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Descargar PDF - Museo Gustavo de Maeztu

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EL REGISTRADOR DE<br />

LA PROPIEDAD DE SEVILLA<br />

IX<br />

CÓMO ser romántico y no vivir una temporada en Sevilla? Aunque ya no creen<br />

en Sevilla, más que los ingleses y los señoritos flamencos españoles, esa lepra tan<br />

extendida por toda España, allá se fue <strong>Gustavo</strong>, con su carpeta bajo el brazo, a pasar<br />

una temporada en las orillas <strong>de</strong>l Guadalquivir,<br />

Más que a esa Sevilla <strong>de</strong>l señoritismo, <strong>de</strong> sosos y <strong>de</strong> castizos, más que a esa Sevilla<br />

flamenca que nutre <strong>de</strong> estupi<strong>de</strong>z todos los escenarios <strong>de</strong> varietés, más que a esa<br />

Sevilla <strong>de</strong> guitarreo y <strong>de</strong> mujerío <strong>de</strong> ojazos, como dicen los castizos chipén a la hermosa<br />

ciudad <strong>de</strong>l Betis, a la Sevilla quimérica <strong>de</strong> Don Juan, probablemente para ver si la osadía<br />

<strong>de</strong>l burlador <strong>de</strong>jó algo, y campear en sus atar<strong>de</strong>ceres como gentil sustituto.<br />

Y allá en Triana, en la misma calle <strong>de</strong>l Betis y frente a la Torre <strong>de</strong>l Oro, se instaló<br />

en compañía <strong>de</strong> Pepe Arrúe y <strong>de</strong> Pablo Arriarán, para pala<strong>de</strong>ar mejor el carácter.<br />

A <strong>Gustavo</strong> siempre le ha perseguido el folletón y en Sevilla quiso este pájaro negro<br />

que su albergue fuese una iglesia abandonada y convertida por su propietario en<br />

carbonería y talleres con vivienda para artistas. La distribución <strong>de</strong> tal vivienda era muy<br />

pintoresca. Los huecos que formaban sus naves laterales estaban habilitados para un<br />

vecino y por este motivo tuvo <strong>Gustavo</strong> que anidar sobre lo que en otros tiempos fue<br />

un altar.<br />

Santificados por el ambiente, la vida <strong>de</strong> estos tres nuevos vecinos fue honesta y<br />

tranquila, tal como a su situación correspondía y más cuando la abundancia <strong>de</strong> dinero<br />

no podía turbar la paz <strong>de</strong> sus espíritus.<br />

Una tinaja, llena <strong>de</strong> vino <strong>de</strong> la hoja don<strong>de</strong> <strong>de</strong> vez en cuando caía <strong>de</strong> bruces <strong>Gustavo</strong><br />

como en un pozo <strong>de</strong> inspiración, le hacía hablar a menudo en un extraño andaluz,<br />

mientras Sevilla langui<strong>de</strong>cía plácidamente arrullada por el Guadalquivir.<br />

Pero un día entró al taller un perro <strong>de</strong> la vecindad y olfateando, mordisqueando<br />

y enredándolo todo, se llevó la bota izquierda <strong>de</strong> <strong>Gustavo</strong>, quien ajeno a la gracia, estaba<br />

sobre un lienzo don<strong>de</strong> sus pinceles eran alas ligeras <strong>de</strong> su fantasía.<br />

Des<strong>de</strong> aquel momento, ya no hubo tranquilidad en aquella corte celestial. <strong>Gustavo</strong>,<br />

indignado, protestaba <strong>de</strong> lo que él creía una broma pesada <strong>de</strong> Arriarán, volviéndose<br />

loco buscando entre cajas y trastos viejos <strong>de</strong>l taller la bota <strong>de</strong>saparecida.<br />

Al fin, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> asegurar que los andaluces no tenían gracia, que los graciosos<br />

son los catalanes, no tuvo más solución que salir a paseo, aunque refunfuñando, con<br />

las botas <strong>de</strong> la patrona.<br />

GUSTAVO DE MAEZTU por Estanislao M.ª <strong>de</strong> Aguirre 65

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