Descargar PDF - Museo Gustavo de Maeztu
Descargar PDF - Museo Gustavo de Maeztu
Descargar PDF - Museo Gustavo de Maeztu
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Yo sentí, por <strong>Gustavo</strong>, algo muy raro, traducido en simpatía franca, que luego la<br />
Teosofía me ha <strong>de</strong>scifrado con su transmigración <strong>de</strong> las almas, y lo reconocí <strong>de</strong> cuando<br />
fuimos. Tímido como soy <strong>de</strong> temperamento, sentí gran admiración por mi antiguo<br />
amigo, porque fumaba y <strong>de</strong>cía palabrotas, porque tenía amigos <strong>de</strong> alpargatas y porque<br />
<strong>de</strong>cía, echando humo por la nariz, que era ateo. Le observaba y le admiraba, hasta el<br />
extremo <strong>de</strong> que un día miró para atrás, puesto que sus espaldas <strong>de</strong> chicarrón las tenía<br />
en el banco <strong>de</strong> <strong>de</strong>lante, y <strong>de</strong> emoción sé me olvidó la lección.<br />
Una tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> Carnaval, una <strong>de</strong> esas tar<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Carnaval que Bilbao babea la sucia<br />
lujuria contenida durante todo el año, Ramón Basterra y Juan <strong>de</strong> la Encina me presentaron,<br />
por fin, a <strong>Gustavo</strong> <strong>de</strong> <strong>Maeztu</strong> en los jardines <strong>de</strong> los Campos Elíseos. Aquella<br />
tar<strong>de</strong> fue la primera vez que bebí con <strong>Gustavo</strong>, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tanto tiempo.<br />
Mi memoria íbase aclarando, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la reencarnación, mientras observaba<br />
la nariz extraña <strong>de</strong> mi amigo y sus ojos <strong>de</strong> celuloi<strong>de</strong> <strong>de</strong> bazar; pero pronto, comprendí<br />
que se trataba <strong>de</strong> mi antiguo amigo <strong>de</strong> Hilleh, aunque yo tenía sin <strong>de</strong>svanecer mi<br />
última duda. A la cuarta botella <strong>de</strong> cerveza, ya teníamos <strong>de</strong>ntro tres litros <strong>de</strong> intimidad<br />
y me <strong>de</strong>cidí a <strong>de</strong>svanecer aquella sospecha.<br />
Oye, <strong>Gustavo</strong> -le dije, ro<strong>de</strong>ándole con mi brazo efusivo-, ya sé que hoy estamos<br />
en Carnaval, pero dime: ¿esa nariz es tuya? <strong>Gustavo</strong>, algo turbado y agarrándose a la<br />
nariz, me dijo al oído: Sí, y aunque a ti te parezca extraño, éste es el secreto <strong>de</strong> mi éxito<br />
con las mujeres. Este año se llevan así.<br />
Con Ramón Basterra he tenido siempre gran amistad, aunque también mis reservas.<br />
No sabía, si se reía <strong>de</strong> mí o <strong>de</strong> mis cosas, ya que él, era un experimentado en la vida<br />
literaria. Basterra y yo fuimos discípulos en el colegio <strong>de</strong> Orduña, <strong>de</strong> un salvaje que tenía<br />
pelos en la nariz y en los oídos, así que más probable es que también los tendría<br />
en el corazón. Era el hombre más parecido al orangután que he conocido. ¡Qué recuerdos<br />
tan <strong>de</strong>sagradables <strong>de</strong> aquel peludo! Porque me cogió hablando con Ramón Basterra,<br />
dirigiéndose a mí, dijo con su voz tiplona, precisamente el primer día que actuaba en<br />
el Colegio: ¡Ese niño gordito, sin bollo! A Ramón Basterra le entró tanta risa que, antes<br />
<strong>de</strong> llevarse las manos a la boca para contenerla, se encontró con el puño peludo<br />
<strong>de</strong>l orangután en la cara, con tal violencia, que su cabeza fue a dar con la <strong>de</strong> José María<br />
Arellano, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces se volvió rubio.<br />
Luego, volviéndose, me dio a mí una patada en el costado, que me entró un sudor<br />
frío y me hizo cambiar más colores que un camaleón, y, por añadidura, el orangután<br />
negro me puso al sol, castigado contra la pared durante el recreo, cuyas consecuencias<br />
fueron cuarenta días <strong>de</strong> cama en grave estado, precisamente en la misma cama don<strong>de</strong><br />
también Sabino Arana estuvo gravísimo. Aquello que según los profesores, para mi<br />
pobre madre fue una pulmonía, se curó creo que con cerato, ungüento misterioso, que<br />
cura todo en aquel Colegio. Con tales procedimientos pedagógicos, así tenemos sus dis-<br />
GUSTAVO DE MAEZTU por Estanislao M.ª <strong>de</strong> Aguirre 29