Descargar PDF - Museo Gustavo de Maeztu
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Manrique. (dibujo) Estudio. (dibujo)<br />
En la rotonda <strong>de</strong>l café Arriaga, atraídos por la simpatía <strong>de</strong> los intelectuales, empezaban<br />
a agruparse los primeros amigos, algunos jóvenes republicanos que jamás hablaron,<br />
algún criminal que otro, dos o tres carteristas y el glover troter que, <strong>de</strong> cuando<br />
en cuando, caía por Bilbao. <strong>Gustavo</strong> era el centro <strong>de</strong> aquellos pintorescos Círculos<br />
don<strong>de</strong> se maduró el propósito y se <strong>de</strong>cidió la suerte <strong>de</strong> El Coitao.<br />
Pepe Arrúe tenía ochocientas pesetas que las aportaba al negocio, <strong>Gustavo</strong> <strong>de</strong> <strong>Maeztu</strong>,<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces «Don Tejón Vélez <strong>de</strong>l Duero», aportaba el alma, ya que no se la<br />
pudo colocar al Diablo y ya que los sinvergüenzas <strong>de</strong>l Monte <strong>de</strong> Piedad no las toman,<br />
y, Luis Mogrovejo, su casa -como redacción- en la calle Santa María.<br />
Un semanario nuevo, en una población pequeña, es siempre un acontecimiento<br />
que pica la curiosidad <strong>de</strong> las gentes y, por lo tanto, un negocio, <strong>de</strong>bió <strong>de</strong> pensar «Don<br />
Tejón Vélez <strong>de</strong>l Duero» y la llama <strong>de</strong>l optimismo prendió en los corazones <strong>de</strong> los tres<br />
consejeros. ¡Qué duda cabía! ¡Estaban sobre un negocio! ¿Por qué privarse, por lo tanto,<br />
<strong>de</strong> menu<strong>de</strong>ncias?<br />
Tres cafés, tres copas y tres puros, para los tres consejeros y Hurtado <strong>de</strong> Amézaga<br />
arriba, camino <strong>de</strong>l frontón, como tres señores constitucionales, o como tres señores<br />
establecidos. Un ochenta a cien, una vuelta, otra vuelta, un sudor frío y ¡pum!<br />
la pelota al colchón. Epítetos y más epítetos y... una ilusión <strong>de</strong>svanecida.<br />
Pero «Don Tejón Vélez <strong>de</strong>l Duero», sobreponiéndose al <strong>de</strong>sastre y sacando fuerzas<br />
<strong>de</strong> su <strong>de</strong>sconsuelo, habló con gran sabiduría: ¡Oye, Pepe! ¿Cuántas pesetas nos quedan?<br />
-Seis- Pues tráelas. Vamos a comprarnos tres puros para dar sensación <strong>de</strong> riqueza,<br />
y, echaremos el humo a las narices <strong>de</strong>l impresor para convencerle.<br />
GUSTAVO DE MAEZTU por Estanislao M.ª <strong>de</strong> Aguirre 53