14.08.2015 Views

Ideas-para-el-Debate-N--3-Reforma-Constitucional

Ideas-para-el-Debate-N--3-Reforma-Constitucional

Ideas-para-el-Debate-N--3-Reforma-Constitucional

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

- 75III. ¿Qué cuenta como una “nueva” Constitución?En este punto, cabe detenerse en la –casi metafísica— cuestión de qué cuenta, exactamente, como una ‘nueva’Constitución. ¿Es necesario que se adopte una carta totalmente diferente a la actualmente vigente <strong>para</strong> poderdecir que nos encontramos ante una Constitución efectivamente ‘nueva’? ¿O basta con enmendar algunosaspectos puntuales de la carta vigente, de manera de cambiarle su ‘ADN’, por utilizar una expresión coloquial,<strong>para</strong> establecer que estamos ante una nueva Constitución?Considerando que, en la práctica, las más importantes constituciones que Chile ha tenido (la carta de1828, la de 1833, la de 1925 y la de 1980) han sido <strong>el</strong>aboradas en base a la que las precedió, es claro que una‘nueva’ Constitución no requiere contar con un articulado enteramente novedoso. En efecto, en la tradiciónconstitucional chilena nunca se ha ‘partido de cero’, sino que cada nueva carta fundamental se ha <strong>el</strong>aboradoa partir de la anterior. Esto explica, por ejemplo, que aún hoy la Constitución contenga la siguiente cláusula:“En Chile no hay esclavos y <strong>el</strong> que pise su territorio queda libre” (artículo 19 nº 2, inciso primero), disposiciónque viene recogiéndose desde la Constitución de 1828, la cual, en su artículo 11 establecía que “En Chile no hayesclavos; si alguno pisase <strong>el</strong> territorio de la República, recobra por este hecho su libertad”.El recoger disposiciones de cartas anteriores cada vez que se redactaba una nueva Constitución se hizo conmucha más frecuencia a medida que nos acercábamos al tiempo presente. De ahí que la Constitución de 1980recogiera –aun en su versión original— buena parte de lo dispuesto por la carta de 1925, aun cuando incluyóotras disposiciones que cambiaron la ‘identidad’ de la última.Así, puede descartarse de plano que una nueva Constitución requiera ‘partir de cero’, borrandoenteramente los <strong>el</strong>ementos más importantes de la tradición constitucional chilena. Por <strong>el</strong> contrario, ladiferencia entre una mera reforma constitucional y una nueva Constitución parece radicar en <strong>el</strong> hecho de qu<strong>el</strong>a ciudadanía –representada por quienes esta <strong>el</strong>ija— tenga la oportunidad de revisar la Constitución vigenteen su integridad, manteniendo aqu<strong>el</strong>lo que parezca razonable preservar y sustituyendo aqu<strong>el</strong>lo que considereinadecuado. Si esto es así, la demanda por una nueva Constitución no debe tomarse como una pulsión pordesechar completamente lo desarrollado durante doscientos años de rica tradición constitucional, sino quemás bien como la posibilidad de que <strong>el</strong> pueblo y sus representantes puedan otorgarse libre y soberanamenteuna carta que –necesariamente— mantendrá muchos <strong>el</strong>ementos de nuestro acervo constitucional, al tiempoque innova en otros aspectos, en un proceso que cuente con legitimidad democrática.IV. Taxonomía de las diferentes perspectivas constitucionales d<strong>el</strong> Chile actualEn la segunda sección de este ensayo, expresamos que la concepción d<strong>el</strong> rol que debe jugar una Constituciónen un Estado democrático tiene un fuerte impacto en <strong>el</strong> diagnóstico que de hecho se hace acerca de la ‘salud’constitucional d<strong>el</strong> país. En esta sección, argumentaremos que diferentes entendimientos d<strong>el</strong> rol de las cartasfundamentales influyen también en <strong>el</strong> tipo de nueva Constitución que se desea introducir, específicamente,si esta debe ser una carta exclusivamente política, o también económica y social.En este punto cabe anotar que, al interior d<strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> país que reclama una nueva carta fundamental,existen dos grupos claramente distinguibles. El primero de <strong>el</strong>los concibe a la Constitución como un documentoque contiene un programa económico y social definido, y que, por tanto, quisiera que una eventual nueva cartafundamental juegue un rol parecido al que buscó <strong>el</strong> constituyente autoritario con la de 1980, pero con unaideología de signo contrario. En otras palabras, este grupo busca ‘cong<strong>el</strong>ar’ su mod<strong>el</strong>o favorito de economíay sociedad en la Constitución, de manera de hacer imposible su alteración por <strong>el</strong> libre juego democrático. Elsegundo grupo, por <strong>el</strong> contrario, concibe <strong>el</strong> rol de la Constitución como uno fundamentalmente político, queestablece un marco básico de reglas democráticas <strong>para</strong> que diferentes mayorías introduzcan sus propuesta depolítica pública, las que permanecerán vigentes mientras sigan contando con la aprobación de la ciudadanía,al tiempo que se consagran un número reducido de derechos fundamentales dirigidos a proteger a las minorías.Para este segundo grupo, <strong>el</strong> gran problema de la Constitución de 1980 no es principalmente que contenga unaideología económico-social ‘equivocada’, sino <strong>el</strong> hecho de que –aun después de todas las enmiendas que se

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!