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Le <strong>dije</strong> adiós a <strong>las</strong> <strong>citas</strong> <strong>amorosas</strong><br />

Benjamín Til<strong>le</strong>t tiene esta humorística declaración: ―que Dios ayude al hombre que<br />

no desea casarse hasta encontrar la mujer perfecta, y que Dios lo ayude aun mas si es<br />

que la encuentra‖.<br />

Nunca encontraremos al cónyuge perfecto, de encontrarlo ¿Por qué razón desearía<br />

esa persona casarse con una persona imperfecta como yo? Benjamin Franklin dijo en<br />

cierta ocasión: ―mantengan los ojos bien abiertos antes de casarse – y entre abiertos<br />

después‖ el matrimonio requiere de fe en la provisión de Dios y en la disposición de<br />

perdonar todas <strong>las</strong> imperfecciones, la misericordia que es necesaria para mantener<br />

nuestros ojos ―entreabiertos‖ ante <strong>las</strong> faltas.<br />

Un joven me envió un mensaje por correo e<strong>le</strong>ctrónico relacionado con el temor que<br />

sentía respecto al matrimonio, ―¿Cómo es posib<strong>le</strong> l<strong>le</strong>gar a conocer a una persona<br />

antes del matrimonio, lo suficientemente bien, para estar seguro de que es la<br />

adecuada para mí? Me parece que casarse es semejante a saltar un precipicio‖.<br />

En cierto sentido él está correcto en lo que dice, el matrimonio siempre va a implicar<br />

un paso de fe. No es un paso a ciegas, sino un paso más allá de lo que podemos ver<br />

con certeza.<br />

Mi pastor C. J. Mahaney cuenta una historia muy graciosa de cómo antes de casarse,<br />

<strong>le</strong> extendió la mano al que sería su suegro y <strong>le</strong> dijo:<br />

-Gracias señor por confiarme a su hija.<br />

A lo que el hombre respondió: yo no confió en ti – y después de una larga pausa dijo:<br />

confío en Dios.<br />

Este padre tenía depositada su confianza en la persona correcta.<br />

No podemos confiar en nosotros mismos y tampoco podemos conocer<br />

comp<strong>le</strong>tamente a la persona con la que nos vamos a casar, pero sí podemos confiar<br />

en que Dios dirija nuestras decisiones y nos ayude a cumplir con nuestros<br />

compromisos.<br />

Verdadera hermosura<br />

Como soltero que soy, estoy procurando desarrollar en mi vida <strong>las</strong> actitudes correctas<br />

y un carácter piadoso; al observar a <strong>las</strong> joven<strong>citas</strong> a mí alrededor, trato de mantener<br />

los ojos bien abiertos. Y, sí, continúo con mi pequeño juego donde pregunto: ¿Qué<br />

es lo que realmente me importa al l<strong>le</strong>gar a los 50 años de edad? Esto me ayuda a<br />

poder mirar más allá de los asuntos pasajeros como lo son la juventud y la bel<strong>le</strong>za,<br />

concentrándome en <strong>las</strong> cosas esencia<strong>le</strong>s siendo alguna de el<strong>las</strong> el carácter y <strong>las</strong><br />

actitudes.<br />

Pobres chicas, si tuviesen la mas mínima idea de mi juego… pero ¿Quién sabe? Quizá<br />

el<strong>las</strong> han estado imaginándose como me veré al l<strong>le</strong>gar a los cincuenta. ¡Eso si que<br />

asusta!<br />

Uno de estos días- el momento por el que estado orando y esperando – voy a<br />

conocer una chica y cuando piense en ella a los 50 años de edad, ella será aun más<br />

hermosa de lo que es ahora. Los años no <strong>le</strong> van a restar valor ni hermosura; solo la<br />

harán ser mayor y más madura. Una mujer que tema a Dios, cuya forta<strong>le</strong>za interior<br />

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