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Nezar - LETRA SABIA - Servicios Editoriales

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Francisco Fernández<br />

sus páginas, tal y como le advirtió su madre antes de salir de su ciudad<br />

natal. Su débil concentración sería su punto de debilidad, al igual que su<br />

cansancio y su enorme complejo de inferioridad de ver que a su edad no<br />

tenía lo mismo que los demás. Eso sin contar con la grave enfermedad<br />

que su madre padecía.<br />

También contaban en su contra factores como el tener la casa limpia,<br />

las cosas ordenadas, la ropa en su debido estado y sacar tiempo<br />

para hacer la compra. Toda esa labor la debía de realizar el sábado por<br />

la tarde, ya que éste era su día libre. La mañana del sábado era el único<br />

rato de esparcimiento que Nono tenía en toda la semana. Durante esa<br />

mañana, el nuevo redactor aprovechaba para visitar a su amigo Kemel<br />

en la primera cafetería que le recibió a su llegada a Melilla y también<br />

para hablar con otros visitantes habituales con quienes compartían su<br />

conversación, su amistad y el té a la hierba buena, que todos tomaban<br />

sin diferencia de gustos.<br />

En aquella cafetería, Nono se olvidaba de todo. Podía decirse que<br />

la “Casa de Luis” se había trasladado a Melilla, porque en aquella terraza,<br />

se hablaba de los problemas reales y actuales que acontecían en la<br />

ciudad. Sin embargo, después de comer y tomar el café, cosa que también<br />

hacía en aquella cafetería, la soledad y el mal humor se adueñaban<br />

de Nono, mientras arreglaba la casa y se iba de compras, porque sabía<br />

que a la mañana siguiente, debía de ir al periódico y lo peor de todo era<br />

que Nono sabía que el director no le quería: Había pasado más de un<br />

mes desde que estaba en Melilla y todavía no le habían hecho un contrato<br />

de prueba de tres meses. Era rara la semana que Nono no tuviese que<br />

disculparse dos o tres veces con algunas de las personas a quienes había<br />

entrevistado. Y rara era también la semana en la que no recibía alguna<br />

queja también de su director.<br />

Nono sabía que contaba a su favor el hecho de que muy pocos redactores<br />

procedentes de la Península estaban dispuestos a desplazarse<br />

a Melilla para trabajar y menos por el sueldo que se pagaba en aquel<br />

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