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El Arte de bendecir. Para vivir espiritualmente la vida cotidiana

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68<br />

EL ARTE DE BENDECIR<br />

muían una cólera mucho mayor contra ellos mismos que<br />

contra los <strong>de</strong>más. Se hacen daño a sí mismos endureciéndose,<br />

retrasando simplemente el día en que tendrán que<br />

trascen<strong>de</strong>r sus pensamientos o sus acciones perversas. No<br />

hay persona <strong>espiritualmente</strong> sana que pueda <strong>de</strong>sear el mal<br />

o el sufrimiento a otros. Y si <strong>la</strong> Reg<strong>la</strong> <strong>de</strong> oro pue<strong>de</strong> permitirnos<br />

ayudar a alguien a evitar sus sufrimientos, ¿hay alguien<br />

que no quiera hacer uso <strong>de</strong> esta maravillosa libertad?<br />

Pero -diréis- ¿qué ocurre con los que p<strong>la</strong>nifican conscientemente<br />

el mal? No ya el alcohólico que asesina a<br />

alguien en medio <strong>de</strong> una crisis en <strong>la</strong> que no sabe contro<strong>la</strong>rse,<br />

sino el hombre <strong>de</strong> negocios que utiliza <strong>la</strong> corrupción<br />

para hacerse con los mercados, o el traficante <strong>de</strong> armas que<br />

se enriquece con <strong>la</strong>s minas antipersonales, mientras que el<br />

gobierno <strong>de</strong> su país finge ignorar sus manejos.<br />

Po<strong>de</strong>mos apren<strong>de</strong>r a ben<strong>de</strong>cirlos en su integridad (o<br />

sea, precisamente en <strong>la</strong> cualidad que necesitarían manifestar<br />

y que, al parecer, les falta), ya que el mal es a veces <strong>la</strong><br />

i<strong>de</strong>a más elevada que algunos tienen <strong>de</strong>l bien (como esos<br />

jóvenes soldados a quienes su país ha entusiasmado e incitado<br />

a matar para «<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r a <strong>la</strong> patria»). En cada momento<br />

<strong>de</strong>terminado, cada ser humano está en su nivel más<br />

alto <strong>de</strong> conciencia. Aun el traficante <strong>de</strong> armas, el dictador,<br />

el chulo o el negociante sin escrúpulos, con sus visiones<br />

<strong>de</strong>l universo que les hacen creer que pue<strong>de</strong>n <strong>vivir</strong> a costa<br />

<strong>de</strong> los <strong>de</strong>más. Porque si tuvieran una visión más evolucionada,<br />

abandonarían rápidamente su comportamiento agresivo.<br />

Piensa en tu propia <strong>vida</strong>: ¿has realizado alguna vez el<br />

mal conscientemente, a sabiendas <strong>de</strong> que aquello era un<br />

comportamiento <strong>de</strong>structivo para ti mismo tanto como para<br />

los <strong>de</strong>más, y has perseverado en ese camino a pesar <strong>de</strong><br />

tener una conciencia c<strong>la</strong>ra <strong>de</strong> que a <strong>la</strong>rgo p<strong>la</strong>zo era un<br />

camino sin salida?<br />

Nada nos ayuda tanto a abstenernos <strong>de</strong> juzgar a los<br />

<strong>de</strong>más como esta constatación <strong>de</strong> que cada uno está en<br />

LA REGLA DE ORO 69<br />

cada instante en su nivel más alto <strong>de</strong> conciencia (Es evi<strong>de</strong>nte,<br />

por el contrario, que se <strong>de</strong>be con<strong>de</strong>nar con <strong>la</strong> más<br />

intensa energía el acto malvado en sí mismo, según el antiguo<br />

adagio teológico: con<strong>de</strong>na el pecado, no al pecador).<br />

Hay un lugar en el que el mal es siempre resultado <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> ignorancia: ignorancia <strong>de</strong> <strong>la</strong>s leyes espirituales que gobiernan<br />

el universo; ignorancia <strong>de</strong> que el camino <strong>de</strong>l amor<br />

incondicional, <strong>de</strong> <strong>la</strong> obediencia a <strong>la</strong> Reg<strong>la</strong> <strong>de</strong> oro, es el<br />

camino supremo hacia <strong>la</strong> felicidad y <strong>la</strong> libertad para todos;<br />

ignorancia <strong>de</strong>l hecho <strong>de</strong> que, más pronto o más tar<strong>de</strong>, el<br />

mal que cometemos conscientemente vuelve a nosotros, ¡y<br />

a menudo con sobrecargas multiplicadas!<br />

Un amigo nos contaba que durante <strong>la</strong> guerra <strong>de</strong>l Golfo,<br />

cuando los medios <strong>de</strong> comunicación occi<strong>de</strong>ntales se <strong>de</strong>sataban<br />

contra Saddam Hussein y lo <strong>de</strong>scribían casi como <strong>la</strong><br />

encarnación <strong>de</strong>l mal, su primera reacción fue <strong>la</strong> <strong>de</strong> ben<strong>de</strong>cir<br />

a Hussein, «porque en el fondo <strong>de</strong>l peor criminal se<br />

oculta un hijo o una hija <strong>de</strong>l Creador que no sabe lo que<br />

él mismo es. ¿Y cómo iba a ser posible que cambiara<br />

Hussein con el muro <strong>de</strong> odio con que todos lo ro<strong>de</strong>aban?<br />

Solo el amor permite a una persona que se siente culpable<br />

o que, por el contrario, está totalmente convencida <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

rectitud <strong>de</strong> su postura, modificar<strong>la</strong>. Cuando una persona<br />

está a <strong>la</strong> <strong>de</strong>fensiva, es muy difícil que modifique su punto<br />

<strong>de</strong> vista, porque sólo piensa en <strong>la</strong> supervivencia, sea <strong>de</strong> su<br />

pequeño ego, sea <strong>de</strong> algún privilegio material que se<br />

empeña en <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r», añadía.<br />

Esta actitud no sólo es justa; también es eficaz.<br />

Transforma. Lo muestra muy bien un re<strong>la</strong>to impactante<br />

que leí en una revista <strong>de</strong> temas espirituales. Su autor, una<br />

mujer, cuenta que iba por <strong>la</strong> calle <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> dos hombres<br />

que caminaban uno tras otro. <strong>El</strong> primero entró en una tienda<br />

y, al entrar, <strong>de</strong>jó caer inadvertidamente su cartera. <strong>El</strong><br />

segundo se precipitó sobre el<strong>la</strong>, examinó su contenido... y<br />

se <strong>la</strong> metió en el bolsillo; luego siguió su camino.

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