october-2011

SUR Y EL GOLFO / SOUTH & THE GULF
Cómo llegar: Desde el aeropuerto
de Puerto Escondido
hay que tomar un colectivo (camioneta
con lona azul o roja)
o taxi a la central de autobuses
ADO; desde el aeropuerto
de Huatulco sólo hace falta
caminar 300 metros hasta la
carretera costera (Federal 200),
para tomarlo. Si te diriges a
La Ventanilla, Mazunte o San
Agustinillo, bájate en el crucero
de Mazunte; y si vas a Zipolite
o Puerto Ángel, en Pochutla.
En ambos casos, toma ahí los
colectivos que van a las playas
y que cobran unos siete pesos
por persona; o bien, un taxi
que cobra 40 pesos por grupo
de cuatro personas.
La Riviera Oaxaqueña
es uno de esos rumbos
playeros como Phuket o
Goa, en Tailandia e India
respectivamente, donde uno
puede preguntarse si en
verdad hace falta llevar algo
más que una mochila. Piensa
en un reproductor de música,
varios libros, una tabla de
surf o el tanque de aire para
bucear. No necesitas más.
66 OCTUBRE-NOVIEMBRE 2011
Puesta de Sol de Manialtepec.
Restaurante La Puesta del Sol
Tel. (954) 588 3867
Lo mejor de toda esta combinación única
de playas de antología es que no hacen falta
grandes despliegues logísticos para disfrutarlas.
Es, en efecto, un paraíso para mochileros.
El rumbo puede ser remoto, pero una vez que
se llega a los aeropuertos de Puerto Escondido
o Huatulco, uno queda asombrado de lo
accesibles que son todos estos sitios mediante
transporte público. Por otra parte, es una zona
de bajo costo. Una cabaña estándar cómoda y
limpia a la orilla del mar para dos personas puede
costar desde 300 pesos en temporada baja;
y alimentos y servicios están en línea con lo anterior.
Difícilmente hay una zona en México donde
se pueda disfrutar de playas tan encantadoras a
precios tan bajos.
Por lo demás, se trata de un rumbo relajado.
Como hace cincuenta años, cuando fue “descubierta”
por los hippies, la Riviera Oaxaqueña no
le exige nada a los viajeros. Se puede andar en
la calle con cualquier tipo de ropa (o, en Zipolite,
sin ella), y ni quien se fije. Andar descalzo es tan
normal como llevar sandalias (lo raro es usar
zapatos). Nadie está al pendiente de lo que
uno hace o deja de hacer. Y como es un rumbo
cosmopolita , no importa quién o cómo sea uno;
raramente llamará más la atención que las tehuanas
de faldas anchas, el trotamundos rasta, el
surfista enmascarado o las chicas escandinavas
del tatuaje en la cadera. Aquí la vida no se toma
tan en serio, pero se goza bastante.
(Arriba) Descansando en La Palapa de Omar.
(Izquierda) Riscos en Punta Cometa.
No matter which route you take, one thing’s
certain: You’ll need a backpack for this journey.
The Oaxacan Riviera (the state’s central Pacific
coast) is composed of a unique combination of
beaches, rocks and natural hideaways, making
it an ideal location for hikers, backpackers
and adventurers. Although many hiking trails
in the area seem remote, most are easy to
reach by public transportation. Upon arrival to
Puerto Escondido or Huatulco Airport, most
travelers begin their trip along the coastline.
In southern Oaxacan, a road stretches from
the state’s interior to the coastal highway,
where half-a-dozen enchanting beaches lie: La
Ventanilla, San Agustinillo, Mazunte, Zipolite,
Puerto Angel and San Agustin are bundled
together in a small area, and each has its own
special allure. Affordable accommodations are
available at most of these beaches (usually
cabins or bungalows), which make for
excellent short-term stays. In Mazunte is the
Mexican Turtle Centre. It’s home to several
different aquatic and land turtles as well as
information about Oaxacan beaches. Two
kilometers away from Mazunte is La Ventanilla,
a breathtaking lagoon with several different
eco-tourism services. Puerto Escondido was
once a mere fisherman’s village, but now,
it’s home to several public beaches including
Zicatela (whose huge waves attract hordes of
surfers) and Carrizalillo and Puerto Angelito
(small bays with emerald-green waters). As
was the case 50 years ago, when the Riviera
was first established by hippies, it asks for
nothing of its travelers. Stroll along the beach
dressed or undressed—at least, in Zipolite.
Walking barefoot is as normal as wearing
sandals. Wearing shoes might even be more
strange. Since it’s a frequently traveled route,
few are watching or judging others. You’re
likely to find people from all corners of the
globe hanging out and mixing culture. It is,
without question, a backpacker’s paradise.
VIVAAEROBUS VIAJA A PUERTO ESCON-
DIDO. PARA MÁS INFORMACIÓN, VISITA
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