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Harry Potter and The Deathly Hallows - Gif Animados

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CAPÍTULO 28. EL ESPEJO PERDIDO 322<br />

La Cabeza de Cerdo. Corrieron detrás de la barra y a través de una segunda puerta, que<br />

conducía a una engañosa escalera de madera, que subieron tan rápido como pudieron.<br />

Las escaleras daban a una sala de estar con una alfombra raída y una pequeña chimenea,<br />

sobre la cual colgaba un retrato gr<strong>and</strong>e al óleo de una chica rubia que miraba hacia el<br />

cuarto con una especie de dulzura ausente.<br />

Llegaron gritos desde las calles abajo. Aun llev<strong>and</strong>o la Capa de Invisibilidad puesta,<br />

se acercaron a la mugrienta ventana y miraron hacia abajo. Su salvador, a quien <strong>Harry</strong><br />

había reconocido como el cantinero de La Cabeza de Cerdo, era la única persona que no<br />

vestía una capucha.<br />

“¿Qué?” bramaba hacia una de las caras encapuchadas. “¿Qué? ¡Enviáis dementores<br />

a mi calle, yo respondo un Patronus! ¡No permitiré que se acerquen a mi! !Os lo he dicho!<br />

¡No lo permitiré!”<br />

“Ese no era tu Patronus,” dijo un mortifago. “Era un ciervo. ¡Era el de <strong>Potter</strong>!”<br />

“¡Ciervo!” gruño el cantinero, y saco su varita. “¡Ciervo! Idiota, ¡Expecto Patronum!”<br />

Algo enorme y con cuernos salió de la varia. Con la cabeza baja, embistió por High<br />

Street, hasta perderse de vista.<br />

“Eso no es lo que yo vi,” dijo el mortifago, aunque parecía ahora menos seguro.<br />

“Violaron el toque de queda, ya oiste el ruido,” dijo uno de sus compañeros al cantinero.<br />

“Alguien estaba afuera en la calle contra las regulaciones...”<br />

“¡Si quiero dejar salir a mi gato, lo haré, y al diablo tu toque de queda!”<br />

“¿Tu activaste el encantamiento aullido?”<br />

“¿Y qué si lo hice? ¿Vais a llevarme a Azkaban? ¿Asesinarme por asomar la nariz fuera<br />

de mi propia puerta principal? ¡Hacedlo entonces, si queréis! Pero espero por vuestro bien<br />

que no hayais presionado vuestrass pequeñas Marcas Oscuras, convocándolo. No le va a<br />

gustar que le hagan venir aquí por mi y mi viejo gato, ¿o si?”<br />

“¡No te preocupes por nosotros,” dijo uno de los mortifagos, “preocupate por ti mismo,<br />

¡viol<strong>and</strong>o el toque de queda!”<br />

“¿Y en donde traficaréis con pociones y venenos cu<strong>and</strong>o mi bar sea clausurado?<br />

¿Qué pasara entonces vuestra pequeña actividad suplementaria?”<br />

“¿Nos estas amenaz<strong>and</strong>o?”<br />

“Mantengo la boca cerrada, por venír aquí, ¿o no?”<br />

“¡Sigo diciendo que vi un Patronus con forma de ciervo!” grito el primer mortifago.<br />

“¿Ciervo?” rugió el cantinero. “¡Es una cabra, idiota!”<br />

“Vale, cometimos un error,” dijo el segundo mortifago. “¡Viola el toque de queda de<br />

nuevo y no seremos tan clementes!”<br />

Los mortifagos avanzaron a zancadas de vuelta hacia High Street. Hermione gimió de<br />

alivio, saliendo de debajo de la capa, y se sentó en una silla de patas bamboleantes. <strong>Harry</strong><br />

corrió las cortinas y después retiro la capa de Ron y de sí mismo. Podían oir al cantinero<br />

abajo, eh<strong>and</strong>o los cerrojos de la puerta del bar, y después subiendo las escaleras.<br />

La atención de <strong>Harry</strong> fue capturada por algo que habia en la repisa de la chimenea,<br />

un pequeño espejo rectangular, colocado de pie, justo debajo del retrato de la chica.<br />

El cantinero entró en el cuarto.

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