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Ferrocarril Puebla-San Marcos - Museo Nacional de los ...

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54 13 Revista digital, 3ra. épocasilbatos y palabrasVarias regiones <strong>de</strong>l país, pero con especialidad la<strong>de</strong>l Golfo <strong>de</strong> México, son azotadas <strong>de</strong>spiadadamentepor <strong>los</strong> ciclones, cuyos efectos llegan hasta las costas<strong>de</strong>l Pacífico.Son las 19 horas 45 minutos. Llueve a cántaros. Elagua pertinaz. Chapoteando el lodo viene, en direcciónal campamento, el mensajero.─ ¡Ya estuvo! –Exclamo para mis a<strong>de</strong>ntros─ ¡tenemosnoveda<strong>de</strong>s!El mensajero llega hasta mi carro preguntando porel sobrestante.─Carro último –Le contesto─, el número 59045.Viejita –Digo a mi “costilla”─, apúrale al café, que por loque veo vamos a salir.─ ¡A salir!... ¿Y con tanta agua? –Expresa compungidami “cara mitad”.─Si, mi vida; y a remojarnos el cuero. ¡Apúrale!, queya viene el sobrestante con otros “compitas”.─Listo, mi celador, con sus herramientas, y váyaseacercando al motor –Me or<strong>de</strong>na este jefe─. Salimos aTres Picos a establecer las comunicaciones.─Bien, mi jefe. –Le contesto.Pero, maquinalmente me digo: ─“Tres Picos…─Pero si este lugar se encuentra a 185 km <strong>de</strong> distancia.¿No se equivocaría el sobrestante?No se ha equivocado, ¡es la verdad! La calma reinanteen <strong>los</strong> hogares se trueca en nerviosa actividad.Las mujeres se gritan <strong>de</strong> un carro a otro; quien reclamandolas tortillas, quien las servilletas y el chile,en tanto que <strong>los</strong> hombres van <strong>de</strong>l carro <strong>de</strong> las herramientasa un auto-armón con rol<strong>los</strong> <strong>de</strong> alambre, convoluminosas garruchas <strong>de</strong> grueso cable, con crucetas<strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra impregnadas <strong>de</strong> chapopote, con cajas <strong>de</strong>aisladores <strong>de</strong> vidrio, con largas picas y bien afiladosmachetes. Se cargan <strong>los</strong> tanques <strong>de</strong> auto-armón consuficiente gasolina para tan larga caminata. Y… ¡listos,que hay que partir al instante!─Cuídate mucho, viejito. –Dice con vehemencia laamorosa mujercita, que piensa en <strong>los</strong> peligros a que seexpone el marido.─ ¡A ver hasta cuando! –Contesta el “Juan”entusiasmado.Traquetear <strong>de</strong>l motor y el armón se abre paso a través<strong>de</strong>l tupido y monótono chasquear <strong>de</strong>l agua, mientrasla fuerza mecánica rola con vertiginosidad sobrelas brillantes cintas <strong>de</strong> acero que se han impuesto alas distancias.Allá van <strong>los</strong> celadores, alegres y confiados, sin pensaren el peligro. ¿El peligro? ¡Qué importa el peligro!Si las vidas <strong>de</strong> <strong>los</strong> obreros <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Nacional</strong>es <strong>de</strong> Méxicoestán plena y justamente aseguradas, cuando cumpliendocon el <strong>de</strong>ber vienen las <strong>de</strong>sgracias.“Juanelo” es el mote <strong>de</strong> un celador muy competentey servicial, pero arrebatado y gruñón cuando no se leda por su lado.En esta ocasión se andaba quedando, y por estacausa va malhumorado y con <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> buscar camorracon quien sea. Y la ocasión no se hace esperar,pues el “Tortugo”, apodo con el que se conoce alaguador, que es guazón hasta las cachas, le gasta unabroma a “Juanelo” a la que éste respon<strong>de</strong> con sonoracachetada. El chamaco se lleva la mano a la parteafectada, quedando mudo <strong>de</strong> asombro ante lo intempestivoy rudo <strong>de</strong>l impacto. Pero, repuesto <strong>de</strong> tan ingratasorpresa, con disimulo escon<strong>de</strong> dos lagrimones quecorren por sus mejillas. Y… hasta allí las cosas. ¡No hapasado nada!Después <strong>de</strong> seis horas <strong>de</strong> viaje continuo, en las queya no se encuentra postura que acomo<strong>de</strong>, llegamos allugar <strong>de</strong> <strong>los</strong> hechos. Estamos frente al torrente <strong>de</strong> impetuosasaguas. ¡Qué espectáculo! ¡Estrujante en verdad!¡Maravil<strong>los</strong>o y sublime para el espíritu soñador!Estrujante, sí, porque aquella inmensidad <strong>de</strong> aguaturbulenta, al salirse <strong>de</strong> su cauce, ha barrido con cuantose interpuso a su paso: árboles gigantes fueronarrancados <strong>de</strong> cuajo, terrenos <strong>de</strong> labor con exuberantesplantas se encuentran limpios y con gran<strong>de</strong>s barrancasque semejan heridas. El puente, hercúlea obraque resistió majestuosa el paso <strong>de</strong> raudos y pesadostrenes, ha cedido y se oculta entre las aguas cenagosas,avergonzado <strong>de</strong> su <strong>de</strong>rrota.Es maravil<strong>los</strong>o, sí, porque <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su misma fierezallama al espíritu <strong>de</strong> la meditación sobre la grandiosidad,porque <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su aspereza misma se pone <strong>de</strong>manifiesto el i<strong>de</strong>al libertario, i<strong>de</strong>al sublime que cuandose aherroja se <strong>de</strong>sborda también con implacablefiereza.Por un momento el ser se embebe en estas reflexiones,pero pronto vuelve a la realidad cuando lavoz <strong>de</strong>l sobrestante or<strong>de</strong>na:─Dos celadores y dos ayudantes a pasar el río conmigopara ten<strong>de</strong>r las líneas en forma provisional.Y diciendo y haciendo, fuera pantalones y fuerazapatos.Un tramo <strong>de</strong> rieles ha resistido la tensión <strong>de</strong> la corrientey el sobrestante trata <strong>de</strong> aprovechar<strong>los</strong> para va<strong>de</strong>arel río a horcajadas sobre el<strong>los</strong>.“Juanelo”, que <strong>de</strong>sea justificar su altanera conductaobservada en el trayecto, se apresta a ser uno <strong>de</strong> <strong>los</strong>primeros en el cumplimiento <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber; pero, a pesar<strong>de</strong> su buena voluntad, una vez más pone <strong>de</strong> manifiestola terquedad <strong>de</strong> su carácter, expresando a gran<strong>de</strong>svoces:

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