementaria.-¡Pero yo <strong>de</strong>bo llegar a T. mañana mismo!-¡Muy bien! Me gusta que no abandone usted su
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