Al impugnar la corrupción <strong>de</strong> <strong>las</strong> costumbres que la masonería fomenta, nos aclara: “Que la única educación que a los masones agrada, con que, según ellos, se ha <strong>de</strong> educar a la juventud, es la que llaman laica, in<strong>de</strong>pendiente, libre; es <strong>de</strong>cir, que excluya toda i<strong>de</strong>a religiosa. Pero cuán escasa sea ésta, cuán falta <strong>de</strong> firmeza y a merced <strong>de</strong>l soplo <strong>de</strong> <strong>las</strong> pasiones, bien lo manifiestan los dolorosos frutos que ya se ven en parte; como que en don<strong>de</strong>quiera que esta educación ha comenzado a reinar más libremente, suplantando a la educación cristiana, prontamente se han visto <strong>de</strong>saparecer la honra<strong>de</strong>z y la integridad, tomar cuerpo <strong>las</strong> opiniones más monstruosas y subir <strong>de</strong> todo punto la audacia <strong>de</strong> los crímenes.” “Tiene puesta la mira con suma conspiración <strong>de</strong> volunta<strong>de</strong>s, la secta <strong>de</strong> los masones, en arrebatar para si la educación <strong>de</strong> los jóvenes. Ved cuán fácilmente pue<strong>de</strong>n amoldar a su capricho esta edad tierna y flexible y torcerla hacia don<strong>de</strong> quieran, y nada más oportuno para formar para la sociedad una generación <strong>de</strong> ciudadanos tal cual ellos se la forjan.” “Que hubo en la sociedad masónica quien dijo públicamente y propuso que ha <strong>de</strong> procurarse con persuasión y maña que la multitud se sacie <strong>de</strong> la innumerable licencia <strong>de</strong> los vicios, en la seguridad <strong>de</strong> que así la tendrán sujeta a su arbitrio para atreverse a todo.” “Que conviene que el Estado sea ateo; que no hay razón para anteponer una a otra <strong>las</strong> varias religiones, sino todas han <strong>de</strong> ser igualmente consi<strong>de</strong>radas.” Al tratar <strong>de</strong> sus peligros para el Estado y <strong>de</strong> su influencia sobre los príncipes y gobernantes, nos anuncia con <strong>las</strong> siguientes palabras lo que luego vimos repetirse en muchas naciones y Estados: “Al insinuarse con los principes fingiendo amistad, pusieron la mira los masones en lograr en ellos socios y auxiliares po<strong>de</strong>rosos para oprimir la religión católica, y para estimularlos más acusaron a la Iglesia con porfiadísima calumnia <strong>de</strong> conten<strong>de</strong>r, envidiosa, con los príncipes sobre la potestad y reales prerrogativas. Afianzados ya y envalentonados con estas artes, cornenzaron a influir sobre manera en los Gobiernos, prontos, por supuesto, a sacudir los fundamentos <strong>de</strong> los imperios y a perseguir, calumniar y <strong>de</strong>stronar a los príncipes siempre que ellos no se mostrasen inclinados a gobernar a gusto <strong>de</strong> la secta.” La enemiga contra el Soberano belga en los tiempos mo<strong>de</strong>rnos y la tolerancia con los príncipes masones <strong>de</strong> Dinamarca, Noruega y Suecia son <strong>de</strong> una elocuente confirmación. Señalándonos últimamente para cortar el mal el arrancar la máscara a los masones, dictándonos el párrafo número 29, que realmente no tiene <strong>de</strong>sperdicio. Dice así: “Vuestra pru<strong>de</strong>ncia os dictará el modo mejor <strong>de</strong> vencer los obstáculos y <strong>las</strong> dificulta<strong>de</strong>s que se alzarán; pero como es propio <strong>de</strong> la autoridad <strong>de</strong> nuestro ministerio el indicaros Nos mismo algún medio que estimamos más conducente al propósito, que<strong>de</strong> sentado que lo primero que procuréis sea arrancar a los masones su máscara, para que sean conocidos tales cuales son; que los pueblos aprendan por vuestros discursos y pastorales, dados con este fin, <strong>las</strong> ma<strong>las</strong> artes <strong>de</strong> semejantes socieda<strong>de</strong>s para halagar y atraer la perversidad <strong>de</strong> sus opiniones y la torpeza <strong>de</strong> sus hechos. Que ninguno que estime en lo que <strong>de</strong>be su profesión <strong>de</strong> católico y su salvación juzgue serle licito por ningún titulo dar su nombre a la secta masónica, como repetidas veces lo prohibieron nuestros antecesores. Que a ninguno engañe aquella honestidad fingida; pue<strong>de</strong>, en efecto, parecer a algunos que nada pi<strong>de</strong>n los masones abiertamente contrario a la religión y buenas costumbres; pero como toda la razón <strong>de</strong> ser y causa <strong>de</strong> la secta estriba en el vicio y en la maldad, claro es que no es lícito unirse a ellos, ni ayudarlos <strong>de</strong> modo alguno.” Y termina pidiéndonos nuestras obras y nuestra oración con estas palabras proféticas: “Levántase insolente y regocijándose <strong>de</strong> sus triunfos la secta <strong>de</strong> los masones, ni parece poner ya límites a su pertinacia. Préstanse mutuo auxilio sus sectarios, todos unidos en nefando consorcio y por comunes ocultos <strong>de</strong>signios, y unos a otros se excitan a todo malvado atrevimiento. Tan fiero asalto pi<strong>de</strong> igual <strong>de</strong>fensa; es a saber: que todos los buenos se unan en amplísima coalición <strong>de</strong> obras y oraciones. Les pedimos, pues, por un
lado, que estrechando <strong>las</strong> fi<strong>las</strong>, firmes y <strong>de</strong> mancomún, resistan los ímpetus cada día más violentos <strong>de</strong> los sectarios. Por último, que levanten a Dios <strong>las</strong> manos y le supliquen con gran<strong>de</strong>s gemidos, para alcanzar que florezca con nuevo vigor la religión cristiana; que goce la Iglesia <strong>de</strong> la necesaria libertad; que vuelvan a la buena senda los <strong>de</strong>scarriados y al fin abran paso a la verdad los errores y los vicios a la virtud.” Sumemos nuestra voz y rompamos nuestra lanza por <strong>las</strong> intenciones <strong>de</strong> aquel preclaro Pontífice y que Dios confunda a los sectarios.
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