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joshua-harris-le-dije-adios-a-las-citas-amorosas

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Le <strong>dije</strong> adiós a <strong>las</strong> <strong>citas</strong> <strong>amorosas</strong><br />

ser. Al pensar en el ―corazón‖, nos viene a la mente simpáticos recortes de color rojo<br />

del día de los enamorados.<br />

Pero si a menudo examináramos nuestros corazones con honestidad, encontraríamos<br />

mentiras, egoísmo, lujuria, envidia y orgullo. ¡Y esa es la lista abreviada! El efecto sería<br />

similar a encontrar la foto de tu dulce abuelita en la lista de los diez crimina<strong>le</strong>s más<br />

buscados del país.<br />

Pero, aunque nos quedemos sorprendidos por ese descubrimiento, Dios no se<br />

sorprende. Él no solo comprende lo frágil que es el corazón humano, Él también<br />

reconoce con cuanta facilidad puede ser influenciado a ir por el camino incorrecto.<br />

El corazón engañoso<br />

La biblia está saturada de advertencias sobre la natura<strong>le</strong>za del corazón humano, y de<br />

instrucciones sobre cómo cuidar de él como una prioridad. Proverbios 4:23 nos dice:<br />

―sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón…‖ ¿Cómo debemos hacerlo? En<br />

primer lugar, piensa en guardar tu corazón como si fuera un criminal que está atado a<br />

una silla, y quiere liberarse y tumbarte de un golpe en la cabeza. En otras palabras,<br />

debes protegerte a ti mismo de la pecaminosidad de tu propio corazón. Debes tener<br />

mucho cuidado con tu corazón, reconociendo que puede hacerte mucho daño si no<br />

lo observas cuidadosamente.<br />

En Jeremías 17:9 <strong>le</strong>emos los siguiente: ―Engañoso es el corazón más que todas <strong>las</strong><br />

cosas, y perverso; ¿Quién lo conocerá?‖ aunque el consejo de algunos bien<br />

intencionados de hoy es: ―Sigue los deseos de tu corazón‖. La biblia nos advierte que<br />

tu corazón te puede l<strong>le</strong>var por caminos errados y aun peor por caminos de muerte.<br />

Nuestro corazón nos miente. Podemos sentir que algo es lo correcto, y estar<br />

comp<strong>le</strong>tamente equivocados.<br />

En su libro titulado First Things First (primero lo principal), el autor Stephen Covey<br />

usa una analogía que nos puede ayudar a entender la habilidad de nuestras<br />

emociones por desvirtuar la realidad. Si tomas una linterna y la haces brillar de noche<br />

sobre un reloj de sol, puedes lograr que el reloj seña<strong>le</strong> cualquier hora que desees.<br />

Pero aunque también de esta manera te está dando la hora, no es la correcta. ¿Por<br />

qué? Porque eres tu quien has manipulado de donde proviene la fuente de luz.<br />

De la misma manera, nuestras emociones tienen la habilidad de ―arrojar cierto grado<br />

de luz‖ sobre nuestras circunstancias, desde un sinnúmero de ángulos diferentes. Las<br />

emociones nos pueden decir precisamente lo que deseamos escuchar; pero no<br />

podemos depositar toda nuestra confianza en esas indicaciones del corazón.<br />

Julie, una joven de 19 años de edad que trabajó como recepcionista de un doctor, se<br />

sintió atraída hacia su jefe, un hombre casado que había comenzado a hacer<strong>le</strong><br />

insinuaciones sexua<strong>le</strong>s. Su deseo era actuar dirigida por la atracción que sentía por él,<br />

y ver hasta donde l<strong>le</strong>gaba su coqueteo.<br />

Su corazón <strong>le</strong> decía que se dejara l<strong>le</strong>var por sus sentimientos. ¿Debió ella haber<strong>le</strong><br />

hecho caso a sus sentimientos?<br />

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