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El Arte de bendecir. Para vivir espiritualmente la vida cotidiana

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82<br />

EL ARTE DE BENDECIR<br />

criminales exactamente lo mismo que al mayor <strong>de</strong> los santos.<br />

Sin duda porque, a diferencia <strong>de</strong> lo que nosotros hacemos,<br />

¡el<strong>la</strong>s no saben poner etiquetas a <strong>la</strong>s personas!<br />

Su don <strong>de</strong> sí no conoce ni vacaciones ni días <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso:<br />

truene o luzca el sol, nieve o llueva, son fieles a su<br />

tarea, dando, dando, dando sin cesar. Se comparten con<br />

naturalidad y sin esfuerzo, simplemente porque eso expresa<br />

<strong>la</strong> esencia misma <strong>de</strong> su ser, que consiste en ser don<br />

gratuito.<br />

¿Necesitamos hacer esfuerzos para ser franceses, ma<strong>la</strong>yos<br />

o australianos, si somos ciudadanos <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> esos<br />

países? ¿Nos <strong>de</strong>spertamos por <strong>la</strong> mañana pensando:<br />

«¡Cuidado! Es preciso que durante este día haga los mayores<br />

esfuerzos para ser español»? No; es <strong>la</strong> cosa más natural<br />

<strong>de</strong>l mundo. Sabemos con certeza total que somos ciudadanos<br />

o ciudadanas <strong>de</strong> tal o cual país. Del mismo modo, si<br />

comprendiésemos que el fondo <strong>de</strong> nuestro ser más auténtico<br />

es totalmente amor, entonces sabríamos amar y ben<strong>de</strong>cir<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> misma forma que <strong>la</strong>s flores dan su belleza: sin<br />

esfuerzo, como <strong>la</strong> cosa más natural <strong>de</strong>l mundo: «<strong>El</strong> amor<br />

que me ha creado, eso es lo que soy». ¿Pue<strong>de</strong> haber una<br />

constatación más po<strong>de</strong>rosa y liberadora en el mundo?<br />

<strong>El</strong> don <strong>de</strong> <strong>la</strong>s flores es, a<strong>de</strong>más, no-violento. Las flores<br />

alpinas son en general sumamente resistentes. Camina por<br />

encima <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s, aplásta<strong>la</strong>s y, tras un instante <strong>de</strong> extrañeza,<br />

volverán a levantar su cabecil<strong>la</strong> sonriente y exten<strong>de</strong>rán sus<br />

pétalos diciendo, como <strong>la</strong> manzanil<strong>la</strong> que exha<strong>la</strong> tanto más<br />

su perfume cuanto más se <strong>la</strong> ap<strong>la</strong>sta: «Mi perfume es gratuito.<br />

No sé lo que es el resentimiento ni <strong>la</strong> cólera».<br />

Entonces, ¿por qué empobrecernos a nosotros mismos,<br />

siendo avaros <strong>de</strong> bendiciones y midiendo con cuentagotas<br />

el amor que así se expresa? ¿Por qué retrasar ese momento,<br />

que llegará ciertamente para cada uno <strong>de</strong> nosotros (sea<br />

en nuestro estado <strong>de</strong> conciencia aquí abajo, sea en un estado<br />

<strong>de</strong> conciencia más evolucionado, ya que se trata <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

LA LEY DEL AMOR INCONDICIONAL 83<br />

ley misma <strong>de</strong>l universo), <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>r un pensamiento<br />

que se mantenga en estado <strong>de</strong> bendición permanente, es<br />

<strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> reconocimiento <strong>de</strong> lo divino que hay en todos y<br />

cada uno <strong>de</strong> nosotros? ¿Por qué retrasar nuestra propia felicidad?<br />

¿Por qué retrasar nuestra propia entrada en el reino<br />

<strong>de</strong>l gozo?<br />

Cuanto más ben<strong>de</strong>cimos incondicionalmente, tanto menos<br />

juzgamos a los <strong>de</strong>más. Es una experiencia interior<br />

asombrosa. Dejamos simplemente que los otros sean. De<br />

todas formas, ¿quiénes somos nosotros para juzgar? «No<br />

juzgues a tu prójimo antes <strong>de</strong> haber caminado varias leguas<br />

con sus mocasines», dice un proverbio amerindio. <strong>El</strong> Dr.<br />

Jampolsky aña<strong>de</strong>: «En nuestro prójimo aprendamos a ver<br />

<strong>la</strong> luz, no <strong>la</strong> tulipa».<br />

¿Quién pue<strong>de</strong> caminar, aunque sólo sea unos minutos,<br />

con los mocasines <strong>de</strong> su vecino? ¿Puedo yo realmente<br />

adoptar sus hábitos <strong>de</strong> pensamiento, <strong>la</strong>s convicciones que<br />

él alimenta sobre sí mismo, su herencia, sus temores y<br />

esperanzas, <strong>la</strong> compleja trama <strong>de</strong> <strong>la</strong>s circunstancias <strong>de</strong> su<br />

<strong>vida</strong>? <strong>Para</strong> mí, éste ha sido uno <strong>de</strong> los principales beneficios<br />

<strong>de</strong>l aprendizaje <strong>de</strong>l arte <strong>de</strong> ben<strong>de</strong>cir: ver cómo se han<br />

ido reduciendo y difuminando lentamente mis <strong>de</strong>masiado<br />

frecuentes juicios..., ¡aunque todavía tengo un <strong>la</strong>rgo camino<br />

por recorrer hasta llegar al no-juicio total!<br />

Hace algunos años, asistiendo a una boda, tuve por<br />

unos instantes <strong>la</strong> percepción <strong>de</strong> lo que sería un espíritu<br />

totalmente libre <strong>de</strong> todo juicio. Aquel<strong>la</strong> experiencia fue <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong>s más preciosas <strong>de</strong> mi <strong>vida</strong>: ¡qué estado <strong>de</strong> gracia, esa<br />

liberación, esa ligereza <strong>de</strong>l espíritu no sumergido en <strong>la</strong>s<br />

pesadas trabas <strong>de</strong>l juicio! Aquel<strong>la</strong> experiencia me <strong>de</strong>jó una<br />

profunda nostalgia. Des<strong>de</strong> entonces, pocas cosas hay que<br />

<strong>de</strong>see más intensamente que un estado <strong>de</strong> espíritu liberado<br />

<strong>de</strong> todo juicio. Y me imagino lo que los hindúes l<strong>la</strong>man<br />

estado <strong>de</strong> samadhi, o los cristianos reino <strong>de</strong> los cielos (que<br />

es también un estado interior), como un estado <strong>de</strong> concien-

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