Descargar PDF - Museo Gustavo de Maeztu
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LAS AVES FRÍAS<br />
HACE veinte años, bajo el resplandor rojizo que proyecta en el cielo la ciudad<br />
doliente, andaban sueltos y a colmillazos, por las calles <strong>de</strong> Bilbao, el clericalismo<br />
y el anticlericalismo; el segundo, como lógica sombra <strong>de</strong>l primero. No transcurría<br />
un día, sin que un estandarte se tambalease por los aires, entre un bosque <strong>de</strong> cirios y<br />
garrotes. Pero aquella intransigencia no llegaba a los límites <strong>de</strong> la ferocidad como en<br />
Estella, don<strong>de</strong> a un comisionista catalán, por estar leyendo El Motín tranquilamente<br />
sentado a la puerta <strong>de</strong> la fonda, haciendo la digestión <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber hecho una nota<br />
importante, un fanático carlista, le soltó un trabucazo en la cabeza, y los sesos y el periódico<br />
quedaron estampados en el rótulo <strong>de</strong>l fonducho.<br />
En Bilbao, la intransigencia no tomaba estos sangrientos caracteres, gracias a que<br />
fue oportunamente acorralada por las gentes <strong>de</strong> espíritu. Pero la intransigencia había<br />
enrarecido completamente el ambiente. La psicología bilbaina por una parte, a pesar<br />
<strong>de</strong> sus dos guerras civiles, es propicia a tal atmósfera, más quizá por tradición y coita<strong>de</strong>z<br />
que por convicción; la timi<strong>de</strong>z al<strong>de</strong>ana y la estupi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> un señoritismo inculto<br />
y repugnante, por otra, contribuían también a enrarecer aquel ambiente, profundamente<br />
hostil para cualquier hombre <strong>de</strong> espíritu.<br />
Para el pueblo, por ejemplo, un sombrero gran<strong>de</strong>, una corbata <strong>de</strong>scarada, cualquier<br />
prenda <strong>de</strong>sentonada <strong>de</strong> un gris dominante, le divierte, le extraña y le hace verter<br />
su socarronería burlona. Para el señoritismo uno que escriba o uno que pinte, era<br />
algo raro, algo así como un hombre ver<strong>de</strong>, que llevase un ojo en la frente, cuando no<br />
lo envolvían en su gracia <strong>de</strong> recetas y en sus <strong>de</strong>s<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> cretinos. Y es que en el fondo,<br />
no hay ninguna diferencia entre unos y otros, pues como dice La Bruyére, ¿dón<strong>de</strong><br />
empieza y dón<strong>de</strong> acaba el pueblo? En Bilbao la diferencia está en un sombrero <strong>de</strong><br />
Estudio. (dibujo)<br />
V<br />
GUSTAVO DE MAEZTU por Estanislao M.ª <strong>de</strong> Aguirre 35