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Le <strong>dije</strong> adiós a <strong>las</strong> <strong>citas</strong> <strong>amorosas</strong><br />

No podemos pasar por alto <strong>las</strong> responsabilidades del presente y esperar por arte de<br />

magia que vayamos a lograr la fuerza de carácter y la virtud que nos convertirá en<br />

buenos esposos y esposas. Si ni somos fie<strong>le</strong>s y estamos creciendo en <strong>las</strong> relaciones<br />

que ahora gozamos, después no estaremos preparados para alcanzar la fidelidad y el<br />

crecimiento en el matrimonio.<br />

Algún día yo quiero l<strong>le</strong>gar a ser un esposo piadoso, deseo poder cuidar de mi futura<br />

esposa, respetarla y protegerla. ¿De qué manera puedo prepararme para ello? Creo<br />

que Dios me ha dado una madre y una hermana para que aprenda a practicar como<br />

comprender y honrar a <strong>las</strong> mujeres. Si no puedo servir a mi madre y a mi hermana<br />

hoy, ¿Qué me hace pensar que estaré preparado para amor y servir a mi esposa en el<br />

futuro? Debo comenzar a practicar desde ahora. Lo opuesto <strong>le</strong> ocurre a <strong>las</strong> chicas<br />

con sus papás y hermanos. Las chicas pueden apreciar la relación que tienen con los<br />

hombres en sus vidas como sesiones de entrenamiento donde pueden aprender a<br />

amar y respetar a sus futuros esposos.<br />

El matrimonio no nos va a transformar en gente nueva; lo único que hará es actuar<br />

como un espejo, demostrando quienes somos en realidad. Es hoy cuando debemos<br />

poner en práctica lo que deseamos ser en el futuro. Vamos a examinar algunas áreas<br />

en <strong>las</strong> que podemos trabajar mientras somos solteros:<br />

1. Practica la intimidad.<br />

Aunque debemos evitar la intimidad prematura en nuestras relaciones románticas, sí<br />

debemos practicar la intimidad en otras relaciones donde hay un compromiso,<br />

comenzando con nuestras familias. Dios nos ha dado familias para que aprendamos<br />

el arte de compartir la vida.<br />

Cierta amiga mía l<strong>le</strong>gó a comprender que había desarrollado malos hábitos de<br />

comunicación con sus padres. Cada vez que sus padres intentaban hablar con ella, se<br />

cerraba y rehusaba compartir sus sentimientos.<br />

-Por fin me di cuenta – me dijo ella. Si no permito que los que están a mí alrededor<br />

se acerquen, algún día haré lo mismo con mi esposo.<br />

Tratando de remediar esta situación, mi amiga, ahora procura diligentemente<br />

desarrollar intimidad y franqueza con su familia. En vez de retirarse a su habitación<br />

después de la cena, trata por todos los medios de compartir y hablar con ellos. En vez<br />

de a<strong>le</strong>jarlos de los pormenores de su vida, ahora los invita a entrar y a participar. Este<br />

proceso, el cual no fue nada fácil al principio, no sólo forta<strong>le</strong>ció sus actua<strong>le</strong>s<br />

relaciones importantes, sino que también <strong>le</strong> enseña a desarrollar destrezas que algún<br />

día va a necesitar como esposa.<br />

2. Practica buscar a Dios junto a otros.<br />

Un amigo recién casado e contó que antes de casarse, él acostumbraba pasar tiempo a<br />

so<strong>las</strong> sin interrupciones durante <strong>las</strong> mañanas, para orar y escribir en su diario. Ahora<br />

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