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Le <strong>dije</strong> adiós a <strong>las</strong> <strong>citas</strong> <strong>amorosas</strong><br />

Dándo<strong>le</strong> agua a los camellos<br />

En el antiguo testamento <strong>le</strong>emos sobre Rebeca, una joven mujer que ―redimió el<br />

tiempo‖, al cumplir fielmente con sus obligaciones diarias. Podemos aprender varias<br />

cosas al volver a estudiar la historia acerca de cómo ella se preparó, conoció y se casó<br />

con su esposo. La historia comienza cuando Abraham envía a su más antiguo y fiel<br />

sirviente a buscar<strong>le</strong> esposa a su hijo Isaac en el pueblo donde se había criado.<br />

Catherine Vos continúa el relato de la siguiente manera:<br />

Por fin, después de varios días de viaje, arribó al lugar donde vivía Nacor, el<br />

hermano de Abraham. La ciudad se llamaba Harán. Fuera de la ciudad había<br />

un pozo de agua. En un país tan seco a menudo había un solo pozo para toda<br />

una ciudad. Todas <strong>las</strong> noches <strong>las</strong> jóvenes de la ciudad iban al pozo, cargando<br />

grandes vasijas sobre <strong>las</strong> cabezas. Bajaban sus vasijas al pozo y sacaban agua.<br />

Entonces regresaban a sus casas con <strong>las</strong> vasijas l<strong>le</strong>nas de agua sobre sus cabezas<br />

para ser usadas por la familia.<br />

Cuando el sirviente de Abraham l<strong>le</strong>gó a Harán, hizo arrodillar a sus camellos<br />

cerca del pozo. Era de noche – cerca de la hora cuando <strong>las</strong> jóvenes se reunían<br />

a sacar agua del pozo.<br />

El sirviente de Abraham creía en Dios. Había tenido un viaje sin contratiempos<br />

y por fin l<strong>le</strong>gó a la ciudad a la cual Abraham lo había enviado. Pero pensó:<br />

―¿Cómo voy a saber cuál de <strong>las</strong> jóvenes es la que Dios desea como esposa para<br />

Isaac?‖ se arrodilló en la tierra al lado del pozo e inclinó su rostro y oró<br />

diciendo: ―¡Oh Señor, Dios de mi amo Abraham, ayúdame en este día!<br />

Cuando <strong>las</strong> hijas de los de la ciudad se acerquen a sacar agua y yo <strong>le</strong> diga a una<br />

de el<strong>las</strong>: ‗Te ruego que bajes tu cántaro y dame de beber‘ y si ella me dice:<br />

‗Bebe tú, y también a tus camellos‘; permite que esa sea la que has escogido<br />

como esposa para Isaac.<br />

A menudo Dios contesta oraciones casi entes de que pidamos, y así fue como<br />

lo hizo en esta ocasión.<br />

Antes que el sirviente terminara de orar, una muchacha muy hermosa llamada<br />

Rebeca se acercó al pozo.<br />

El sirviente pensó: ¿Podrá ser esta? Él corrió hacia ella y <strong>le</strong> dijo: - Te ruego que<br />

me des de beber de tu vasija. La joven <strong>le</strong> dijo cortésmente: - Bebe mi Señor, y<br />

yo sacaré agua para tus camellos también.<br />

La joven bajó la vasija se du cabeza y <strong>le</strong> dio de beber. Entonces vació el resto<br />

del agua en la pila donde bebían los camellos y continuó sacando agua hasta<br />

que todos los camellos se saciaron.<br />

El sirviente estaba asombrado porque ella <strong>le</strong> dijo e hizo tal y como él lo había<br />

orado. ¿Había sido contestada su oración tan pronto? Cuando los camellos<br />

bebieron suficiente agua, él <strong>le</strong> obsequió a Rebeca un anillo de oro muy caro<br />

que había traído, y puso en sus brazos dos hermosos braza<strong>le</strong>tes de oro.<br />

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