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Le <strong>dije</strong> adiós a <strong>las</strong> <strong>citas</strong> <strong>amorosas</strong><br />

posib<strong>le</strong> que hayas escuchado alguien decir estas palabras en algún momento – quizá<br />

tú mismo <strong>las</strong> has usado.<br />

¿Por qué razón será que nos vemos obligado a comparar el amor con una trampa, o<br />

con un estado de desorden mental? ¿Qué es lo que revelan estas declaraciones sobre<br />

nuestras actitudes hacia el amor? Yo creo que la razón por la cual hacemos estas<br />

analogías exageradas, es porque eliminan toda responsabilidad personal. Si una<br />

persona cae presa en una trampa ¿podrá hacer algo al respecto? Si un animal contrae<br />

rabia y corre por todos lados echando espuma por la boca y mordiendo a <strong>las</strong><br />

personas, no puede hacer nada para excusar su comportamiento por cuanto está<br />

rabioso.<br />

¿te parece un poco absurdo dialogar sobre el amor en ta<strong>le</strong>s términos? Ya lo creo. Sin<br />

embargo, tenemos tendencia a expresar nuestras experiencias con el amor de igual<br />

manera. Pensamos en el amor como algo que fuera de nuestro dominio o control y<br />

por lo tanto nos auto disculpamos de tener que comportarnos de manera responsab<strong>le</strong>.<br />

En casos extremos, hay quienes <strong>le</strong> echan la culpa al amor por haber cometido actos<br />

de inmoralidad, asesinato, violación y muchos otros pecados. Está bien, está bien, es<br />

muy posib<strong>le</strong> que ni tú no yo hayamos hecho cosas semejantes; pero quizá <strong>le</strong> has<br />

mentido a tus padres o a tus amigos por causa de una relación. Tal vez ejerciste<br />

presión sexual indebida cobre tu compañero y si el amor está fuera de nuestro<br />

control, es imposib<strong>le</strong> que nos hagan sentir responsab<strong>le</strong>s por ta<strong>le</strong>s hechos. ―Sí, es<br />

cierto que nos hemos comportado imprudentemente, sí, estamos conscientes de<br />

haber<strong>le</strong> hecho daño a otros en el proceso, pero es que no lo pudimos evitar.<br />

Estábamos bajo el hechizo del amor‖.<br />

Una bofetada en la cara<br />

El mundo puede definir y defender al amor en estos términos, pero la Biblia nos ofrece<br />

una perspectiva comp<strong>le</strong>tamente diferente. Para la persona que practica el amor<br />

egocéntrico, gobernado por los sentimientos y fuera de control, al estilo del mundo, la<br />

definición que Dios ofrece del amor puede ser tan sorprendente como una inesperada<br />

bofetada en la cara.<br />

El mundo nos l<strong>le</strong>va a la pantalla grande sobre la cual se proyectan imágenes de pasión<br />

y romance y mientras nosotros <strong>las</strong> observamos el mundo nos dice: ―así es el amor‖.<br />

Dios nos l<strong>le</strong>va al pie de un madero sobre el cual cuelga el cuerpo ensangrentado y<br />

semidesnudo de un hombre, y nos dice: ―así es el amor.‖<br />

Dios siempre define el amor mientras apunta hacia su Hijo. La palabra se hizo carne<br />

y habitó entre nosotros, para darnos un punto de referencia, un ejemplo vivo,<br />

palpitante y revolucionario de lo que es el verdadero amor. El antídoto que nos<br />

ofrece Cristo en contra del veneno del amor egocéntrico ―Jesús dijo a sus discípulos:<br />

si alguno quiere venir en si de mismo, niéguese a sí mismo y tome su cruz y sígame,‖<br />

mateo 16:24.<br />

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