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Masonería - J. Boor - Gran Logia Provincial de las Islas Baleares

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De aquel suceso llamado <strong>de</strong> la “conspiración <strong>de</strong> la pólvora” en Inglaterra <strong>de</strong>rivaron<br />

los masones, con injusticia notoria, persecuciones contra la Compañía <strong>de</strong> Jesús; sobre el<br />

regicidio frustrado movido por la venganza <strong>de</strong> un noble ofendido en su honor levantó<br />

Pombal la primera persecución contra la institución; <strong>de</strong>l motín <strong>de</strong> <strong>las</strong> capas y sombreros<br />

contra el afortunado proveedor napolitano encumbrado por Carlos III a ministro <strong>de</strong><br />

Hacienda, Guerra, Justicia y teniente general, sin haber servido en la Milicia, sacó la<br />

masonería su campaña calumniosa para la expulsión <strong>de</strong> la Compañía <strong>de</strong> Jesús;<br />

explotando similares sucesos montó Choiseul, ayudado por la Pompadour, la conspiración<br />

que había <strong>de</strong> arrancar al senil Monarca su inicuo <strong>de</strong>creto <strong>de</strong> expulsión; y <strong>de</strong> la especie que<br />

la masonería hizo exten<strong>de</strong>r por Madrid <strong>de</strong> que Su Majestad era hijo adulterino, arrojando<br />

sombras sobre la virtud <strong>de</strong> la muy amada madre <strong>de</strong>l Monarca español, achacada<br />

falsamente por los masones a los jesuitas, nació en el pecho <strong>de</strong>l Soberano el encono que<br />

le <strong>de</strong>cidió a la extinción <strong>de</strong> la Compañía. A ello, sin duda, se refería la reserva que <strong>de</strong>cía<br />

guardar en lo más hondo <strong>de</strong> su pecho.<br />

A tanta calumnia y persecución respondió la maravillosa longanimidad <strong>de</strong> la<br />

Compañía <strong>de</strong> Jesús. Los conspiradores, los po<strong>de</strong>rosos, los revolucionarios, los que ponían<br />

en peligro el trono y los territorios <strong>de</strong> ultramar, salieron <strong>de</strong> <strong>las</strong> naciones humil<strong>de</strong>mente, sin<br />

abrir los labios, mansos como su capitán. Pudiendo valerse <strong>de</strong>l afecto que les tenía el<br />

pueblo y les profesaban los indios, no hicieron en Europa ni en América la menor<br />

resistencia, y, con humildad ejemplar, cumplieron <strong>las</strong> inicuas leyes que la potestad les<br />

imponía, virtu<strong>de</strong>s heroicas que constituyen un timbre <strong>de</strong> gloria para la Or<strong>de</strong>n y un<br />

elocuente mentís para los perseguidores.<br />

Pese a todas <strong>las</strong> <strong>de</strong>nuncias falsas y calumniosas, a los procesos, a los escritos y a<br />

<strong>las</strong> aparentes pruebas fabricadas, nada resultó contra la Or<strong>de</strong>n ni nada pudo <strong>de</strong>mostrarse<br />

contra ninguno <strong>de</strong> sus miembros. Aquella fábula, tan extendida y explotada por los<br />

masones en Europa contra los jesuitas en ultramar, que, separados por el mar y la<br />

distancia, solían vestir con atractivos ropajes para explotación <strong>de</strong> inocentes y crédulos <strong>de</strong><br />

que los jesuitas pretendían levantar un imperio propio en América, con un fantástico<br />

Emperador Nicolás, inserta en escritos y en libelos, que hasta llegó a tomar estado en <strong>las</strong><br />

<strong>de</strong>mandas <strong>de</strong> los Borbones a la Silla Apostólica, se <strong>de</strong>rrumbaba al primer soplo <strong>de</strong> la<br />

realidad. A este respecto, son interesantísimos los partes <strong>de</strong>l general Ceballos, enviado<br />

con tropas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Buenos Aires a <strong>de</strong>shacer los Estados in<strong>de</strong>pendientes <strong>de</strong>l fantástico<br />

Emperador Nicolás I, que acusa <strong>de</strong> una manera terminante “que todo era una pura fábula;<br />

que lo que allí había hallado era el <strong>de</strong>sengaño y la evi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> <strong>las</strong> falseda<strong>de</strong>s inventadas<br />

en Europa para per<strong>de</strong>r a los jesuitas; que allí nunca se había visto más que pueblos<br />

sumisos, vasallos pacíficos, religiosos ejemplares, misioneros celosos; en suma,<br />

conquistas hechas a la religión y al Estado por <strong>las</strong> armas <strong>de</strong> la mansedumbre, <strong>de</strong>l buen<br />

ejemplo y la caridad, y un Imperio compuesto <strong>de</strong> salvajes civilizados venidos<br />

espontáneamente a pedir el conocimiento <strong>de</strong> la Ley <strong>de</strong>l Crucificado y a someterse a ella,<br />

<strong>de</strong> su bella gracia para vivir unidos todos con los vínculos <strong>de</strong>l Evangelio, la práctica <strong>de</strong> la<br />

virtud y <strong>las</strong> costumbres sencil<strong>las</strong> <strong>de</strong> los primeros siglos <strong>de</strong>l cristianismo”. Las invenciones<br />

que la malicia masónica forjó contra los jesuitas <strong>de</strong>l Paraguay y que el Consejo<br />

extraordinario español convirtió en capitulo <strong>de</strong> cargos contra la Compañía, se <strong>de</strong>struían<br />

para siempre por el informe caballeroso y claro <strong>de</strong>l militar español.<br />

Del gran po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> los jesuitas, <strong>de</strong> su opulencia, <strong>de</strong> la usurpación <strong>de</strong> diezmos en <strong>las</strong><br />

iglesias <strong>de</strong> América y <strong>de</strong> su escandaloso comercio en aquel Continente, nada<br />

absolutamente existía. Ninguna conciencia honrada <strong>de</strong> los que pasaron por <strong>las</strong> posesiones<br />

españo<strong>las</strong> y portuguesas en ultramar pudo <strong>de</strong>cir jamás que notase cosa alguna que oliese<br />

a negocio o a comercio, salvo el <strong>de</strong> beneficiar a los indígenas en sus cosechas y en sus<br />

ganados, organizandoles su venta o su cambio por otros artículos para ellos necesarios.<br />

La colonización venía exigiendo que muchos religiosos misioneros alejados <strong>de</strong> población

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