07.05.2013 Views

Cristianismo en crisis - Luz para las Naciones Internacional

Cristianismo en crisis - Luz para las Naciones Internacional

Cristianismo en crisis - Luz para las Naciones Internacional

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

CRISTIANISMO EN CRISIS<br />

pu<strong>en</strong>te, <strong>para</strong> asegurarse de que nada podía interv<strong>en</strong>ir <strong>en</strong> su<br />

movimi<strong>en</strong>to. Mi<strong>en</strong>tras su mirada recorría todos los lugares,<br />

vio algo que le horrorizó, <strong>para</strong>lizándole el corazón d<strong>en</strong>tro del<br />

pecho. Allá abajo, <strong>en</strong> un espacio del acerado <strong>en</strong>granaje que<br />

servía <strong>para</strong> facilitar el movimi<strong>en</strong>to del gran pu<strong>en</strong>te, estaba su<br />

hijo.<br />

»Apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te Greg había tratado de seguir a su padre,<br />

pero cayó del pasadizo. En esos mom<strong>en</strong>tos estaba exactam<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong>tre <strong>las</strong> inm<strong>en</strong>sas y afiladas puntas de hierro que t<strong>en</strong>ían<br />

que agarrarse de la cad<strong>en</strong>a que <strong>las</strong> movería. Aunque apar<strong>en</strong>taba<br />

estar consci<strong>en</strong>te, John pudo darse cu<strong>en</strong>ta de que una<br />

pierna de su hijo estaba sangrando profusam<strong>en</strong>te. De pronto<br />

un p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to ll<strong>en</strong>ó de pánico a John. Se dio cu<strong>en</strong>ta de que<br />

el bajar aquel pu<strong>en</strong>te hubiera significado que él mismo iba a<br />

matar al fruto más preciado de su propia vida.<br />

»Atorm<strong>en</strong>tado, su m<strong>en</strong>te se desbocaba <strong>en</strong> todas direcciones,<br />

buscando fr<strong>en</strong>éticam<strong>en</strong>te alguna solución. De pronto, un<br />

plan emergió. Con los ojos de su imaginación se vio a sí<br />

mismo agarrando un rollo de cuerdas, y asido fuertem<strong>en</strong>te,<br />

deslizándose hacia abajo hasta poder tomar a su hijo <strong>en</strong> uno<br />

de sus brazos y traerlo de regreso a la seguridad. T<strong>en</strong>dría<br />

<strong>en</strong>tonces tiempo, de salirle todo bi<strong>en</strong>, de mover <strong>las</strong> palancas<br />

y pre<strong>para</strong>r el pu<strong>en</strong>te <strong>para</strong> que cruzara el tr<strong>en</strong> que se acercaba.<br />

»Sin embargo, bi<strong>en</strong> pronto se dio cu<strong>en</strong>ta de la ins<strong>en</strong>satez<br />

de su plan. Sabía que no disponía de tiempo <strong>para</strong> tanto.<br />

Com<strong>en</strong>zó a sudar copiosam<strong>en</strong>te mi<strong>en</strong>tras el terror se reflejaba<br />

<strong>en</strong> cada expresión de su rostro. Trataba de p<strong>en</strong>sar más y más<br />

<strong>en</strong> alternativas, pero ya no podía. De sus labios brotaba el<br />

quejido de su propio corazón: ¿Qué debo hacer?, ¿qué debo<br />

hacer?<br />

»Sus s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos se agolpaban a medida que se acercaba<br />

el tr<strong>en</strong>. En un estado de pánico p<strong>en</strong>só <strong>en</strong> <strong>las</strong> 400 personas<br />

que inexorablem<strong>en</strong>te se movían hacia el pu<strong>en</strong>te. En un instante<br />

de <strong>en</strong>tre los árboles aparecería rugi<strong>en</strong>te el tr<strong>en</strong> a una<br />

velocidad imposible de det<strong>en</strong>erse. Pero, allí estaba su hijo...<br />

su único hijo... su orgullo... la alegría de su vida.<br />

156<br />

LEJOS DE LA EXPIACION<br />

»Su mamá --el podía ver ahora su rostro anegado <strong>en</strong><br />

lágrimas-o Era también su hijo, su adorado hijo. John volvió<br />

a p<strong>en</strong>sar que como padre t<strong>en</strong>ía que amar a su hijo sobre todo.<br />

»Pero <strong>en</strong> un mom<strong>en</strong>to, decidió lo que t<strong>en</strong>ía que hacer.<br />

Sabía que t<strong>en</strong>ía que hacerlo, así que clavando su cara sobre<br />

su pecho, haló la palanca. Los gritos de su hijo fueron<br />

rápidam<strong>en</strong>te apagados por los férreos ruidos del pu<strong>en</strong>te que<br />

iba ajustándose a su posición. Con solam<strong>en</strong>te segundos de<br />

marg<strong>en</strong>, el Expreso de Memphis --con sus 400 pasajeros-,<br />

apareció desde el follaje y cruzó raudo el inm<strong>en</strong>so pu<strong>en</strong>te.<br />

»John Griffith levantó su empalidecido y lloroso rostro<br />

y miró hacia <strong>las</strong> v<strong>en</strong>tanil<strong>las</strong> del tr<strong>en</strong> que cruzaba. Un hombre<br />

de negocios leía el periódico del día. Un uniformado conductor<br />

miraba neglig<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te su reloj de bolsillo. Las damas<br />

estaban disfrutando de su té <strong>en</strong> los carros de comedor. Un<br />

pequeño niño, extrañam<strong>en</strong>te parecido a su propio hijo, Greg,<br />

hundía la cuchara <strong>en</strong> una copa rebosante de helado. Muchos<br />

de los pasajeros se veían animados <strong>en</strong> medio de intrasc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tes<br />

conversaciones mi<strong>en</strong>tras otros sonreían casi descuidadam<strong>en</strong>te.<br />

»Pero nadie miró hacia él. Ni una sola persona echó una<br />

breve mirada al hueco ll<strong>en</strong>o de hierros que habían triturado<br />

la vida de su vida, todas sus esperanzas y todos sus sueños.<br />

»Preso de incont<strong>en</strong>ible angustia, él bajó el cristal de su<br />

cabina de control y gritó fuertem<strong>en</strong>te: ¿Qué es lo qué son<br />

ustedes? ¿No les importa? ¿No sab<strong>en</strong> que yo he sacrificado a<br />

mi hijo por ustedes? ¿Qué anda tan mal con ustedes que a<br />

nadie le importa?<br />

»Nadie contestó, nadie oyó. Ni siquiera uno miró. Y<br />

<strong>en</strong>tonces, tan rápidam<strong>en</strong>te como com<strong>en</strong>zó, todo había terminado.<br />

El tr<strong>en</strong> desapareció, moviéndose raudo por el pu<strong>en</strong>te,<br />

<strong>en</strong> busca de nuevos horizontes.<br />

Ahora mismo, mi<strong>en</strong>tras yo les repito esta historia, si<strong>en</strong>to<br />

mi rostro humedecido por <strong>las</strong> lágrimas. Porque esta ilustración<br />

es ap<strong>en</strong>as un destello de lo que Dios el Padre hizo por<br />

nosotros al sacrificar a Su Hijo, Jesús, <strong>para</strong> expiar los pecados<br />

del mundo (Juan 3:16). Sin embargo, de forma difer<strong>en</strong>te a<br />

157

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!