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Nezar - LETRA SABIA - Servicios Editoriales

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Adonde tú vayas<br />

–¡Qué va, abuelo! Contigo hablo casi todos los días de mi vida y no<br />

me canso. Además, mantener buenas relaciones con la familia, salvo si<br />

ésta te impide cumplir tus obligaciones religiosas, es obligatorio –respondió<br />

su nieto, antes de besar la calvicie de su abuelo.<br />

Nono rezó con entusiasmo, con fe y con alegría, después de haber<br />

cumplido el precepto religioso del ayuno. Ya tenía preparados los 30 kilos<br />

de garbanzos que iba a dar a un necesitado por haber incumplido el<br />

ayuno el día de Navidad, además de mantener la firme intención de recuperar<br />

el ayuno del día de Navidad.<br />

Abuelo y nieto pasaron toda la mañana hablando de los tiempos<br />

en los que Nono era un niño y Enrique un hombre con fuerza para trabajar<br />

y caminar durante varias horas sin descansar. También tocaron el<br />

tema de la enfermedad de Rosa pero, a pesar de que hubo momentos de<br />

tristeza y de emoción, poco a poco, se impuso el sentido común y el buen<br />

humor.<br />

Al entrar en casa de sus padres, Nono se percató de, que sobre el<br />

sofá, los sillones y la mesa estaban colocados los mejores tapetes que<br />

tenía su familia. También, sobre la mesita del recibidor, había unas piedrecitas<br />

de cuarzo que antes no estaban y un hilo que unía una especie<br />

de cuentecitas de madera que él utilizaba para nombrar los 99 nombres<br />

de Alá con los dedos de su mano derecha. Dicho utensilio estaba situado<br />

bajo un cuadro que tenía escritos dichos nombres con una hermosa caligrafía.<br />

Ese cuadro se lo tenían prohibido poner en la pared de la sala de<br />

estar de la casa, desde hacía bastantes años. Su abuelo, tampoco lo tenía<br />

puesto en la habitación donde ahora dormía y Nono nunca le dijo<br />

nada por respeto.<br />

Ante aquella novedad, Nono no dijo nada, aunque su rostro no podía<br />

disimular su alegría. La casa estaba recién fregada, se notaba también<br />

que los cristales de las ventanas habían sido limpiados<br />

recientemente y dos velas aromáticas daban un olor a almizcle muy<br />

agradable a la sala de estar.<br />

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