124 Evening Party. (óleo)
XIX EL CRIMEN DE CHELSEA ESPERAREMOS a otro, le <strong>de</strong>cía Félix Ortiz, con esa flema <strong>de</strong> hombre fatalista, <strong>de</strong> hombre espectador, que le caracteriza, al ver pasar como en una cinta cinematográfica, uno tras otro, aquella enorme cantidad <strong>de</strong> vehículos entre el gris invernal <strong>de</strong> Cavendish Square. <strong>Gustavo</strong>, impaciente -puesto que es el reverso <strong>de</strong> su compañero y no sabe esperar-, con sus gran<strong>de</strong>s maletas en cada mano, a cada tranvía que pasa le <strong>de</strong>cía mil injurias entre dientes. ¿Cómo que a otro? Subiremos al primero: a ése que viene. Y arrancándose <strong>de</strong> un extremo a otro <strong>de</strong> la plaza, burlando la velocidad <strong>de</strong> un taxi, dando un quiebro a un camión y pasando entre dos autobuses, confiándose en sus piernas, lo alcanza y preten<strong>de</strong> ganar la plataforma. Félix <strong>de</strong>trás, da algunos pasos, como dominado por la acción sugestiva <strong>de</strong> <strong>Gustavo</strong>, quien no reparando en nada, sube al estribo y a cabezadas y empujones, con sus dos gran<strong>de</strong>s maletas, preten<strong>de</strong> hacerse sitio. Pero la rodilla <strong>de</strong>l salvaje empleado tranviario la pone en el pecho <strong>de</strong>l intruso, haciéndole per<strong>de</strong>r el equilibrio y rodando por los suelos con sus maletas. Félix, que lo seguía, agarrándose <strong>de</strong> los lentes que quieren escapársele <strong>de</strong> las narices, abre la boca <strong>de</strong> risa <strong>de</strong> oreja a oreja. <strong>Gustavo</strong> se ha levantado rápidamente y congestionado <strong>de</strong> odio, lanza con gran furia una <strong>de</strong> sus maletas al tranvía que se aleja, esparciéndose por los ai¬res cuellos, pañuelos, calcetines y puños, como ramillete polícromo <strong>de</strong> fuegos artificiales. El espectáculo producido por este hecho, <strong>de</strong>bido al exceso <strong>de</strong> nerviosidad <strong>de</strong> <strong>Gustavo</strong>, resulta <strong>de</strong> una comicidad extraordinaria. Algunos transeúntes <strong>de</strong>tienen su paso, creyendo que se trata <strong>de</strong> la impresión <strong>de</strong> alguna película y también se acercan los policemen. Pero Félix da algunas explicaciones, y todos riendo continúan su camino. Aparte <strong>de</strong> algún inci<strong>de</strong>nte como éste, la vida <strong>de</strong> <strong>Gustavo</strong>, en Londres, transcurre tranquila. La fortuna se le dio <strong>de</strong> cara en «Grafton Galleries», y un talonario <strong>de</strong> libras -que guarda Cendoya, director <strong>de</strong>l Banco <strong>de</strong> Bilbao, en Londres- le permite una vida <strong>de</strong> gentleman. Su éxito artístico hace que su exposición se repita, invitado por el conservador <strong>de</strong>l <strong>Museo</strong> Municipal <strong>de</strong> Sheffield, en «Mappin Art Gallery», tanto como por invitación <strong>de</strong> los <strong>Museo</strong>s Municipales <strong>de</strong> Leeds, Hull y Manchester, abonándosele todos los gastos, y en otras poblaciones inglesas. Su temperamento afectuoso y su especial causerie, captan pronto gran<strong>de</strong>s influencias entre artistas literatos e interesantes amista<strong>de</strong>s. Nada tiene <strong>de</strong> particular, por lo tanto, su influencia en Fleet, la calle don<strong>de</strong> están los gran<strong>de</strong>s diarios, apareciendo en las principales revistas <strong>de</strong> Arte, reclamos GUSTAVO DE MAEZTU por Estanislao M.ª <strong>de</strong> Aguirre 125