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El Arte de bendecir. Para vivir espiritualmente la vida cotidiana

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EL ARTE DE BENDECIR<br />

gran<strong>de</strong>s irritaciones <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>vida</strong> (creadas íntegramente por el<br />

pequeño yo que quiere reinar como un tirano). Así pues, si<br />

en alguna ocasión te agarra <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> compa<strong>de</strong>certe a ti<br />

mismo, <strong>de</strong> sentirte víctima <strong>de</strong> <strong>la</strong> existencia, el mejor remedio<br />

consistirá en explotar en bendiciones a <strong>la</strong> <strong>vida</strong>, a todo<br />

lo bueno que tienes, a tus amigos, a <strong>la</strong> belleza <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza...<br />

Si lo haces con insistencia, algún día tu pequeño ego<br />

se marchará cabizbajo y con el rabo entre <strong>la</strong>s piernas.<br />

La gratitud es una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s armas espirituales más po<strong>de</strong>rosas<br />

que existen, como se <strong>de</strong>duce <strong>de</strong>l siguiente re<strong>la</strong>to.<br />

Un día, el diablo se <strong>de</strong>cidió a abandonar su trabajo:<br />

«¡Ya está bien <strong>de</strong> siglos y siglos <strong>de</strong> astucias, <strong>de</strong> esfuerzos<br />

incesantes, <strong>de</strong> lo que me parecen supremas victorias y se<br />

convierten en todo lo contrario!». Decidió, por tanto, tirar<br />

<strong>la</strong> toal<strong>la</strong>. Pero antes <strong>de</strong> marcharse, y para asegurarse al<br />

menos un retiro conveniente, <strong>de</strong>cidió poner en venta sus<br />

armas.<br />

¡Era un excelente paquete! Lo anunció a tope por los<br />

medios <strong>de</strong> comunicación. <strong>El</strong> acontecimiento tendría lugar<br />

en una célebre sa<strong>la</strong> <strong>de</strong> ventas <strong>de</strong> una gran ciudad. <strong>El</strong> día D,<br />

montones <strong>de</strong> negociantes se agolpaban a <strong>la</strong> puerta. A<strong>de</strong>más<br />

<strong>de</strong> los dictadores, los tiranos, los explotadores, los jefes <strong>de</strong><br />

servicios secretos y otros compradores potenciales <strong>de</strong> todo<br />

calibre, también aparecieron por allí los simples curiosos,<br />

los especialistas en exorcismos y unas cuantas personas <strong>de</strong><br />

espíritu inquisitivo.<br />

Las armas estaban expuestas en espléndidos escaparates,<br />

cada una con su precio correspondiente: el odio, <strong>la</strong> avaricia,<br />

<strong>la</strong> lujuria; <strong>la</strong> indiferencia, que abría camino real a<br />

todas <strong>la</strong>s <strong>de</strong>más, <strong>la</strong> autocompasión, <strong>la</strong> envidia... y todo lo<br />

que puedas imaginar. <strong>El</strong> diablo había ido acumu<strong>la</strong>ndo sus<br />

armas durante tantos miles <strong>de</strong> años que no sólo eran<br />

muchísimas en número, sino que, a<strong>de</strong>más, eran <strong>de</strong> un refinamiento<br />

impresionante y tenían una enorme capacidad <strong>de</strong><br />

adaptarse a cualquier paisano presto a <strong>de</strong>jarse entrampar.<br />

CONCLUSIÓN. Y AHORA... ¡BUEN VIAJE.' 139<br />

En un rincón, en un stand particu<strong>la</strong>rmente bien <strong>de</strong>corado,<br />

y a un precio diez veces superior al <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s <strong>de</strong>más<br />

armas, <strong>de</strong>stacaba un instrumento viejo y usado, incluso<br />

medio roto. Aquel espacio parecía el rincón más recóndito<br />

<strong>de</strong> una vieja carpintería. Y era el lugar en el que el mismo<br />

diablo había <strong>de</strong>cidido insta<strong>la</strong>rse para dirigir <strong>la</strong> venta. Un<br />

enorme cartel <strong>de</strong>cía: «Mi arma más eficaz». En una mesa<br />

había un grueso libro en el que figuraban los nombres <strong>de</strong><br />

todas <strong>la</strong>s personas que, en todas <strong>la</strong>s <strong>la</strong>titu<strong>de</strong>s y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

noche <strong>de</strong> los tiempos, se habían <strong>de</strong>jado embaucar por aquel<br />

arma: ¡el <strong>de</strong>sánimo!<br />

Un buscador espiritual, que había venido a informarse<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong>s astucias y malicias <strong>de</strong>l tentador, se extrañó <strong>de</strong>l precio.<br />

Entabló una discusión con el diablo. En un momento<br />

dado, le preguntó si existía alguna réplica que se pudiera<br />

dar, alguna <strong>de</strong>fensa eficaz contra aquel «<strong>de</strong>sánimo». «En<br />

todo caso, ¡no pensarás que te lo voy a <strong>de</strong>cir!», exc<strong>la</strong>mó el<br />

diablo enfadado. <strong>El</strong> buscador se alejó. Durante <strong>la</strong> jornada,<br />

volvió en varias ocasiones y le p<strong>la</strong>nteó <strong>la</strong> misma pregunta.<br />

Tranqui<strong>la</strong>mente, como seguro <strong>de</strong> sí mismo. <strong>El</strong> <strong>de</strong>monio le<br />

respondía siempre con una negativa categórica y ^eca, pero<br />

su voz iba <strong>de</strong>notando que cada vez se ponía más nervioso.<br />

Al acabar el día, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que el visitante imperturbable<br />

le hubiera hecho <strong>la</strong> misma pregunta más <strong>de</strong> quince veces,<br />

el diablo terminó por explotar: «¡Me pones frenético con tu<br />

insistencia. Personas como tú son <strong>la</strong>s que me han hecho <strong>la</strong><br />

muerte imposible» (el diablo no pronunciaba jamás <strong>la</strong><br />

pa<strong>la</strong>bra «<strong>vida</strong>»; es el término más <strong>de</strong>testable para él, junto<br />

con <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra «amor»). «Pues bien, te lo voy a <strong>de</strong>cir. Y<br />

luego sal <strong>de</strong> aquí pitando. Mira, tengo que reconocer que<br />

los humanos han encontrado el arma secreta imparable<br />

para <strong>de</strong>sactivar e¡ <strong>de</strong>sánimo: es <strong>la</strong> gratitud. Es también <strong>la</strong><br />

<strong>de</strong>fensa más eficaz contra otras muchas <strong>de</strong> mis astucias. ¡A<br />

cuántos diablos subalternos míos no habré con<strong>de</strong>nado yo a

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