joshua-harris-le-dije-adios-a-las-citas-amorosas
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Le <strong>dije</strong> adiós a <strong>las</strong> <strong>citas</strong> <strong>amorosas</strong><br />
Dándo<strong>le</strong> agua a los camellos<br />
En el antiguo testamento <strong>le</strong>emos sobre Rebeca, una joven mujer que ―redimió el<br />
tiempo‖, al cumplir fielmente con sus obligaciones diarias. Podemos aprender varias<br />
cosas al volver a estudiar la historia acerca de cómo ella se preparó, conoció y se casó<br />
con su esposo. La historia comienza cuando Abraham envía a su más antiguo y fiel<br />
sirviente a buscar<strong>le</strong> esposa a su hijo Isaac en el pueblo donde se había criado.<br />
Catherine Vos continúa el relato de la siguiente manera:<br />
Por fin, después de varios días de viaje, arribó al lugar donde vivía Nacor, el<br />
hermano de Abraham. La ciudad se llamaba Harán. Fuera de la ciudad había<br />
un pozo de agua. En un país tan seco a menudo había un solo pozo para toda<br />
una ciudad. Todas <strong>las</strong> noches <strong>las</strong> jóvenes de la ciudad iban al pozo, cargando<br />
grandes vasijas sobre <strong>las</strong> cabezas. Bajaban sus vasijas al pozo y sacaban agua.<br />
Entonces regresaban a sus casas con <strong>las</strong> vasijas l<strong>le</strong>nas de agua sobre sus cabezas<br />
para ser usadas por la familia.<br />
Cuando el sirviente de Abraham l<strong>le</strong>gó a Harán, hizo arrodillar a sus camellos<br />
cerca del pozo. Era de noche – cerca de la hora cuando <strong>las</strong> jóvenes se reunían<br />
a sacar agua del pozo.<br />
El sirviente de Abraham creía en Dios. Había tenido un viaje sin contratiempos<br />
y por fin l<strong>le</strong>gó a la ciudad a la cual Abraham lo había enviado. Pero pensó:<br />
―¿Cómo voy a saber cuál de <strong>las</strong> jóvenes es la que Dios desea como esposa para<br />
Isaac?‖ se arrodilló en la tierra al lado del pozo e inclinó su rostro y oró<br />
diciendo: ―¡Oh Señor, Dios de mi amo Abraham, ayúdame en este día!<br />
Cuando <strong>las</strong> hijas de los de la ciudad se acerquen a sacar agua y yo <strong>le</strong> diga a una<br />
de el<strong>las</strong>: ‗Te ruego que bajes tu cántaro y dame de beber‘ y si ella me dice:<br />
‗Bebe tú, y también a tus camellos‘; permite que esa sea la que has escogido<br />
como esposa para Isaac.<br />
A menudo Dios contesta oraciones casi entes de que pidamos, y así fue como<br />
lo hizo en esta ocasión.<br />
Antes que el sirviente terminara de orar, una muchacha muy hermosa llamada<br />
Rebeca se acercó al pozo.<br />
El sirviente pensó: ¿Podrá ser esta? Él corrió hacia ella y <strong>le</strong> dijo: - Te ruego que<br />
me des de beber de tu vasija. La joven <strong>le</strong> dijo cortésmente: - Bebe mi Señor, y<br />
yo sacaré agua para tus camellos también.<br />
La joven bajó la vasija se du cabeza y <strong>le</strong> dio de beber. Entonces vació el resto<br />
del agua en la pila donde bebían los camellos y continuó sacando agua hasta<br />
que todos los camellos se saciaron.<br />
El sirviente estaba asombrado porque ella <strong>le</strong> dijo e hizo tal y como él lo había<br />
orado. ¿Había sido contestada su oración tan pronto? Cuando los camellos<br />
bebieron suficiente agua, él <strong>le</strong> obsequió a Rebeca un anillo de oro muy caro<br />
que había traído, y puso en sus brazos dos hermosos braza<strong>le</strong>tes de oro.<br />
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