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Nezar - LETRA SABIA - Servicios Editoriales

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Francisco Fernández<br />

infierno.<br />

–Mañana no desayuno contigo en la cafetería. Te miro y sanseacabó<br />

–le dijo a su madre.<br />

–¿Y eso? –le preguntó Rosa.<br />

–Empezamos el mes de Ramadán. He visto con mis propios ojos<br />

esta noche la luna de Ramadán, así que ahora toca ayunar, desde que<br />

se vislumbra el primer hilo de claridad en el horizonte, hasta la puesta de<br />

sol.<br />

–¿Todavía estás con esa tontería del Ramadán? –preguntó de forma<br />

despectiva su padre, que estaba presente en la conversación.<br />

–¡Bueno! Déjalo que haga lo que quiera –su madre le defendió.<br />

–No, Rosa, si yo lo digo porque se acerca la Navidad y éste no es<br />

un mes muy dado a los ayunos. Lo que no quiero es que esté en ayunas<br />

todo el día y luego se hinche por la noche.<br />

–No, papá, comeré lo normal por la noche, como tú bien sabes. Parece<br />

como si fuese el primer año que cumplo con el ayuno de Ramadán<br />

es esta casa.<br />

–Es que las tonterías se me olvidan, Nono.<br />

–El ayuno en el mes de Ramadán no es ninguna tontería. Eres tú<br />

quien eres un irrespetuoso conmigo, porque yo no me meto con vosotros<br />

y menos en estas cosas.<br />

–Bueno, dejadlo ya. Me duele la cabeza. No comas si no quieres –<br />

Rosa puso fin y paz a aquella conversación.<br />

Durante aquel Ramadán, Nono se sentía lleno de sí mismo, y a<br />

ello contribuían, en gran medida, los ánimos que su madre estaba teniendo<br />

para afrontar la enfermedad. El pelo corto y negro de Rosa ya era<br />

claramente perceptible en su cabeza. El buen humor ya formaba parte<br />

de ella y el pañuelo de hachemí, que solía ponerse en la cabeza, había<br />

quedado abandonado en el interior del cajón de su mesilla de noche.<br />

Rosa era feliz. Había logrado descubrir el amor de su hijo Antonio y<br />

del resto de su familia, que en aquellos momentos era más cariñosa y<br />

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